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Planta

Identificador
24164_01_013
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 34' 33.89'' , -5º 22' 15.35''
Idioma
Autor
Centro de Estudios del Románico
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Localidad
Villarmún
Municipio
Gradefes
Provincia
León
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
COMO VEREMOS A CONTINUACIÓN, la actual iglesia parroquial de Villarmún -Monumento Histórico- Artístico- guarda todavía vestigios constructivos que nos retrotraen a los primeros momentos de su historia. Muy probablemente sea la iglesia que a continuación vamos a analizar aquella que figura en una disputa establecida en 1137 entre los monasterios de San Isidoro de León y San Pedro de Eslonza, o bien la ecclesia sua que aparece citada en un documento de 1186. Existen más problemas para identificarla con aquella Sancta Maria de Villa Vermude que encontramos en el de 913. Gracias, en parte, a las recientes obras de restauración que se han llevado a cabo en este pequeño edificio rural (1992- 1993) todavía podemos apreciar el aparejo utilizado en su construcción, que no es otro que mampostería de morrillo con grandes sillares adarajados en las cantoneras, a pesar de que Herráez Ortega afirme que este edificio, junto con los de San Miguel de Escalada y San Martín de Valdetuéjar, es el único que conserva la totalidad de sus muros de sillería. Su diáfana planta se aleja de cualquier complicación espacial, reduciéndose a una única nave o aula rectangular y ábside de reducidas dimensiones, rectangular al exterior pero de herradura muy acusada al interior. Al lado sur se añadieron posteriormente la sacristía y el pórtico de entrada. María José Alonso señala la existencia en el lado norte de otra puerta con ligero abocinamiento de la que todavía se conservan dos pequeñas y esbeltas columnas empotradas y que la misma autora identifica con la que daría paso al cementerio. A los pies del templo se levanta una espadaña cuya construcción fue promovida por el abad de Eslonza según consta en una inscripción incrustada en la esquina norte: HIZOSE ESTA TORRE SIENDO ABAZ DE SAN PEDRO DE ESLONZA... En el centro de la espadaña, entre las troneras, figura otra inscripción con la fecha de ejecución: AÑO DE 1748. Señalar por último que al norte se encuentra el cementerio así como restos de dos posibles contrafuertes o refuerzos del muro. En el interior, la nave se cubre con techumbre de madera a doble vertiente y la pequeña capilla absidal, de planta ultrasemicircular, con bóveda semiesférica sin imposta de arranque. Comunican ambos sectores a través de un arco de herradura con muy poco peralte -en torno a 1/3 ó 1/4 del radio- que apea sobre un par de columnas adosadas al muro provistas de fustes monolíticos, cimacios lisos y altas basas áticas. El arco presenta dovelaje irregular aunque de despiece radial y rosca no concéntrica a la altura del riñón. Así pues, podemos establecer en el edificio dos grandes campañas constructivas. A la primera y más antigua (siglos XI-XII), pertenecerían los muros de la nave y el interior de su cabecera, del tipo de la no muy lejana de San Miguel de Escalada (incluso en el peralte del arco) y quizá de la del desaparecido monasterio de San Pedro de Eslonza. A un segundo momento (siglos XII-XIII) correspondería tal vez la modificación de las cornisas, siendo las de la nave las más transformadas, sustituyéndose probablemente las primitivas por un friso de triple banda de ladrillos en esquina y tejas. Finalmente en el siglo XVIII se llevaría a cabo la materialización de la sacristía y de la espadaña. La mayoría de los autores que se han ocupado de esta iglesia -desde D. Manuel Gómez-Moreno- la han definido como una construcción románica del siglo XII realizada a partir de un modelo prerrománico cercano (Escalada o Eslonza). Mientras que para el insigne maestro granadino nos encontramos ante un edificio en donde “el artista románico tomó por modelo un tipo mozárabe anterior en dos siglos”, Bango Torviso afirma que “en la iglesia leonesa de Santa María de Villarmún podemos apreciar una clara muestra de este arte híbrido, donde su constructor, un artesano popular, mezcló formas tradicionales con las románicas”. Podríamos considerarla por tanto como uno de los últimos suspiros de la arquitectura de tradición hispánica en el románico leonés. Frente a la sobriedad arquitectónica de su caja de muros, la decoración escultórica del templo enlaza con la más tradicional iconografía románica. Ésta se concentra básicamente en los canecillos situados bajo la cornisa absidal y en los capiteles del arco triunfal. Mención especial merece la celosía circular (50 cm de diámetro) que cerraba el óculo de la cabecera, descubierta al hacer la limpieza y consolidación del muro oriental del ábside. Articulada en cuatro partes iguales generadas por los brazos de una cruz, presenta en cada uno de los ángulos círculos calados con seis radios curvos dispuestos en espiral. Motivos decorativos éstos que denotan un evidente primitivismo altomedieval. Además del aparente busto antropomorfo que se asoma en el cuerpo inferior de la espadaña, el resto de la escultura muestra un repertorio iconográfico típico del románico, en algunos casos tratados también con reminiscencias altomedievales. Los capiteles del arco triunfal, con ábacos simples, sin decoración, y generalmente adscritos a dos tallistas o canteros distintos, presentan en sus cestas un relieve un tanto plano y una ejecución bastante tosca. El del lado de la epístola se decora con hojas vueltas albergando bolas y el del evangelio con una arpía, un grifo y un basilisco con una presa entre sus garras. Pero será en los canecillos existentes bajo la cornisa del ábside donde encontraremos fielmente reflejado el carácter dualista de esta escultura medieval, aunque no falten tampoco los característicos modillones de rollos, propios de un momento precedente, “de sabor mozárabe”. En los dieciocho canecillos existentes se representan figuras en distintas posiciones y actitudes (músicos, peregrinos o viajeros, etc.), alegorías de vicios y pecados (hombre soportando un barril, avaricia, etc.), temática obscena de intención moralizante (lujuria), y representaciones animalísticas (felinos, macho cabrío, conejos, etc.). Para Herráez Ortega, los motivos iconográficos de estos canecillos están “inspirados e influenciados por las grandes edificaciones del Camino”. Por su parte los pequeños capiteles de la portada norte denotan un acusado y pleno goticismo. Respecto a la decoración pictórica, ya María José Álvarez llegó a vislumbrar bajo el enlucido cierto cromatismo en el dovelaje del arco de triunfo en el que se alternaban tonalidades blancas y ocres. Recientemente han aparecido (en el transcurso de las obras de rehabilitación llevadas a cabo entre 1992 y 1993) sobre el arco de herradura, en el muro oriental de la nave, ciertos vestigios cromáticos de gran sencillez y factura moderna (copa con flores).