Sant Joan de les Abadeses
Museo del monasterio de Sant Joan de les Abadesses
El Museo del monasterio de Sant Joan de les Abadesses está situado en la plaza de la Abadía, justo al lado del monasterio, y fue inaugurado el 6 de julio de 1975 gracias a la estima que los habitantes de la villa han tenido tradicionalmente hacia su patrimonio histórico y artístico. La voluntad de conservar el legado monástico surgió a finales del siglo xix, iniciativa del párroco de Sant Joan, el padre Francesc d’Asís i Jolís, aunque la idea no se materializó hasta más tarde, ya de la mano del padre Josep Masdeu, quien llevó a cabo la ardua tarea de congregar todos los objetos artísticos del cenobio en el archivo del monasterio. Este gesto de Masdeu propició la revalorización del patrimonio artístico de Sant Joan momento en el cual brotó la idea de crear un museo para mostrar las piezas a eruditos y al público general. Desgraciadamente, con el estallido de la Guerra Civil en 1936 el proyecto quedó paralizado y, con el objetivo de salvaguardar los objetos de posibles saqueos, la Generalitat se llevó las obras y documentos del archivo hasta el fin de la guerra, cuando fueron devueltos al monasterio, aunque sin mostrarse al público. Más adelante, se acondicionó la antigua vicaría anexa con el fin de acomodar el futuro museo: se derribó el segundo piso y se retranqueó el edificio, pues tapaba una parte del templo. Una vez terminadas las intervenciones arquitectónicas, se habilitaron los espacios para que el museo y el archivo pudieran ser consultados y visitados de forma independiente. No obstante, no fue hasta principios de la década del 1970 que el proyecto recibió un último impulso que permitió la instalación de las obras. Fue gracias a la labor de un grupo de personalidades de Sant Joan y del párroco del monasterio, Lluís Tarracó. El museo que podemos visitar a día de hoy es el resultado de la musealización de una parte de los objetos procedentes del cenobio, así como de distintas capillas de la villa y de parroquias vecinas.
Los fondos del museo abarcan obras de distintos períodos y procedencias, mayoritariamente de carácter religioso, y en los que también se incluyen piezas de colecciones particulares que han sido donadas al centro. La exposición permanente consta de un centenar de objetos que comprenden desde la época medieval hasta la contemporánea e incluyen disciplinas artísticas distintas como la escultura, pintura, artes suntuarias, orfebrería o indumentaria religiosa. Los fondos románicos se sitúan cronológicamente entre los siglos xi y xiii, con algunos ejemplos textiles un poco anteriores fechados en época carolingia o prerrománica.
Escultura arquitectónica
Los ejemplos de escultura pétrea del museo proceden, en su mayoría, del monasterio de Sant Joan, con la excepción del tímpano de la iglesia vecina de Sant Joan i Pol. Uno de los más interesantes es un fragmento de relieve en piedra arenisca (núm. inv. 90), de 35 x 100 x 14 cm, que decoraba la puerta suroeste de la iglesia monástica. Se conserva de modo fragmentario, pues fue reutilizado como peldaño de la escalera de acceso a los pisos superiores del edificio hasta 1974, momento en el cual fue instalado en el museo. Se identifica fácilmente una representación sintética del Bautismo de Cristo, en la que aparecen sólo dos personajes: a la izquierda, el santo patrón titular de la iglesia, san Juan Bautista, abrazando el cuerpo de Jesús, en el centro de la composición, con el torso desnudo. La figura del Bautista toma rasgos angélicos ya que se muestra al vuelo y encima de una roca aunque, desgraciadamente, el hecho que la figura esté decapitada impide su correcta identificación. La parte superior se completa con un disco fragmentario en el que se lee de y que, según X. Barral, se interpretaría como parte de una inscripción alusiva a la voz del Padre que bendice al Hijo después del bautismo (Hic est filius meus dielctus, in quo mihi complacui, Mateo 3, 16:17), y para el