EL TEMPLO PARROQUIAL se sitúa en la parte septentrional de la localidad, abriendo su acceso a una amplia y decorosa plaza, encontrándose libre de construcciones adosadas, si bien en el costado opuesto al citado espacio y próximas al edificio se ubican pequeñas construcciones en desigual estado de conservación. Esta fábrica es un ejemplo más de templo que ha ido atravesando diferentes momentos, reflejados en grandes transformaciones en su construcción. De lo que puede considerarse edificio primigenio restan parte de la portada de acceso, restos de un posible pórtico, así como algunos sillares desperdigados por los distintos muros. El acceso se hace por un amplio arco de medio punto en el que se conservan unas pequeñas piezas trabajadas a modo de imposta; con perfil de listel y chaflán presenta este último decoración de tallos formando clípeos, insertos en los cuales se disponen tetrapétalas, todo ello de abultada talla. Al exterior, en disposición que recuerda la de un pórtico, aparece una serie de tres arcos de medio punto cegados, si bien la apariencia habla de piezas remontadas; por encima corre una imposta de cuarto de bocel, de la misma sillería que los arcos. En el interior del templo se conservan dos piezas cuya presencia resulta hoy llamativa, debido a su escasa relación formal con el conjunto. De una parte se encuentra la pila bautismal, compuesta de vaso y tenante ambos con perfil troncocónico invertido; el pie de 35 cm de altura remata en sus extremos en dos molduras aboceladas, la inferior peor conservada, mientras que la superior presenta un motivo de sogueado con decoración de pequeñas puntas de clavo. El vaso, de 107 cm x 45 cm, luce un friso ornamental, saliente respecto al perfil general, de flores octopétalas inscritas en círculos; la embocadura presenta corte abiselado, limitado por una incisión en la cara superior, además de un perfil rehundido para colocar la tapa. Sirviendo de tenante de una pila aguabenditera, se encuentra una pieza de origen incierto y peculiaridades formales llamativas; realizada en piedra caliza, presenta cuatro personajes en pie dispuestos en ejes axiales, lo que pone en evidencia que en origen iba a ser vista desde todos los ángulos. Las figuras componen un conjunto, si bien no establecen comunicación entre ellas y están trabajadas persiguiendo su caracterización e identificación, siendo posible reconocer a tres personajes masculinos y uno femenino. La composición resulta recargada sin solución de continuidad, lo que elimina la posibilidad de incluir una mínima ambientación espacial. Presentan un cuerpo proporcionado, siendo la cabeza el elemento que rompe este equilibrio; en cuanto a la caracterización de los personajes, hay que referirse a la similitud entre dos de las figuras masculinas, ambas imberbes y con melena corta y abultada, si bien sus facciones han sufrido el paso del tiempo y hoy se muestran apenas reconocibles. La tercera representación masculina luce rostro barbado y melena sujeta sobre la frente con una cinta decorada con motivo de puntas de clavo, presentando la figura femenina un tocado de cofia y barboquejo. Uno de los personajes lleva un báculo en una mano, con anómala disposición del brazo, mientras que con la otra sujeta lo que parece una redoma o una calabaza; mientras, el resto de las figuras realiza el mismo gesto, consistente en juntar las manos a la altura de la cintura, sujetando un objeto de difícil identificación. En cuanto a la vestimenta, se distingue el empleo de largas túnicas y mantos donde abunda la presencia de pliegues estereotipados, que vendría a incidir en la moderada calidad técnica que caracteriza toda la pieza y que apoyaría una cronología no anterior a la mitad del siglo XIII.