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Detalle del interior

Identificador
19053_03_079n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 45' 27.60'' , -2º 52' 16.81''
Idioma
Autor
Ezequiel Jimeno Martínez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María de la Peña

Localidad
Brihuega
Municipio
Brihuega
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
SITUADA EN EL EXTREMO SUR DE LA VILLA, junto a la roca que corta el altiplano briocense, se encuentra la iglesia de Santa María de la Peña. Forma parte de la muralla medieval que recorre el borde meridional de la villa. Es una de las cuatro iglesias medievales que tuvo Brihuega a principios del siglo XIII. Fue mandada construir por el arzobispado de Toledo bajo mandato de don Rodrigo Jiménez de Rada, siendo precursora de la arquitectura cisterciense bajo un modelo arquitectónico que recogía los nuevos avances reflejados, principalmente, en la utilización de bóvedas y arcos ojivales en detrimento del arco de medio punto, puramente románico. Según algunos historiadores, como Catalina García, la construcción pudo iniciarse a finales del siglo XII, pensada en el estilo predominante de la época, el románico, aunque según avanzaba su obra tuvo que someterse a las nuevas directrices que iban apareciendo hacia el siglo XIII. El hecho de que se construyera al borde de la meseta, elevándose sobre el valle del Tajuña, se ha justificado por la leyenda que acompaña la historia de este edificio. Cuenta la tradición que fue en las inmediaciones de este lugar, en las oquedades más profundas, donde la Virgen, con el Niño en brazos, se apareció a la princesa Elima, hija del rey moro Al-Mamún a finales del siglo XI, y que cautivada por tal acontecimiento y prendada de su esplendor decidió convertirse al cristianismo. En ese mismo instante y en dicho lugar se construyó una pequeña ermita donde poder venerar a la Virgen, que fue, desde entonces, la patrona de la villa. Tiempo después se sustituyó la vieja ermita por un templo de mayores dimensiones, en el emplazamiento que hoy vemos de estilo románico, en el siglo XIII y derribando para ello la antigua fábrica. Se trata de un templo de estilo románico tardío, vinculado al grupo de iglesias que pueden denominarse protogóticas, como las de Sigüenza, Cifuentes y las briocenses de San Felipe, San Miguel y Santa María de la Peña, en las que se inicia lentamente el arte gótico. Cerrando el pradillo de la iglesia se encuentra la redondeada mole del castillo de la Peña Bermeja, alzado sobre la primitiva fortaleza árabe del siglo XI, que una vez en manos del señorío eclesiástico de Toledo fue reformado y reconvertido en palacio residencial para pasar largas estancias. La iglesia de Santa María describe en planta una estructura de forma rectangular, con la disposición de tres tramos, con cabecera a saliente y torre a poniente, con la salvedad de situar en el lado norte el pórtico de ingreso, en lugar de situarlo al lado sur como era lo habitual, debido a que el borde de la roca hacia inaccesible su entrada. En su lugar se abrieron posteriormente, hacia el siglo XVI, dos capillas laterales como prolongación de la nave sur. Al exterior se aprecia la conjunción de volúmenes que se han ido adaptando a la arquitectura del edificio a lo largo de sus diversas etapas, formando un conglomerado de varios estilos arquitectónicos, pero que ha logrado respetar la original planta románica del siglo XIII. La fábrica en su conjunto es de sillares regulares, para las partes más nobles, y de mampostería típica de piedra y argamasa, para el resto de los muros. En el lado oriental se sitúa la cabecera, con ábside poligonal de cinco paños separados por contrafuertes, cada uno de los tramos ocupados por un vano de arco de medio punto con tres arquivoltas, rematadas en su contorno por una chambrana de puntas de diamante. Las arquivoltas de fino bocel descansan sobre pequeñas columnitas muy estilizadas con decoración de capiteles vegetales. Parte del ábside se encuentra oculto en la panda sur por la adhesión de un cuerpo de planta rectangular para la sacristía, por lo que sólo se aprecian cuatro de los cinco vanos. Es oportuno señalar también que parte del ábside se encuentra relleno casi hasta la altura de los vanos para quedar igualado al nivel de la calle, ocultando la fábrica de sillería en su parte inferior. Destaca la altura de la nave central sobre las laterales, que, sobresaliendo en volumen, recoge la luz exterior a través de amplios vanos apuntados, tres en la panda norte sobre la portada de ingreso. Dichos vanos se resuelven con arco apuntado con chambrana decorada con puntas de diamante y tímpano. El primero de ellos, original del siglo XIII, se ha podido conservar intacto, mientras que los otros dos fueron sustituidos por dos de piedra en 1995. Una