cual menciona la iglesia de San Juan Bautista en Çavuçin, en la Capadocia, como referente. La parte inferior está ocupada por una inusual representación de las aguas del río Jordán: éste se presenta por un sola lengua de agua horizontal que emerge, a la derecha, de dos pequeñas concavidades, las fuentes que lo originan (Jor y Dan), excavadas en una superficie rocosa. En la parte superior se halla una palmera que podría hacer referencia a la vegetación y al paisaje de la tierra que baña el río. La sorprendente voluntad de recreación topográfica de Tierra Santa podría estar relacionada, según apunta la historiografía, con el conocimiento del manuscrito de Flavio Josefo (Iosephum), conservado en la biblioteca del vecino monasterio de Santa María de Ripoll, en 1047. Desde el punto de vista iconográfico e iconológico, el simbolismo bautismal del relieve es más que pertinente para una iglesia dedicada al Bautista pues su lectura alegórica se debe leer en clave de evocación de la tierra prometida y de la modélica vida reformada de la comunidad de agustinos que habitaban en el monasterio. En cuanto al estilo, los plis soufflés o pliegues del ropaje del santo, con ínfulas angélicas, así como las ondas ribeteadas del río, remiten a los relieves de los arcos de ingreso del portal de Santa Maria de Ripoll, aunque también a los capiteles del claustro del propio monasterio sanjuanense. En esta línea, la historiografía ha situado su cronología entre 1150 y 1161, coincidiendo con las fechas de consagración de Sant Joan y del fallecimiento del beato Miró, quien, en su Vita, describe la puerta sur de ingreso al monasterio.
El museo conserva también una serie de fragmentos escultóricos, algunos bastante deteriorados, procedentes del edificio monástico. Un capitel esquinero (núm. inv. 92) de 34 x 30 x 30 cm, de piedra arenisca, presenta una estructura derivada del corintio. Se identifica un felino en el ángulo, adornado con decoración vegetal a base de volutas y bandas de estrías que llenan el fondo y que, en algunos puntos, conserva lo que parecen ser trazas de policromía roja. Estilísticamente, sigue la misma línea que los capiteles conservados in situ, y por este motivo se ha fechado a mediados del siglo xii. Del mismo modo, se conservan dos fragmentos de capitel (núms. inv. 324 y 84) que representan respectivamente un animal, posiblemente un felino (30 x 32 18), y una figura humana recostada (27 x 28 x 18 cm), ambos fechados también en el siglo xii.
Otros fragmentos escultóricos exentos se muestran en la sala, para los cuales mayoritariamente se desconoce emplazamiento o función. Es el caso de un interesante un fragmento de cabeza humana (núm. inv. 70), de 24 x 15 x 14 cm, procedente de la cabecera de la iglesia monástica, hecho que se confirma con la poca erosión que padece la piedra y que sugiere una ubicación interior. Aunque la guía del museo la catalogue como capitel, la presencia de un soporte en la parte superior de la cabeza y su estructura llevan a pensar en un elemento tipo ménsula. Estilísticamente, está en la misma órbita de la escultura ripollense de mediados del siglo xii, en concreto con los talleres de la portada de Santa María de Ripoll y de la iglesia de Sant Joan i Pol de las Abadesses. Distinto es el caso otros dos fragmentos, una suerte de felino (núm. inv. 91) de 17 x 21 x 10 cm, de piedra arenisca, ostensiblemente deteriorado, que formó parte de la base de una columna del ábside de la iglesia y el de una pequeña cabeza de león (núm. inv. 88), ambos fechados en el siglo xii. Finalmente, el museo cuenta con un fragmento de fuste de columna (núm. inv. 87), de 64 x 17 cm; un fragmento de cornisa (núm. inv. 85), de 20 x 30 x 17 cm; y un ábaco (núm. inv. 83), de 13 x 30 x 20 cm. Estos tres elementos, si bien descontextualizados, comparten un mismo estilo decorativo a base de elementos geométricos y vegetales, como entrelazos, todos fechados en el siglo xii, en la línea del programa ornamental del claustro.
