Identificador
50094_01_323n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 6' 55.61'' , -1º 24' 53.81''
Idioma
Autor
Jesús Andrés Navarro
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Daroca
Municipio
Daroca
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Claves
Descripción
La iglesia de San Miguel, también conocida popularmente como San Valero, es la iglesia de Daroca que mejor conserva su disposición románica. Según el documento de 1230, ya citado en la iglesia de Santa María y de los Corporales y en la introducción, esta parroquia contaba con 146 vecinos, lo que la situaba en cuarta posición en aquella fecha. Las reformas comenzaron pronto en este templo, puesto que ya en el siglo XIV se decoró el ábside con pinturas murales dedicadas a la Coronación de la Virgen y un friso de ángeles y apóstoles, sin variar nada la estructura del edificio. Tampoco lo hicieron las reformas efectuadas en el siglo XV, consistentes en la construcción de una torre de estilo mudéjar a los pies, junto a la portada. Entre 1518 y 1540 se edificó un nuevo coro a los pies, ampliando longitudinalmente el edificio, y una capilla en el lado norte, también en este siglo. La reforma más negativa fue la del siglo XVIII, ya que se derribó la bóveda que la cubría con el fin de construir otra de lunetos siguiendo los nuevos cánones. También se levantó una cúpula sobre pechinas en el crucero y se añadieron capillas entre los contrafuertes. A principios del siglo XX, concretamente en 1919, se demolió la torre mudéjar. La restauración de 1965 devolvió a la iglesia su estructura primitiva, aunque se respetó cuidadosamente el coro de los pies. Su planta original estaba compuesta por tres naves de dos tramos con crucero, ábside semicircular orientado al Este y presbiterio. La nave central, más ancha que las laterales, tiene una longitud de 35 m, aunque si descontamos el tramo del coro, posterior a la construcción románica, ronda los 26,60 m. El crucero tiene una anchura de 21,30 m, mientras que la nave central cuenta con 8,75 m y el ábside con 6,80 m. La cabecera tiene tres vanos de medio punto, uno centrado en el ábside que fue cegado al interior por las pinturas góticas, y otros dos a ambos lado del presbiterio. Además de éstos, otros dos vanos de iluminación de medio punto se disponen en los lados norte y sur del transepto. En el tramo de los pies, orientada hacia el Sur, se abre la portada románica abocinada, con cinco arquivoltas de medio punto. El conjunto de la obra presenta buena fábrica sillar cuyo grosor de hiladas varía entre 25 y 40 cm. Se aprecian algunas marcas de cantero con forma de flecha en el interior, concretamente en algunas de las columnas adosadas a los pilares que sostienen el arco triunfal, y una en forma de B tumbada en uno de los sillares exteriores del muro norte del crucero. Las naves estarían cubiertas inicialmente con bóveda de cañón apuntado sobre fajones, apeando su peso sobre pilares compuestos con columnas adosadas en los frentes y dobles en los codillos (ya que sostienen arcos doblados), mientras que el ábside se cubre con bóveda de cuarto de esfera. El ábside se haya exteriormente dividido en cinco paños de 2 m de anchura, separados por triples columnas cilíndricas adosadas, donde la central es más gruesa y alta que las laterales. La central llega hasta el alero del tejado mientras que las laterales sólo lo hacen hasta la fila de arquillos ciegos que, en razón de tres por cada segmento, coronan el cilindro absidial. Todas ellas parten del zócalo del ábside y rematan en capiteles no muy bien conservados, con motivos de carácter vegetal, sirviendo de apoyo los laterales a los arquillos de los extremos, mientras los demás apean sobre modillones de rollo. Las tres ventanas de la cabecera cuentan con doble derrame y arcos de medio punto de diversos tipos, que apoyan sobre columnas de fuste cilíndrico y capiteles tallados. Las abiertas en los muros norte y sur del presbiterio están a una altura más baja que la central, son más pequeñas y más sencillas en su configuración y ornamentación. La central es la que ofrece mayor interés, aunque se encuentra cegada al interior por el revoque que sirve de base para las pinturas góticas. Dispone de aspillera estriada y abocinamiento exterior de remate lobulado enmarcado por baquetón corrido, sin capitel. El conjunto cuenta con adorno exterior formado por columnas de capiteles labrados muy deteriorados, pero en los que aún se distingue alguna de sus formas. En el capitel del lado sur cabe reconocer una figura central en pie en el centro, flanqueada por dos ángeles. Por delante se ven dos animales que acercan sus cabezas a lo que se muestra como una pila. Cabría interpretarlo como una imagen de la Virgen María ante la habitual