línea de canecillos recorre parte de la cornisa de la nave central en el primer tramo, pues el resto desapareció sufriendo restauraciones posteriores. La portada de ingreso se encuentra resguardada por un pórtico moderno y se abre mediante un gran arco apuntado de clara influencia gótica. Está compuesta de cuatro arquivoltas que se decoran con puntas de diamante, fino bocel la segunda y palmas vegetales. Ocupa el arco interior un tímpano rebajado con dos arcos apuntados simétricos que simulan un falso parteluz. Sobre éste se sitúan tres óculos, el central tetralobulado. Descansan las arquivoltas, a su vez, sobre esbeltas columnas adosadas al muro, y los capiteles mezclan motivos vegetales con algunos historiados, en el margen izquierdo, que parecen representar escenas de la Virgen María. Tras las últimas restauraciones del año 1994 se aprovechó el cincuenta por ciento de los fustes de las columnas y se rehicieron los capiteles del margen derecho, en los que se representa las escenas de la Anunciación, Visitación y Nacimiento. La torre es posterior a la realización de la iglesia románica, se localiza a poniente y tiene planta cuadrada. Consta de dos cuerpos, en cuya parte inferior se abre una nueva portada, esta vez bajo un sencillo arco de medio punto sobre el que se emplaza un escudo del cardenal Juan de Tavera (1534-1545), época de ampliación de la iglesia. De esta época es también la apertura de dos nuevas capillas en el lado sur, que ensanchan aún más la nave lateral. Una vez en el interior, se aprecia la diferencia de altura de las naves, más alta la central que las laterales, y la iluminación que se consigue a través de los amplios y esbeltos vanos de la nave central. La separación de esta nave con las laterales se resuelve a través de arcos formeros de medio punto que descansan sobre gruesas pilastras con columnas adosadas, mientras que las naves laterales lo hacen mediante arcos apuntados. A excepción de los brazos del crucero, que se cubren con cúpulas sobre pechinas barrocas, el resto lo hace con bóvedas de crucería de fina ejecución, mostrando todas las nervaduras sobre la tosca piedra. Si algo llama la atención al interior, a parte de la tenue luminosidad de su espacio, es la rica decoración de los capiteles que se reparten por cada una de las columnas. De diversa temática, pero de rigurosa ejecución, pueden apreciarse capiteles vegetales de roleos, hojas de acanto y otros frutos, acompañando a capiteles de temática historiada, que pone de manifiesto el significado del arte románico en una unión de la iglesia con sus fieles, desarrollando un programa iconográfico que muestra la lucha entre el bien y el mal, la necesidad de la penitencia y el perdón para salvarse de las penas del infierno. Por este motivo se realizan capiteles como el que aparece en la nave central, que muestra la escena bíblica de Sansón degollando a un león. La temática mariana es la más desarrollada en los capiteles, y, en este caso, siendo la advocación de la iglesia a Santa María, no es difícil de explicarlo; entre ellos destacan la Anunciación de la Virgen, capitel también de la nave central junto a los pies. Acompañan el programa iconográfico otras figuras antropomórficas como centauros, toros alados, y figuras animales, como monos, perros y otros de difícil adscripción. El paso de la nave central a la capilla mayor se resuelve mediante un gran arco triunfal apuntado, dando acceso, en primer lugar, al presbiterio recto con columnas adosadas y bóveda de crucería. El ábside poligonal se cubre con bóveda de crucería de seis nervios que descansan sobre esbeltas columnas rematadas en capiteles foliáceos. Se divide el ábside en cinco tramos, ocupado cada uno de ellos por un delgado vano de arco de medio punto, ligero abocinamiento y recercado por chambrana de puntas de diamante. En la parte central del altar mayor se venera la imagen de la Virgen de la Peña, situada sobre un pedestal adornado al efecto. A los pies de la nave se encuentra el coro alto, sobre un amplio arco escarzano y escoltado por medallones de estilo plateresco del siglo XVI, época en la que se realizan ampliaciones en el templo por parte del Cardenal Tavera, promotor de toda la obra renacentista en el templo, plasmada al exterior por la portada occidental y rematada por el escudo arzobispal. Se trata, por tanto, en su conjunto de uno de los templos más significativos y de mayor devoción de la provincia de Guadalajara, en el que se marcan las pautas de un claro avance hacia el gótico, aunque perviviendo con la tradición del arte románico. Es una muestra de la importancia que para el arzobispado de Toledo tuvo la villa de Brihuega, concretamente la iglesia de Santa María de la Peña, lugar de culto y devoción de la patrona del municipio.
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