Merece especial atención el del magnífico tímpano conservado en el museo y procedente de la puerta principal de la vecina iglesia de Sant Joan i Sant Pau (núm. inv. 477), también conocida como de Sant Pol. En marzo de 2008 fue extraído de su ubicación original para su restauración, después de la cual se decidió depositarlo en el museo del monasterio de las Abadesses para evitar la degradación progresiva de la piedra. Después del proceso de restauración, el tímpano se encuentra estabilizado, conservando todavía en algunas de sus partes, como la túnica que viste el Cristo central, algunos restos de la antigua policromía. El tímpano presenta la escena de la Traditio Legis y se ha fijado su cronología a comienzos de la segunda mitad del siglo xii, en plena etapa de renovación arquitectónica en la región, que coincide en el tiempo con la elaboración de grandes portadas monumentales de Vic o Ripoll.
Talla
Hay tres ejemplos de talla románica que merece la pena destacar. En primer lugar, un ejemplar de frontal de altar de madera pintado al temple (núm. inv. 51), reconstruido modernamente (64 x 95 cm, parte original; 92,5 x 146,7 x 4 cm, con la reconstrucción), y que, según los registros del museo, fue hallado en el altar del monasterio, escondido detrás del altar barroco. En la parte original se aprecian cavidades u hornacinas en forma de arcadas que debían servir como receptáculo de las figuras originales, hoy desaparecidas (sí se conservan las marcas de los clavos para sostenerlas). En el centro de la composición se halla la cavidad más grande, de forma almendrada, a modo de mandorla. Destacan una serie de franjas entre las hornacinas sin ningún resto de pintura pero que sí conserva los agujeros y clavos que debían sostener algún tipo de metal. Aún así, se preserva parte de la policromía original, aplicada rústicamente sobre una fina capa de yeso, tanto en las hornacinas laterales como en la principal. Llama especialmente la atención la inscripción que aún se puede leer parcialmente siguiendo la forma de la mandorla central […]est e homo v[…]tat in […] qve genvit [ma]ria fvit dev […]. La historiografía ha relacionado esta inscripción, de carácter mariano, con una posible imagen de la Virgen presidiendo el frontal. La cronología se ha fijado en el siglo xii en base a su tipología y a la inscripción. Aunque se conserven pocos ejemplares de frontales con tallas aplicadas, el Museu Episcopal de Vic custodia un magnífico ejemplo procedente de la vecina iglesia de Sant Pere de Ripoll, que confirma el uso de dicho procedimiento en la zona ripollesa.
También procedente del monasterio, el museo exhibe una arqueta de reliquias de madera (núm. inv. 50) de 40 x 25 cm, con forma de sepulcro. Preserva muy pocos indicios de decoración, sólo una fina capa de pintura roja, y está claveteada, hecho que podría indicar que originalmente estuvo recubierta con algún tipo de metal o decoración más rica. Ha sido fechada en el siglo xii y procede de Sant Martí Sarroca o Sant Martí d’Ogassa, ambas en la misma comarca. Comparte cronología otra arqueta de reliquias (núm. inv. 176), también de madera, 21 x 32 x 16,8 cm, y que, según las transcripciones de pergaminos del padre Masdeu, el abad Ponç de Monells (1140-1193) habría utilizado para albergar distintas reliquias en 1151.
