Sant Medir i Sant Celdoni de Romanyà
Iglesia de Sant Medir i Sant Celdoni de Romanyà
Romanyà d'Empordà es un núcleo poblacional formado un grupo de masías dispersas, situado en el sector meridional del término de Pontós, en la ribera izquierda del río Fluvià. Desde Pontós, el acceso se realiza siguiendo la N-II y tomando el desvío indicado entre los km 741 y 742. La carretera que nace en este punto nos lleva hasta Romanyà en apenas 3 km; la iglesia está algo alejada del pequeño grupo de mansos que forma el pueblo, al final de un camino que voltea varios campos antes de llegar a la orilla del río, donde está la iglesia, al lado de un antiguo molino reconvertido hoy en alojamiento rural.
El lugar aparece referenciado en la documentación histórica desde el siglo ix y lo hace con múltiples variantes de un topónimo (Romagnano, Romaniano, Romayano...) que se cree que deriva del nombre propio Romanianus. Parte de esta documentación se refiere a su iglesia, y lo hace citándola entre las propiedades que el monasterio de Sant Pere de Camprodon tenía en la actual comarca del Alt Empodà. Así lo expresa la bula papal otorgada al monasterio por Benedicto VIII en el año 1017, en la que se lee: ipsa villa de Romaniano cum eius alode et cum ipsa Ecclesia. En términos similares se expresa la dependencia de la iglesia de Romanyà respecto al cenobio ripollense en el acta de consagración de la nueva iglesia de Sant Pere, en 1169, y también en otros documentos de confirmación de sus bienes durante toda la baja Edad Media. El templo aparece mencionado, también, en las Rationes decimarum del 1280, y figura como parroquia en las relaciones diocesanas del siglo xiv. En todos estos textos la advocación a san Emeterio es la única que se cita. Se desconoce el momento exacto en que fue incorporada la actual advocación al también mártir san Celedonio.
El edificio actual es fruto de las diversas modificaciones que han tenido lugar en diferentes momentos de la vida del templo, así como de la restauración que se llevó a cabo entre los años 1985 y 1991. En planta se trata de una construcción sencilla, de una única nave rematada por un ábside de perfil semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera. La transición desde la nave hacia la zona de la cabecera se realiza mediante un arco triunfal, que no se conserva a nivel de la cubierta. Las bóvedas de la nave son modernas, pero sí es original la cornisa que resigue todo el perímetro del templo tanto en el interior como en el exterior, y que marca el punto de arranque de las bóvedas primitivas.
Durante el siglo xvii se realizaron diversas reformas en el edificio, entre las que destaca el añadido de una capilla lateral en el muro norte, que fue derruida durante la mencionada restauración del siglo xx, y que dejó a la vista una puerta de medio punto adovelada de época románica la cual, como única hipótesis, se ha propuesto que podía dar acceso a un cementerio. También durante el siglo xvii se llevó a cabo la remodelación de la fachada oeste –en la que se encuentra la puerta de acceso actual– y se levantó la construcción rectangular adosada en el sector suroccidental, presidido por la imponente presencia de un campanario de espadaña de dos vanos.
Todas las fachadas carecen por completo de decoración escultórica, a excepción de un elemento en relieve encastado en el ángulo suroeste y que presenta una decoración zoomórfica en forma de dos seres fantásticos, que parecen aves con grandes alas, que comparten una única cabeza en el ángulo de lo que se asemeja a un capitel. La historiografía propone que se trate, justamente, del fragmento de un capitel reaprovechado de la portada románica del templo primitivo.
El edificio se ilumina por tres ventanas: las dos primeras, situadas en el muro sur, son de doble derrame; la más oriental presenta una ornamentación exterior de tipo geométrico, a base de bolas que decoran todo su perfil. La tercera es la ventana absidal, también de doble derrame y formada por dos arcos adovelados en gradación.
En el interior, todos los muros están cubiertos por una capa de enlucido. Como único elemento decorativo hay un grupo de tres ménsulas esculpidas en bajo relieve, aunque muy erosionadas, por lo que no es posible realizar una lectura de su ornamentación. Las marcas que presentan los sillares de la parte más alta del ábside, en el interior, permiten plantear la idea que, quizás, esta ornamentación a base de ménsulas esculpidas podía decorar el perfil de todo edificio, incluido el ámbito presbiteral.
El aparejo de las zonas de época románica está formado por sillares bien tallados y pulidos, que forman hiladas uniformes. En función de las características técnicas de la fábrica, la historiografía sitúa el edificio entre finales del siglo xii y principios del xiii.
Texto y fotos: Margarida Muñoz Milán
Bibliografía
AA.VV., 1995, pp. 47-48; Badia i Homs, J., 1977-1981, II-B, pp. 19-20; Catalunya Romànica, 1984-1998, IX, pp. 640-642; Font i Verdaguer, P., 2004, p. 62.