figuración románica del Niño en el pesebre (en este caso en forma de pila bautismal) que recibe el aliento de la mula y el buey. En el capitel del lado norte apenas se pueden distinguir las figuras humanas, que parecen componer la tradicional iconografía de la adoración de los Magos, con María llevando al Niño en el extremo derecho del observador, ante ella el primer rey que dobla la rodilla y por detrás los otros dos. El arco que soportan los capiteles se adorna con pencas complementadas por bolas. La chambrana continúa la sencilla molduración de los cimacios. La parte superior del semicilindro absidal, con su combinación de haces de columnas y sucesión de dos órdenes de arquillos sobre modillones, recuerda lejanamente a otras obras del románico tardío, como San Lorenzo de Vallejo de Mena, en Burgos, la iglesia de Bordecorex, en Soria, o en la iglesia de Santa Clara en Molina de Aragón, en Guadalajara. Suponen la evolución de un tipo iniciado en templos relevantes, como Santa María de Irache (Navarra). El interior del cilindro absidal está recorrido en su parte baja por un zócalo a modo de bancada con una moldura en el reborde, y en su parte superior por una imposta entre el paramento vertical y la bóveda. Los capiteles sobre los que apea el arco triunfal están decorados con formas vegetales consistentes en sencillas hojas de palma, mientras que los que separan presbiterio y ábside son historiados, aunque no fáciles de interpretar por su mal estado. En los dos del lado norte se distingue el cuerpo de un ángel sosteniendo una balanza. Es San Miguel, el titular del templo, frente a otra figura muy deteriorada que será el demonio; a su lado otro ángel, de nuevo el capitán de la milicia celeste, clava la lanza en las fauces del dragón, un animal fantástico con forma de serpiente con garras, ambos sobre un fondo estriado de esquematización vegetal. En los dos del lado sur se distingue un ángel blandiendo una espada frente a dos fragmentos de équidos sobre fondo liso. Aunque recuerda a la composición de la burra de Balaam, esta identificación no explicaría la aparición de la segunda montura. Además, el relato bíblico no identifica como San Miguel al ángel que protagonizaba la escena. En el último capitel se reconocen tres figuras, dos de ellas femeninas con los brazos en alto, y una masculina que parece que alancee a un enemigo, sobre un fondo estriado. En todos ellos se conserva parte de la policromía gótica. Las figuras, muy simples y adelgazadas, se alejan de las pautas plenamente románicas todavía presentes en Santa María de Daroca, atestiguando la presencia de un taller inercial. La bóveda de cuarto de esfera que cubre el ábside se adorna con tres rosetas lobuladas de siete pétalos cóncavos distribuidas en una misma hilada a media altura y una más en la clave. La portada, que abre al muro sur, se dispone en un cuerpo adelantado, de 1,50 m de grosor medio y una anchura de 7,35 m. Se articula mediante cuatro arquivoltas de medio punto que apoyan sobre cuatro columnas a cada lado, de fuste cilíndrico. Sus capiteles son de difícil interpretación por su mal estado de conservación. Los del lado oeste presentan el sólido capaz. En algunos del lado se adivinan algunas figuras aladas, como en el primero o el tercero desde el interior, pero sin capacidad para identificar ninguna escena. Sobre las jambas del vano, que mide 2,10 m de luz, se disponen sendas ménsulas con un rollo en su nacela, decorado con una roseta cuadrifolia incisa, que sostienen el tímpano donde, según se perfila, aparecía esculpida una representación de Cristo en majestad, dentro de una mandorla rodeada por el Tetramorfos, cuyo relieve está picado y arrasado. Respecto a las arquivoltas, conviene señalar que todas presentan modelos diferentes. Las dos interiores son simples, con un toro entre dos escocias, la primera, y tosca decoración ajedrezada, la segunda. La tercera y la cuarta son dobles, aunque con molduras de distinto grosor. Por encima de la cuarta, la chambrana presenta decoración de dientes de sierra y una moldura decorada con ajedrezado. Toda la portada se halla protegida por un tejaroz sobre modillones lisos. La iglesia de San Miguel posiblemente se comenzó a construir a finales del siglo XII, extendiéndose su obra durante el siglo XIII, con añadidos del XIV y del XV, siendo reformada en el siglo XVII. En lo que respecta a la primitiva fábrica románica, existen dos razones que influyen en su datación tardía: la primera está en función de la afinidad existente entre su ábside y los citados paralelos tardorrománicos, que suelen situarse en los últimos años del siglo XII, y la segunda es el carácter inercial (“goticismo” lo llama Canellas) de los ángeles representados en los capiteles del presbiterio.