Identificador
34004_01_262n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 47' 45.82'' , Lo, g:4º 15' 44.56''
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Aguilar de Campoo
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE SANTA CECILIA -a unos de 920 m de altitud- está ubicada en la ladera sureste del cerro del castillo, a los pies de los restos de la fortaleza medieval que lo corona. Ocupa por tanto un puesto preeminente desde el que se domina la totalidad del núcleo urbano aquilarense. Desde un punto de vista tectónico, el edificio se asienta sobre un terreno de escasa estabilidad, que hubo de afectar profundamente a sus estructuras, provocando no sólo la aparición de grietas en sus muros, sino una cierta inclinación de la torre. Muy probablemente estas deficiencias en el asentamiento de sus cimientos fueron la causa del hundimiento de determinadas zonas del edificio original. En la década de 1960, el entorno del templo fue sometido a una serie de trabajos de consolidación y reestructuración sobre la base de un sistema de grandes muros de contención que a modo de terrazas posibilitó, además, la creación de un espacio habilitado como aparcamiento. En la actualidad el edificio carece de función litúrgica concreta, siendo utilizado de forma esporádica para determinadas celebraciones. Huidobro y Serna señalaba que al parecer fue parroquia de un barrio -el de Santa Cecilia- ya desaparecido. Las primeras noticias sobre los orígenes del templo son muy confusas. El autor del Catálogo Monumental hace alusión a una lápida en cuyo texto, al parecer, se hacía constar la fecha de su construcción: “IN : ERA : T : LXX : VIIII : REGNANTE : IN CASTELLA ET LEGIONE : FERDINANDO : REX : ET : SANCIA : REGINA : UXOR : EJUS : CONSUMATA : EST : ISTA : ECCLESIA”. Como ya hicieron Rodríguez Muñoz y García Guinea podemos cuestionarnos su existencia, puesto que no se conserva ni lápida ni documento. La inscripción nos habla de un edificio que -aunque fuera realizado en 1041- nada tiene que ver con el actual. En el llamado Testamento de doña Ofresa, recogido por González de Fauve, encontramos la referencia más antigua al barrio de Sancta Cecilia... in Aquilar. La planta rectangular de Santa Cecilia (Monumento Histórico-Artístico desde el 9 de octubre de 1963) presenta tres naves de tres tramos cada una, separadas mediante arquerías apuntadas y cabecera rectangular con ábside central de mayor tamaño, adelantado respecto a las capillas laterales. La nave del evangelio queda presidida por un pequeño ábside trapezoidal de menor anchura que la nave, mientras que sobre la capilla oriental de la epístola se eleva el cuerpo prismático de la torre. El edificio, que cuenta al exterior con la presencia de contrafuertes (alguno original, otros postmedievales y otros añadidos durante la restauración), se levantó en sillería arenisca a excepción de la cabecera en la que se trabajó fundamentalmente con sillarejo, reutilizando piezas anteriores retalladas. La caliza blanca se utilizó en alguno de sus capiteles. La nave central es de mayor anchura que las laterales, emplea arcos apuntados doblados sobre pilares de sección rectangular y semicolumnas adosadas en sus lados mayores oriental y occidental (en el hastial apoyan sobre modillones de rollo). Es una tipología propia de un edificio con cronología avanzada. Aunque su cubierta fue rehecha durante la restauración, hemos de considerar que su morfología no difiere mucho de la original: una techumbre de madera que en la actualidad posee los entrepaños revocados. En palabras de García Guinea, Santa Cecilia resulta “ser la primera iglesia románica palentina de tres naves cubierta con techumbre de madera”. Cuatro pares de vigas de madera a modo de tirantes unen en la parte más alta los muros laterales de la nave central. Para Hernando Garrido y Nuño González (1990) el uso de una cubierta de madera podría deberse a su carácter rural o una continuidad de modalidades ya desarrolladas en Cantabria (Elines y Santillana). El apuntamiento es perceptible