Identificador
49215_01_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 24' 22.65" , Lo, g:6º 9' 34.38"
Idioma
Autor
María Victoria Panedas Simón
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Villamor de la Ladre
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA MUESTRA UNA fábrica de sillería, con cabecera cuadrangular -en ligero rectángulo-, con la sacristía adosada al sur, una nave articulada en tres tramos, con otra pequeña dependencia adosada a mediodía. La portada se halla en la fachada sur, bajo pórtico y sobre el hastial de poniente se levanta una espadaña usada tradicionalmente como frontón. La morfología del conjunto es muy similar a la de Villamor de Cadozos. Aunque con algunas reformas posmedievales y con los añadidos a mediodía, se conserva buena parte de la construcción supuestamente románica, aunque con ciertas dudas respecto a esta consideración que más adelante analizaremos. La cabecera mantiene la cubierta a dos aguas, con testero plano, aunque fue recrecida, como se puede comprobar en el lado norte, donde presenta dos aleros, el inferior -roto para abrir una ventana posmedieval- conserva tres canes, uno troncopiramidal, otro achaflanado y otro mutilado, que deben corresponder al primitivo alero románico, averiguándose también en el testero la primitiva traza, aunque de forma muy sutil. Seguramente en época gótica -o incluso posterior- se renovó esta cabecera, recreciéndose en tres hiladas y reutilizando alguno de los canecillos antiguos, disponiéndose el nuevo alero a la misma altura que entonces tenía la nave. Una de las cosas que llama la atención es que la anchura de la cabecera es igual a la de la nave, algo impropio de época románica pero característico del primer gótico, lo cual puede ser un indicio cronológico del edificio, claro que también pudiera ser que la cabecera original -entonces más estrecha- hubiera desaparecido, sustituida por otra, ya gótica, con la misma anchura de la nave, sobre la que se realizaría posteriormente el recrecimiento. La fachada norte esta segmentada con tres contrafuertes, que corresponden a otros tantos arcos interiores, el triunfal y los dos que separan los tres tramos de la nave. El cuerpo de la iglesia, en ese mismo lado septentrional, es también de buena sillería, cuyas hiladas se alteran al final para dar paso a la espadaña. El alero, con cornisa de listel y chaflán, ya se dijo que queda a la misma altura que el de la cabecera y todo él parece original; tiene una veintena de canecillos, de los que diecisiete son achaflanados, dos de nacela y uno con rollo. En la fachada sur, bajo el pórtico, se aprecia también la fábrica románica, aunque aquí llama la atención un ensanchamiento del muro que viene a coincidir con el segundo y tercer tramos de la nave. ¿Sería entonces el primer tramo, más estrecho, la parte correspondiente a una antigua cabecera?, la verdad es que la pregunta queda sin respuesta, aunque se ve claramente una línea que rompe el paramento en ese primer tramo. Quedan también en esta parte anterior algunos restos de la cornisa, con cinco canes de chaflán. El resto de la nave carece de contrafuertes y la cornisa es de listel y chaflán, con seis canes visibles, uno achaflanado, cuatro piramidales lisos y otro con este mismo formato, pero con dos hojitas lanceoladas planas, un motivo que se repite con profusión en iglesias tardorrománicas de la capital (catedral, San Pedro y San Ildefonso, San Juan de Puerta Nueva, Santo Sepulcro, etc.), en otros edificios emblemáticos de la provincia (San Martín de Castañeda o las dos de Benavente), y también en algunos de Sayago y entorno (Sobradillo de Palomares, Fuentelcarnero o Peleas de Abajo). En este muro se abre la portada, coronada por una hornacina barroca. Se halla a ras de muro y consta de pequeño y robusto arco de medio punto doblado, de aristas vivas y sin decoración alguna, trasdosado de chambrana de nacela. Las dos arquivoltas descansan en sendas pilastras dobladas, lisas, con impostas de listel, filete anguloso y nacela. La espadaña sigue el omnipresente modelo sayagués de podium regruesado, cuerpo recto y macizo, flanqueado superiormente en chaflanes que dan paso a un remate de cortísimos laterales rectos y agudo piñón, con dos grandes troneras de medio punto y una tercera, más pequeña, en la enjuta de las anteriores. En principio parece una construcción distinta de la nave, dada la discontinuidad de hiladas que se ve en el lado norte, aunque su cronología es de compleja precisión, dada la secular pervivencia del modelo. No obstante tal ruptura no indica necesariamente que se trate de épocas distintas, pues en muchos casos puede construirse el campanario de forma independiente, aunque en una misma fecha. Por lo que respecta al interior del templo, se halla totalmente revocado, con los arcos apuntados, pero mientras que el triunfal es simple y tiene impostas molduradas, de cronología posterior a la Edad Media, los de la nave son doblados, con impostas achaflanadas, de cronología gótica. En conclusión es una iglesia que guarda muchas similitudes con la de Villamor de Cadozos, pero en este caso aún de mayor indefinición en lo que se refiere a etapas constructivas, algunas de cuyas hipótesis ya hemos venido apuntando. Que los restos más antiguos se remontan al entorno de 1200 -sobre todo en función de alguno de los canecillos- no tenemos duda, pero lo que es difícil asegurar es qué parte de la fábrica corresponde a tal momento. Cabe la posibilidad de que de un primer momento sobreviva sólo parte del muro sur de la nave con indicios de la cabecera y con lo que sería la nave, algo más ancha, con sus canes y portada; que una reforma dentro del primer gótico -más o menos en la segunda mitad o fines del XIII- ampliara la iglesia hasta sus dimensiones y organización actuales, que después se renovara la cabecera -siglo XVI o XVII, a juzgar por el triunfal-, para finalmente adosarse las dependencias del muro sur. Claro que también la primera fase, que juzgamos por el retranqueo de muros del lado sur, no sea tal y que ya desde el primer momento fuera concebida con las dimensiones que mantiene -o incluso que tuviera una cabecera más pequeña, después desaparecida-, añadiéndose después los arcos y demás renovaciones. En principio nos parece más atractiva la primera posibilidad, sobre todo por el hecho ya señalado de que las idénticas anchuras de nave y cabecera creemos que son algo más característico del primer gótico. En todo caso la larga perduración de modelos o el empleo de canecillos de chaflán y nacela -que incluso pudieran estar reutilizados- son cuestiones que inducen a malinterpretaciones cronológicas, encuadrando en fechas románicas edificios que quizá se hicieron mucho más tarde, especialmente en el mundo rural, donde estas modestas construcciones no han recibido una atención en los estudios artísticos que vaya más allá de dos líneas o un pequeño párrafo, casi siempre sin ninguna precisión.