Identificador
37110_03_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 8' 59.07'' , -5º 49' 46.22''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Zamayón
Municipio
Zamayón
Provincia
Salamanca
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
FUE LA PARROQUIA DE LOS HOSPITALARIOS, aunque a finales del siglo XVI ya no debía funcionar como tal, según se desprende del hecho de que en la relación de Pilas y vezindad del obispado de Zamora, redactada en enero de 1587, en Zamayón sólo se registra la existencia de una pila bautismal. El modesto templo se localiza a las afueras del casco urbano, hacia el norte, ocupando un lugar dominante, y junto a él se levanta hoy el cementerio. No muy lejos subsiste también la que fue casa del comendador sanjuanista, con decoración blasonada. Se trata de un edificio construido a base de mampostería de granito, con esquinales y vanos de sillería igualmente granítica, compuesto de cabecera cuadrada y una nave, ligeramente más ancha y de la misma altura, con la portada abriéndose hacia el mediodía, mientras que sobre el hastial se eleva una minúscula espadaña. Otra puerta, en el muro norte, abierta en 1883, da salida al cementerio. Se conserva buena parte de lo que fue la edificación románica, aunque con una serie de reformas -seguramente posteriores a la Edad Media- que se traducen fundamentalmente en una elevación de los muros, bastante sustancial en el caso de la cabecera, que parece haber perdido además el testero original. Nos encontramos así con un ábside cuadrangular, con cubierta a dos aguas y muros de mampostería que presentan a media altura una serie de canecillos que denotan la altura del primitivo alero románico. Se conservan en total ocho canes, cinco en el lado norte y tres en el sur, todos muy toscos, con ancho listel y corta nacela, los del mediodía además con algunas incisiones. La nave, sencilla y rectangular, también ha sido recrecida, aunque esta vez muy ligeramente. En el lado norte han desaparecido casi todos los vestigios del alero originario, conservándose únicamente un canecillo en el extremo oriental, pero en el sur aún se mantienen once canes, que siguen el mismo modelo de los vistos en la cabecera, aunque alguno de ellos pudo tener alguna decoración geométrica muy básica. Bajo ellos se dispone la portada, centrada sobre el muro, a ras del mismo y flanqueada por dos pilastrillas de sillería que enmarcan un triple arco de medio punto que se apoya en sendas pilastras con impostas de listel y chaflán, molduración que se prolonga también en las pilastras que sirven de marco. Sobre la rosca exterior se aprecian cinco canzorros de un antiguo pórtico. En el interior todo aparece revocado, mostrándose la cubierta de madera. Sólo destaca el arco toral, semienterrado por el espectacular recrecimiento del suelo, que repite un esquema similar al de la portada, aunque esta vez el arco es sólo doblado, con apoyos e impostas idénticas a las referidas. Es verosímil pensar que la construcción de este templo fue asumida por la orden del Hospital en los primeros momentos en que Zamayón pasó a formar parte de sus dominios, en las postrimerías del siglo XII o en los comienzos del XIII, aunque hay que reconocer que en ese caso la advocación más propia hubiera sido la del Bautista, comúnmente usada por esa orden militar. Por tanto también cabe la posibilidad de que los sanjuanistas en realidad renovaran un templo ya preexistente, manteniendo la devoción al patrón que ya tenía. A favor de esta última tesis de una mayor antigüedad estaría la existencia de una pieza empotrada en el hastial de occidente, junto a la esquina norte. Hoy aparece como un gran sillar pero en realidad se trata de una lauda sepulcral, en origen trapezoidal pero que ha sido recortada en la mitad superior para adaptarse a su nuevo uso. Se decora perimetralmente a base de medios círculos incisos que enmarcan una cruz latina con pedestal y un gran círculo sobre ella, todo también inciso; en la parte de la cabecera sin embargo aparece lisa, con una inscripción trazada sólo en un renglón, al que le faltarían ambos extremos. El epígrafe, bastante irregular e ilegible, presenta no obstante trazos alfabéticos de carácter visigótico, cuya cronología puede remontarse al siglo XI o primera mitad del XII. Aun así esta lauda fue integrada como un simple sillar en alguna de las reformas que sufrió la ermita, por lo que también cabe la posibilidad de que proceda de otro sitio. Finalmente cabe reseñar que del templo románico original quedarían los muros laterales de la cabecera y los dos tercios anteriores del muro sur de la nave -donde se conservan canecillos-, además de la portada y del arco triunfal. El resto sería producto de al menos una gran reforma, en la cual es posible que se remontara también toda la portada, fundamentalmente subiéndola de cota al ser patente el recrecimiento del suelo, tanto el del interior -lo que veíamos en relación con el toral-, como el del exterior, deducible en este caso por la altura a la que se encuentran los canecillos de la cabecera. Gómez-Moreno habla de la existencia de un calvario con un Cristo llamado de Las Batallas, “del siglo XIII, compuesto de las tres consabidas imágenes, sin gran valor artístico y maltrechas pero interesantes”. Igualmente cita una imagen de Virgen sedente del siglo XIII, llamada Nuestra Señora de Izcalina por proceder de esa alquería.