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Planta

Identificador
09559_10_013
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Alicia Cerdá Taracido
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Miguel Arcángel

Localidad
Valdenoceda
Municipio
Merindad de Valdivielso
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
ALGO ALEJADA DEL NÚCLEO HABITADO, la parroquia lo preside desde el sur, situándose en sus inmediaciones el aludido torreón de los Velasco, junto al cual Huidobro y Sáinz de Baranda afirmaron que se veían “los cimientos de otro que también era cuadrado”, hoy irreconocible. Tanto estos autores como Pascual Madoz hablan de la iglesia como dedicada a San Martín, siendo su actual advocación la de San Miguel. Litúrgicamente orientado, el templo, pese a haber perdido la cabecera original, conserva de su fábrica románica lo fundamental del cuerpo de la nave, coronándose hoy por una cabecera cuadrada de formas tardogóticas (siglos XVI-XVII) en la que se abre al norte una capilla rectangular. Una edificación moderna adosada al muro meridional de la cabecera y la sacristía al este completan, junto con el pórtico meridional, la fisionomía del edificio. Dicho pórtico protege la fachada meridional abriéndose mediante cuatro arcos de medio punto sobre pilares cuadrados y en la mampostería de su cierre occidental aparecen empotrados numerosos fragmentos románicos, entre ellos algunas dovelas ornadas con abilletado. Al este del pórtico, recubriendo el muro meridional de la cabecera se adosó una dependencia rectangular construida en mampostería y sillares en los ángulos; sobre una de sus ventanas se grabó la inscripción: INSTRUCCION PRIMARIA AÑO DE 1864 . La estrecha nave aparece dividida en cuatro tramos marcados exteriormente por contrafuertes prismáticos, de los cuales el más occidental -en mampostería- fue añadido en época tardogótica, pues se une a la diferencia de materiales el que sus muros se rematen con canes de cuarto bocel, frente a los ornamentados y típicamente románicos del resto. Corrobora este hecho, al interior, la ausencia de capiteles románicos coronando las semicolumnas que recogen el fajón en este tramo y el bisel que moldura dicho arco, cuando los otros presentan arista viva. Todo parece indicar que, quizá en el momento de la sustitución de la cabecera por la actual, se decidió ampliar el espacio de la nave con un nuevo tramo al oeste, cubierto como los otros por bóveda de cañón seguido reforzada por fajones que reposan sobre responsiones prismáticos y semicolumnas. En el hastial occidental, rematado a doble vertiente, se abre un vano apuntado y doblado de aspecto tardío. Responde la iglesia de Valdenoceda al tipo de edificio más característico del valle de Valdivielso, cuyos ejemplos más destacados son San Pedro de Tejada y la parroquial de El Almiñé, donde, como en numerosos edificios norteños, el tramo que antecede a la cabecera se destaca del resto tanto exterior como interiormente, pues sobre sus re forzados muros se alza una torre que al interior recibe cubierta de cúpula sobre trompas. De los tres templos citados es San Pedro de Tejada el más armónico y mejor construido y conservado, pudiendo considerarse los otros dos como hijuelas. En el caso que nos ocupa, los tres tramos más occidentales de la nave, incluido el añadido, se cubren con bóveda de cañón sobre imposta de listel y chaflán, reforzada por fajones que apean en responsiones y columnas entregas, coronadas éstas por sencillos y encalados capiteles vegetales de piso inferior de hojas triangulares con voluminoso nervio central que acogen bolas en las puntas y remate de hojas avolutadas con dado central triangular -esquema que veremos repetirse en numerosas iglesias del valle-, apoyando en basas áticas con bolas y plintos baquetonados. En el tramo oriental, más corto y de planta rectangular, la cúpula sobre trompas que lo cierra se alza sobre cuatro gruesos machones (con una semicolumna en su frente los occidentales) sobre los que descansan los formeros apuntados y doblados. Los muros laterales de este tramo se adelgazan con dos niveles de arcos apuntados que descargan directamente en el pilar hacia la capilla y sobre sendas ménsulas hacia la nave, la