Identificador
24520_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 40' 19.01'' , -6º 58' 7.22''
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Ruitelán
Municipio
Vega de Valcarce
Provincia
León
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN JUAN BAUTISTA se encuentra junto a la carretera, en una superficie aterrazada a la que se desciende por una corta escalera que salva el desnivel existente respecto a la calzada. El templo permaneció olvidado por los eruditos y catalogadores de arte hasta 1977 en que lo dio a conocer don José María Luengo y Martínez. El edificio es perfectamente visible por sus costados norte y oeste pero no así por los otros lados que permanecen ocultos por los nichos del cementerio y por la proximidad de varias casas del vecindario. Se trata de una sencilla construcción de nave rectangular y ábside de testero plano a la que se añadió en época posmedieval la sacristía adosada en el lado meridional y la espadaña que se levanta en el hastial occidental. Aunque el enfoscado y encalado de los muros impide apreciar el tipo de aparejo utilizado, intuimos que pueda tratarse de sillarejo o de mampostería de pizarra a tenor de lo visto en los edificios analizados en el entorno. El acceso al interior se realiza a través de una puerta moderna abierta en el muro occidental y otra románica en el lado septentrional formada por un arco de medio punto doblado que apoya sobre impostas de perfil biselado. Ésta era la portada principal del edificio y su ubicación parece obedecer al paso del Camino de Santiago cuyo antiguo trazado discurre al norte del edificio, estando así abierta a los peregrinos que transitaban por sus proximidades. En el interior, la nave se cubre con techumbre de madera con refuerzo de cinco tirantes, cuatro de los cuales son los únicos vestigios que se conservan de una armadura del siglo XV. Esta cubierta sustituyó a su vez a otra más antigua del mismo material, tal vez la original, pues la ausencia de contrafuertes en el exterior parece descartar la existencia de una bóveda de piedra. La techumbre actual data del siglo XVIII, momento en el que seguramente se acometió una reforma más amplia del edificio con la construcción de la espadaña, la sacristía (reconstruida en 1882) y la apertura de un ventanal en la capilla mayor, así como de la puerta occidental. La iluminación de la nave se lleva a cabo por medio de cuatro saeteras, dos en cada lado, con profundo derrame interno, que José María Luengo consideraba primitivas por su parecido con las de otras iglesias bercianas, como Otero de Ponferrada y Santo Tomás de las Ollas. El paso al ábside se realiza a través de un arco triunfal de medio punto de trazado bastante irregular que apea sobre una imposta de perfil curvo que se prolonga por el interior de la capilla mayor marcando el arranque de la bóveda de cañón que la cubre. Actualmente la nave y el ábside presentan en el exterior tejado a doble vertiente y a la misma altura. Esta disposición, que no es la original, corresponde a la reforma de que fue objeto la iglesia tras el incendio sufrido en 1936. Según se recoge en uno de los libros de fábrica “se quemaron todas las imágenes, que eran de bastante valor, una Vi rgen del Rosario, valorada en 8.000 pesetas, la ropa, libros de archivo, excepto los corrientes y dos de bautismo y casi todos los objetos de culto”. En 1938 se acometió la reconstrucción del templo alterándose en gran medida la estructura original de la cubierta que presentaba una altura desigual para la nave y la cabecera, aspecto que ya constató José María Luengo. Al hacerse el nuevo tejado se igualaron las alturas de ambos sectores, elevando los muros del ábside hasta alcanzar a los de la nave y dejando inutilizado un óculo que se abría en el primitivo desnivel. La cronología del templo es quizá el aspecto más controvertido, pues aunque Luengo considera su antigüedad cercana a los años finales del siglo XI o comienzos del XII, creemos que las características constructivas que presenta el edificio responden sobre todo a fórmulas arcaizantes propias de talleres populares que permanecieron anclados en la tradición de las formas. La utilización de algunos elementos decorativos como las impostas de perfil curvo en la capilla mayor o biselada en la portada norte parecen más propias de una cronología tardía, que puede rondar los últimos años del siglo XII.