Otro objeto interesante que conserva el museo es una cruz potenzada de madera policroma (núm. inv. 78), de 180 x 105 x 4 cm, procedente de la desaparecida capilla del Roser, localizada en la misma villa de Sant Joan, en la orilla derecha del río Ter. Preserva algunos vestigios de pintura con figuración que plantea una iconografía clásica para este tipo de cruces. Los extremos de los brazos terminan en potenzas dando espacio a la decoración del anverso: el brazo superior cuenta en su extremo con una personificación del sol y luna mientras que en el extremo del brazo inferior se representa el cuerpo de Adán saliendo de la tumba; en el extremo izquierdo del brazo travesaño se conserva la figura de la Virgen y en el extremo derecho, la de San Juan Evangelista. El reverso, sin embargo, presenta más pérdidas de decoración y sólo se intuyen los símbolos de los evangelistas: el león de san Marcos y el buey de san Lucas; y en el centro, el Cordero de Dios. En el anverso todavía preserva restos de una inscripción en el brazo superior ihs nazarenus. En el travesaño se pueden observar los agujeros para los clavos que debieron sostener una majestad, hoy desaparecida. Cronológicamente, se debe situar a inicios del siglo xiii, en la órbita del llamado estilo 1200, tanto por la tipología de cruz como por el estilo de la decoración.
Finalmente, el museo cuenta con una cruz (núm. inv. 157) de pequeñas dimensiones, 19 x 13,5 cm, procedente de la tumba del abad Pere de Soler (1203-1217) y con una imagen de san Juan Evangelista (núm. inv. 382), donada en el año 1990 y fechada en el siglo xiii, según los registros del museo, aunque probablemente debería situarse en una época posterior.
Artes suntuarias
Se conservan en el museo numerosos fragmentos de tejido de época románica, con distintas cronologías y procedencias. La mayoría fueron importados en época medieval de Oriente, siendo adscritos a talleres andalusíes, bizantinos, sasánidas y sicilianos por la historiografía y hallados, fundamentalmente, en sepulcros de abades del monasterio. Era un hecho habitual en el período medieval enterrar a los personajes ilustres con su indumentaria religiosa, reaprovechando telas exóticas importadas y que consideradas productos de lujo dado su alto coste y los materiales usados, como la seda y oro.
Entre los fragmentos conservados en el museo cabe destacar el núm. inv. 363, lampás a base de tafetán (18 x 29,5 cm) decorado con pallia rotata con pájaros en el interior y característico de los talleres andalusíes del siglo xii; procede del mismo conjunto de tejidos hallados en la tunicela y la dalmática de Sant Bernat Calbó. También debe mencionarse el conocido como Tejido de las águilas (núm. inv. 372), de grandes dimensiones, 61 x 138,5 cm, aunque se conservan distintos fragmentos en otros museos y que, probablemente, sirvió para decorar las paredes de la iglesia monástica; se le ha considerado una manufactura siciliana, al compartir iconografía con las pinturas de la Capilla Palatina de Palermo. Por último, se conserva también un pequeño fragmento de 4 x 7 cm de un bordado que parece una manufactura local, a base de hilo de oro entorchado (núm. inv. 370); se ha fechado a inicios del siglo xiii
Entre los materiales textiles de Sant Joan de les Abadesses debe mencionarse quizás también el conocido Drap de les Brúixes (Paño de las Brujas), aunque no se conserva en el museo del monasterio sino, desde 1888, en el Museu Episcopal de Vic (núm inv. 557). A pesar de la disparidad de cronologías y filiaciones estilísticas propuestas por la historiografía, los estudios más recientes apuntan a que tiene un origen situado en los talleres textiles del Levante mediterráneo (Siria, Palestina o Egipto), de fuerte influencia bizantina y sasánida pero con características locales, y que fue manufacturado en una fecha en torno a los siglos ix y x.
Texto y fotos: Laila Pérez Pena
Bibliografía
Barral i Altet, X., 1979a, pp. 15-25; Catalunya Romànica, 1984-1998, X; Crispí Cantón, M., y Montraveta, M., 2012, pp. 41-70; Español Bertran, F., 2012, pp. 30-55; Martín i Ros, R. M., 2012, pp. 61-64; Melero Moneo, M., 1993, pp. 19-29; Melero Moneo, M., 2008b, pp. 366-367; Pérez Pena, L., en prensa.