septentrional decorada con un mascarón de rasgos negroides y la otra con una maléfica cabeza de rasgos felinos. La cúpula presenta una sección ovoide condicionada por las dimensiones del espacio y, a diferencia de las de Tejada y El Almiñé, aparece reforzada por ocho nervios baquetonados que descansan sobre ménsulas figuradas dispuestas en cada lado del octógono, confluyendo en el centro en una clave decorada con un Agnus Dei, cordero que porta en una de sus patas el lábaro. Entre los nervios se disponen arquillos que ayudan a pasar de la superficie poligonal a la elíptica. Las ménsulas que sostienen los nervios de la cúpula se decoran con animales y rostros monstruosos, en los que se alternan cabezas maléficas, elementos vegetales, dos bustos humanos, uno de aire pensativo y un águila, lo que hizo pensar a Huidobro en la posibilidad de que se plasmase un Tetramorfos. Desde el tramo daban paso hacia la reformada cabecera dos columnas entregas dispuestas en el codillo de los machones, rematadas por capiteles del tipo visto en la nave. Sobre este tramo, como en los otros edificios del grupo, se alza una torre rectangular de ángulos matados con bocel, en cuyo piso superior se abren, en cada cara, sendos vanos geminados de arcos de medio punto con chambranas aboceladas que apean en columnas adosadas y otras en el centro, a modo de parteluz, cuyos fustes muestran pronunciado éntasis. Sus capiteles, bajo cimacios de ajedrezado o doble nacela escalonada, reciben decoración vegetal similar a la del interior, de hojas -algunas con rosetas inscritas en clípeos- de puntas salientes acogiendo bolas, algunas estriadas, pitones gallonados, hojas lisas con cogollos en las puntas y, en una cesta del muro meridional, un gran mascarón humano de somera caracterización. La línea de canes de cuarto de bocel que remata los muros parece contemporánea de la reforma moderna y posterior debe ser la sobrecubierta a dos aguas y la espadañita que se alza sobre el lienzo sur. Como en San Pedro de Tejada y El Almiñé, da servicio a la torre una escalera de caracol inscrita en un cubo de sillería adosado a la fachada meridional, junto a la portada, y aunque sería el sistema lógico de acceso al piso alto, no parece coetáneo del resto de la nave, pues su muro no se entrega a la fábrica de la fachada sur sino que se adosa, rompiendo además la cornisa con taqueado que la recorre. En su zona superior se empotraron dos grandes relieves decorados con un fragmentario Tetramorfos, piezas de aproximadamente el mismo tamaño; sobre una de ellas se representa un ángel alado y nimbado, de pie, ataviado con túnica de sumarios y abultados pliegues que alza con ambas manos un libro. El otro relieve representa un león rampante y alado que con sus patas delanteras sostiene una cruz con astil. Estamos probablemente ante dos de las figuras de un Tetramorfos, pudiéndose interpretar las conservadas como los símbolos de Mateo y Marcos. Estos relieves, de mediana calidad, conectan más con la escultura de la cúpula que con el resto de la del templo. Desconocemos su primitiva ubicación. La portada se abre en un antecuerpo de sillería del tercer tramo de la fachada meridional y, siguiendo el esquema ya visto en El Almiñé y otras iglesias de Valdivielso, consta de arco de medio punto abocelado y exornado por una hilera de puntas de clavo y tres arquivoltas, rodeando el conjunto un tornapolvos de triple hilera de abilletado. La a rquivolta interior se decora con un bocel sogueado en arista vista, la central con mediacaña en la que se inscriben variados elementos (un barrilillo, una tosca carita masculina, una cabecita de lobo en la clave y formas geométricas y vegetales, como florones y pitones gallonados) y la externa con baquetón. Sigue en su decoración el modelo de la occidental de San Pedro de Tejada, repetido en las de San Pedro de Condado, la desplazada de El Almiñé, Panizares de Valdivielso, etc. Apean los arcos en jambas escalonadas, sobre alto basamento y bajo imposta abilletada, en las que se acodillan dos parejas de columnas de basas áticas sobre fino plinto. En sus capiteles volvemos a encontrar la ruda escultura ya vista en los citados edificios. El exterior del lado occidental decora su cesta con un piso inferior