Identificador
50248_01_005n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 25' 52.35'' , -1º 12' 43.7''
Idioma
Autor
Jorge Arruga Sahún
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Barués
Municipio
Sos del Rey Católico
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Claves
Descripción
Barués es un lugar singular que no llega las cinco casas, hoy en día abandonadas con la excepción de la visita ocasional de algunos pastores de la zona. La ermita se encuentra aproximadamente en el centro de este pequeño núcleo, donde destaca del resto de edificaciones no sólo por su tamaño, al tratarse de la construcción de mayores dimensiones del pueblo, sino por su relevancia arquitectónica. Igualmente se señala por su estado de conservación, puesto que alguna de las casas próximas amenaza ruina inminente, lo que no ocurre con la ermita, que se encuentra mucho más saneada. No poseemos datos de ningún tipo acerca de la población en época medieval. De hecho, hay que hablar de un desolador mutismo documental a este respecto. La ermita tiene planta rectangular y culmina en ábside semicircular, que es lo único que queda de la primera fase de la fábrica. La nave pertenece a una segunda fase, tal y como atestigua no sólo su tipología constructiva, sino también el aparejo de sus muros a base de sillarejo. Además ha sido recientemente restaurada, destacándose todavía más de la edificación primigenia con que la contrasta severamente. Por ello, el aspecto de esta ermita disiente del resto de edificaciones del pueblo. Las fachadas occidental y meridional recibieron en fechas posteriores un pórtico perimetral adosado, constituido por arcos apuntados, el cual modifica de manera notable la tipología y traza originales. La nave única está dividida en seis tramos mediante arcos transversales apuntados de tosca factura, que arrancan desde el suelo (el de separación entre ábside y anteábside lo hace sobre una pilastra con moldura biselada a la altura de la imposta); mide 25 m de largo y 10 m de ancho, dimensiones más propias de construcciones rurales del siglo XIII o épocas posteriores que de plena época románica. El ábside se cubre mediante una bóveda de cuarto de esfera apuntada, y el anteábside con medio cañón apuntado; un arco apuntado doblado marca la separación entre ambos espacios y una sencilla moldura biselada establece la diferenciación entre el semicilindro y la bóveda, a una altura realmente baja. La nave presenta techumbre de madera a doble vertiente sobre los arcos diafragmáticos. A la ermita se accede por los pies a través de un vano conformado a partir de un arco de medio punto compuesto por once grandes dovelas, prueba de su ejecución tardía, cuyos salmeres arrancan de impostas sin decoración. La fachada carece absolutamente de ornamentación, aunque como elementos destacables cabría indicar los vanos de dos y tres arcos que se conservan en la parte superior a ambos lados de la puerta. Dispone además de dos vanos en la cabecera por debajo de la moldura, estrechas saeteras abocinadas con derrame hacia el interior, y un tercero en el lado norte del presbiterio, abierto en la curvatura de la bóveda, que es de factura posterior, como también lo es la ventana que se abre en mitad del muro sur. Dentro de la tradición románica, entendida como veremos en sentido amplio, cabe situar la cabecera del templo original, de reducidas dimensiones pero bien proporcionada y ejecutada, compuesta por cilindro absidal y anteábside o presbiterio, edificados en piedra sillar de calidad, de buena factura, bien trabada y escuadrada. En la parte superior del ábside se conservan sus canecillos decorados con figuras antropomorfas y animales, destinados a sustentar una cornisa biselada que se prolonga por toda la curvatura del ábside. La nave, de menor calidad constructiva y hechura más tardía, está levantada en mampostería y tiene trazas similares a las de la zona porticada, la cual fagocita la edificación primigenia, imponiéndose en altura y volumen y creando una línea envolvente que minimiza el tamaño de la cabecera respecto del conjunto del edificio. La ermita conserva una pila bautismal que procede del templo arruinado de Camporreal desde donde, por donación de su propietario, llegó a Barués. Es una réplica formalmente muy cercana a la que hay en la iglesia de Sos del Rey Católico, siendo esta última a su vez muy similar a la de Navardún. Consta de basamento octogonal que crece a manera de pétalos de remate curvo, sobre el cual se sitúa la copa cuadrilobulada tanto al interior como al exterior, con baquetones verticales de interior cóncavo en los encuentros. En los alrededores del templo se advierten restos fragmentados de sarcófagos pétreos aparecidos en las labores de campo, especialmente al norte del mismo. Se hace complejo aportar una cronología definida de la construcción, ya que parece que su ejecución se dilató en el tiempo de manera notable y los sucesivos añadidos no han servido más que para crear confusión estilística al desvirtuar las formas originales. Según la opinión de Abbad Ríos, se trata de una de las iglesias de estilo románico de la última época, pudiendo ser datada ya a comienzos del siglo XIII. En términos actuales de periodización, cabe considerarla una muestra del románico de inercia, en el que detalles como la molduración de la cornisa o el achaflanamiento de cierto número de canecillos invitan a pensar en fechas tardías, bien entrada la decimotercera centuria (alguno de ellos recuerda a ménsulas de interior de iglesias plenamente góticas del entorno de 1300), aunque tampoco se despliegue el repertorio ornamental más característico del gótico. También el diseño de la cabecera, con la escasa altura del cilindro absidal, el gran desarrollo de la bóveda a partir de la sencilla moldura, la distribución de vanos o la tipología de pilastras y contrafuertes, coincide en la misma datación. Las soluciones adoptadas en la nave, tanto en el aparejo de mampostería como en el diseño de los arcos, se corresponden con fórmulas habituales en la misma época en distintos lugares de la Corona de Aragón.