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Panorámica de la ermita

Identificador
19335_01_050n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 19' 15.84'' , - 2º 53' 35.46''
Idioma
Autor
Ana Belén Fernández Martínez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de la Virgen de la Oliva (Recópolis)

Localidad
Zorita de los Canes
Municipio
Zorita de los Canes
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
EL YACIMIENTO DE LA CIUDAD visigoda de Recópolis se encuentra en las inmediaciones de la población de Zorita de los Canes, en el borde meridional de la comarca de la Alcarria guadalajarense. Los restos de la ciudad se ubican en un alto cerro de forma trapezoidal aprovechando uno de los meandros que forma el río Tajo, todo ello enmarcado en las estribaciones de la cercana Sierra de Altomira. Desde Guadalajara hay que tomar la N-320 hasta el cruce con la CM-2006, siguiendo por ella hasta el cruce con la CM-2002; una vez pasado Pastrana, hay que llegar a la GU-219 que nos lleva a Zorita de los Canes. A un kilómetro de esta localidad, en la orilla izquierda del Tajo, se encuentra Recópolis. Se trata de una ciudad fundada por Leovigildo en honor de su hijo Recaredo. Pudo tratarse de una ciudad regia con la función de descanso del propio Leovigildo tras la pacificación de las campañas contra suevos, cántabros, bizantinos y los rebeldes de La Oropesa, todo ello en el año 578. Debemos tener en cuenta la situación estratégica en la que se ubica como nudo de comunicaciones de época visigoda. Recópolis relacionaba la zona de Ércavica con el norte de la actual Cuenca y con Toledo a través del cauce del río Tajo, así como la zona de Guadalajara y Cuenca con el Levante. Las primeras investigaciones arqueológicas se llevaron cabo de la mano de Juan Cabré en 1945. Fue Francisco Layna Serrano quien promovió en 1943 una comisión arqueológica a la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas. Años atrás, en 1893, Juan Catalina García rescató del olvido la ciudad, otorgándole una ubicación en el cerro cercano de Zorita de los Canes. Desde el año 1992 se está llevando a cabo un proyecto de excavaciones sistemáticas dirigidas por Lauro Olmo Enciso que está sacando a la luz áreas palaciegas, comerciales, conjuntos de vivienda o murallas. La ciudad de época visigoda estaba jerarquizada según áreas comerciales, administrativas, políticas o religiosas, ubicándose en las terrazas propias de la orografía del terreno. En la zona más elevada del cerro se dispone el palacio formado por dos grandes edificios rectangulares y junto a ellos la iglesia palatina. A través de una puerta monumental se accedía desde la plaza formada por palacio y basílica al resto de la ciudad. Una vez en la calle de acceso se ven los distintos negocios comerciales y artesanales de la ciudad. Próximo a estos se han encontrado viviendas en manzanas regulares. Todo este conjunto estaba rodeado de la muralla de nueva fundación. Recópolis fue ocupada en el siglo VIII por bereberes, tras la invasión islámica, y pasó a denominarse Madinat Raqqubal aunque no perdió su fisonomía visigoda. Sin embargo, fue perdiendo poco a poco importancia como centro de poder y administrativo, en beneficio de Zorita de los Canes. Las luchas habidas en su interior entre musulmanes y locales produjeron daños a la ciudad, como el incendio de la zona palatina. Aprovechando este hecho se construyó por parte de los nuevos moradores una fortaleza defensiva con el interior compartimentado, nuevos muros y la construcción de una torre en el extremo occidental. En el año 1085, con la rendición taifa de Toledo, Recópolis y Zorita pasaron a poder cristiano. En el lugar de Recópolis se fundó una aldea, dentro del proceso de repoblación, que se llamó El Olivar de Raccopal. La vida se redujo a la zona de la Plaza central, el recinto palatino se convirtió en viviendas mientras que sobre la antigua basílica se alzó un templo románico. Las excavaciones han dado una continuación a la aldea hasta el siglo XIV en que la población se trasladó a Zorita de los Canes. El enclave quedó como un lugar de peregrinaciones cristianas hasta bien entrado el siglo XVI. La basílica de época visigoda se ubicaba en la zona más oriental de la gran plaza. Juan Catalina García fue el primero en ubicarla en época visigoda por su tipo de aparejo, pero fueron las excavaciones de Juan Cabré las que sacaron a la luz toda la superficie, llegando a la conclusión de que tenía diferentes fases de construcción. En la primera se muestra una iglesia de una sola nave, cabecera rectangular y nártex a la entrada, dándole una cronología paleocristiana de principios del siglo V. Es probable, que la planta de la iglesia visigoda fuese de cruz latina, con transepto y nártex envolviendo los muros del templo. Su cronología se vincula a los tiempos de Leovigildo, a tenor del tesorillo encontrado en un pequeño recinto que hacía las funciones de baptisterio. Los restos románicos de la antigua ermita de la Oliva son escasos, siendo la zona de la cabecera la parte mejor conservada. Ésta se eleva mediante un basamento de sillares bien escuadrados sobre el que se ubica el ábside. Se ha apuntado la posibilidad de que la iglesia contase con una cabecera que al interior ofreciese forma semicilíndrica. Del interior solamente conservamos dos arcos de paso a la zona presbiterial. El arco triunfal se presenta doblado y ligeramente apuntado apoyándose sobre caveto simple con capiteles bajo él de ornato de bolas en sus extremos. Las columnas adosadas se apoyan en basa casi imperceptible la cual supera el desnivel por un poyete de piedra en ambos lados. El transepto se cerró a las naves laterales, las cuales no se conservan, creando un espacio único con acceso en arco de medio punto sobre pilastras. Éste posiblemente fuera en origen la entrada al transepto desde las naves. El espacio creado fue compartimentado en pequeñas habitaciones en época posterior, como lo atestigua una puerta de arco ojival, muy pronunciada, que da al muro norte. Tres escalones, acusados, permitían el acceso al altar desde la nave. Está presente el recuerdo de la cercana tradición visigoda, pero de la iglesia románica no tenemos suficientes datos para darle una cronología precisa. Sin embargo, teniendo en cuenta los elementos de época visigoda y los posteriores, podemos datar el antiguo edificio románico entrado ya el siglo XII, como iglesia parroquial de la aldea fruto de la repoblación llevada a cabo en esta zona. El templo forma parte, en todo caso, de un grupo de iglesias de las tierras de Zorita que sufrieron de manera irreversible los efectos de la despoblación de la Alcarria. Juan Catalina García López, en tiempos recientes, dio buena cuenta de ello en sus Relaciones. Como se ha apuntado más arriba, la ermita en honor de la Virgen de la Oliva, perviviría como lugar de culto de los habitantes de los pueblos del entorno, durante siglos.
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