de entrelazo y puntas de clavo y sobre él un pitón gallonado entre bolas con caperuza y dados triangulares; su compañero por este lado recibe una tosca ave de alas extendidas. Los dos del lado oriental, de idéntico diseño, muestran una corona inferior de hojas cóncavas de marcado nervio central que acogen bolas en sus puntas y, sobre ellas, bien hojitas del mismo tipo bien a modo de toscos mascarones, muy similares a los vistos en la portada de las parroquiales de Puente Arenas y El Almiñé. El antecuerpo en el que se practica la portada se corona con un tejaroz de cornisa abilletada sostenida por ocho canecillos, uno de ellos perdido. Muestran los otros perfil de proa de nave con reticulado entre dos junquillos sogueados, un protómo de venado, un personajillo ataviado con capa que sostiene con ambas manos un objeto rectangular no identificable, un torpe músico tocando la viola con arco, a su lado una exhibicionista que alza ambas piernas mostrando los genitales, otro personaje impúdico, éste masculino y un prótomo de bóvido. Sobre la cubierta de madera del moderno pórtico se aprecia la maltrecha hilera de canes de la nave, decorados con volutas, dobles pitones, hojas espigadas de puntas vueltas, taqueado, botones vegetales, ajedrezado, etc. Similares motivos observamos en el muro norte de los dos tramos románicos de la nave, con nacelas escalonadas, hojas lanceoladas y nervadas, un prótomo de felino, entrelazos, etc. En el muro meridional del segundo tramo de la nave se abre una ventana románica, de vano rasgado y abocinado al interior, coronado por un tímpano ornado con una cruz inscrita en clípeo con volutas. Rodea la saetera un arco de medio punto abocelado y chambrana abilletada, sobre dos columnas acodilladas de basas áticas con garras, sobre plinto, coronadas por capiteles de hojas lanceoladas de nervio central con bolas en sus puntas. Sobre los capiteles corre una imposta ajedrezada que se continúa por el muro. Ajeno a la pretendida organización en relaciones “escolares”, el románico de Valdivielso permite comprobar en la abultada nómina de edificios que lo siembran cómo la actividad de los talleres que trabajan en la segunda mitad del siglo XII y principios del XIII va extendiendo y, ora degradando, ora enriqueciendo, a través de un valle los modelos constructivos y decorativos establecidos en el monumento principal, que no es otro en nuestro caso que la iglesia del priorato oniense de San Pedro de Tejada, cuya cronología debe rondar los años centrales de la duodécima centuria. Así, los capiteles vegetales de anchas hojas triangulares nervadas con bolas o caulículos en las puntas y piso superior de volutas con dados triangulares los vemos en Tejada, El Almiñé, Tartalés de los Montes, San Pedro del Condado, pero también en Huidobro o el arco triunfal de Gredilla de Sedano; las águilas de alas explayadas son casi un icono recurrente en la mayoría de los edificios citados y en otros de los valles noroccidentales de Burgos, Cantabria y norte de Palencia; los boceles sogueados en arista viva que vimos en San Pedro de Tejada se repiten también en Tartalés de los Montes, San Nicolás de El Almiñé, Panizares y Condado de Valdivielso, etc. Esta reiteración de modelos es particularmente cercana entre nuestro templo y el de El Almiñé, siendo ambos obra -probablemente del mismo taller- fechable a finales del siglo XII. Conserva además San Miguel de Valdenoceda un testimonio epigráfico algo posterior a su construcción en un sillar del machón oriental del antecuerpo de la portada, donde se grabó un epitafio hoy apenas legible por el avanzado deterioro de la piedra. Dispuesto en cinco renglones con el texto en capitales, debemos apoyarnos en nuestra transcripción en la lectura que hicieran Huidobro y García Sáinz de Baranda en 1930: HIC TVMVLA(TVS) PETRVS (PR)ESBITE(R) VALLEVINIIE NATVS OBIIT SVB ERA MCCLXI IN NOTO DIE II KLS APRILIS ORATE PRO... ILLE V... IC... Es decir, “Éste es el túmulo del presbítero Pedro natural de Valvinié (El Almiñé), quien murió en el año de la Era de 1261 (año 1223) en el señalado día segundo de las calendas de abril (29 de mayo). Orad por él”. El final del renglón y la última línea, como sospechaba Huidobro, parecen añadidos posteriormente.