Sant Sadurní d’Arenys d’Empordà
Iglesia de Sant Sadurní d’Arenys d’Empordà
Arenys d’Empordà es un pequeño núcleo rural situado a unos 3 km del pueblo de Garrigàs. Para acceder a él seguimos por la carretera GIV-6226 en dirección hacia Vilaür, y nos desviamos por un camino a la derecha que conduce a un castillo abandonado que está indicado, del que forma parte dicha iglesia.
La iglesia de Sant Sadurní aparece citada por primera vez en 1019, en una relación de posesiones de la canónica de Girona. Luego, en un documento del año 1031 se menciona como Sancti Saturnini de Arengis. En un testamento de 1056 Gausbert d’Arenys dona las primicias y prebendas que tenía en la iglesia de Sant Sadurní d’Arenys, que formaban parte del condado de Empúries, a la canónica de Girona. La iglesia no reaparece hasta 1245, en el documento de una venta realizada por Tomás de Garrigàs al abad Ponç de Santa Maria de Roses.
Sant Sadurní presenta una única nave, cubierta de bóveda de cañón ligeramente apuntado, y una cabecera rematada por un ábside semicircular, que cubre con una bóveda de cuarto de esfera. Se considera que la parte más antigua corresponde a dicha cabecera, que se abre a la nave mediante un pliegue que forma la transición entre nave y ábside. Actualmente, el muro absidal está cubierto por unas pinturas realizadas en 1944 por artistas locales. Una ventana central, en arco de medio punto, está cegada y se ha transformado en hornacina. Por el interior, la nave va reseguida por una cornisa de molduras de filete y cuarto de bocel superpuesto, de la que arranca la bóveda. En el grueso de los muros laterales se abren cuatro arcos, dos en cada lado, a modo de arcos formeros, que según Badia i Homs se relacionarían con la sustentación de una cubierta anterior. En el sector occidental se construyó un coro a posteriori.
Exteriormente, las numerosas reformas y añadidos que ha sufrido el templo dejan entrever sólo parcialmente las partes que corresponden a la fábrica románica. En sus diferentes fachadas existen edificios adosados de edificación posterior, lo que complica de forma notable la lectura arquitectónica del templo. Según ciertos autores, el ábside estuvo decorado exteriormente con arcuaciones ciegas lombardas, aunque estas son hoy difícilmente visibles; en cualquier caso, situarían la construcción, al menos de este sector del templo, en el siglo xii.
En la baja Edad Media, el edificio primitivo fue prolongado hacia occidente con el añadido de un cuerpo arquitectónico más estrecho que el de la nave original, y separado de ella mediante un arco apuntado. La reforma debió de realizarse hacia el año 1306, fecha que consta grabada en la actual puerta de acceso al templo, sita en la fachada sur. Esta parte del edificio tiene el aspecto de una posible fortificación, lo que se relacionaría también con los vestigios de la parte superior del muro. Parece que tanto la fachada norte como la sur conservan parte del aparejo correspondiente a la primera etapa constructiva, a base de grandes sillares bien labrados dispuestos en hiladas a soga y tizón.
En época moderna (hay gravada la fecha de 1680 en un sillar, y también hay constancia de obras en 1766) la nave fue sobrealzada, para lo que se dispusieron los pilares de sustentación de la nueva cubierta sobre la cubierta románica. Desde el interior se puede acceder a esta cubierta primitiva pasando por una buhardilla situada sobre el coro. También en campañas constructivas posteriores, se añadió sobre el ábside una torre-campanario de sección cuadrada, coronada por una estructura piramidal.
En síntesis, pese a los numerosos añadidos que sufrió el edificio y que enmascaran su aspecto original, la iglesia de Sant Sadurní conserva parte de los elementos característicos de los edificios románicos del siglo xii. Lamentablemente, el abandono del castillo tardomedieval añejo a la iglesia no permite descubrir algunas de las partes del templo, que han quedado ocultas tras la posterior fortificación.
Texto: Marcos Ojosnegros Marín – Fotos y planos: Ángela Trapero Rodríguez
Bibliografía
Badia i Homs, J., 1977-1981, II-A, p. 188; Badia i Homs, J., 1985, pp. 110-111; Catalunya Romànica, 1984-1991, IX, pp. 488-489; Collelldemont i Oliva, P., 1984, pp. 49-51; Egea i Codina, A. y Pujol i Fabrelles, D., 1998, pp. 44-45.