en el arco triunfal de acceso al ábside del evangelio y al de la nave principal. El ábside mayor (con una doble credencia trilobulada, separada por columnilla, en el muro meridional) se cubre con bóveda de crucería cuatripartita con clave central y plementería de toba, claramente posmedieval. La bóveda de cañón apuntado -con buen despiece de sillería arenisca- se utilizará en el presbiterio del ábside central y ábside del evangelio, este último con abundantes signos lapidarios. Ya señaló Quadrado que el ábside principal, de factura postmedieval y planta rectangular, sustituye al original semicircular románico, si bien todavía se conserva el arco de medio punto románico que lo comunica con el tramo presbiterial. Exteriormente posee dos contrafuertes angulares y una sencilla cornisa moldurada rematando sus muros. Sin lugar a dudas la esbelta torre prismática, rompiendo la horizontalidad y pesadez que ofrece el conjunto, es el elemento más llamativo. Ocupa el ángulo situado entre la nave principal y el espacio destinado a albergar el ábside de la epístola. A la torre accedemos por medio de una escalera de mano interior. Es de planta cuadrada y se art icula con simples impostas molduradas en sus tres cuerpos. El cuerpo inferior es prácticamente macizo (tan sólo está perforado por dos pequeñas ventanas de medio punto en el muro sur). El intermedio posee ventanas de medio punto abocinadas abiertas en cada uno de sus lados (excepto en el norte). El superior cuenta con vanos divididos por ajimeces de doble columna y una pequeña y sencilla ventana sobre las enjutas. La cubierta se realizó con cerchas de madera y tejado a cuatro aguas. Bajo el alero todavía se conservan varios canecillos zoomórficos. Es de destacar la aparición de semicolumnas entregas en los ángulos achaflanados de los dos cuerpos superiores, al igual que ocurre en Torremormojón, Cervatos y en las iglesias del valle de Valdivielso (Burgos). La fase constructiva más antigua se remonta a fines del siglo XII, y de ella sólo conservamos la torre y el presbiterio del ábside central. El proyecto se limitó a un edificio de nave única, ábside semicircular y torre prismática. En un segundo momento, hacia inicios del siglo XIII, se amplió con tres naves, lo cual supuso el recrecimiento de la nave central y por tanto la ocultación de una de las ventanas (la del lado oeste) del segundo cuerpo de la torre. En una tercera y última fase (ca. siglos XVI-XVIII) se reedificó el ábside central: éste reutiliza sillares retallados del ábside original hundido por causa de un fallo en la cimentación del edificio. Como ya anunció García Guinea, podríamos suponer que Santa Cecilia no fue un edificio aislado en el románico rural palentino. Según el mismo autor, los arquitectos que erigieron Santa Cecilia levantaron la cercana iglesia de San Andrés, así como los templos de Rebolledo y Renedo de la Inera. Es un edificio en el que el gótico se manifiesta en la concepción espacial a pesar de plantear una fábrica plenamente románica. No obstante, su interior crea un ambiente cercano a la estética cisterciense. En la fachada sur de la nave de la epístola se abre la portada. Forma un cuerpo avanzado sobre el muro y se cubre por tejaroz sustentado por canecillos de simple nacela muy restaurados. Tanto el tejaroz como los canecillos son fruto de la restauración de 1962, sobre la que nos detendremos más adelante. Sin embargo, la portada parece corresponder a inicios del siglo XIII. Es apuntada con cuatro arquivoltas de medias cañas y baquetones que descansan sobre ocho columnillas acodilladas, cuatro a cada lado, con rudimentarias basas que tienen lengüetas sobre podium. Los capiteles son vegetales, con acantos estriados rematados en caulículos y prótomos. Jambas y cimacios con derivación en imposta, sobre la que descansa la chambrana, completan el conjunto. La ausencia de decoración figurada en los capiteles de la portada contrasta con la riqueza decorativa de alguno de los ventanales de la torre (arpías) o en el ábside del evangelio (guerrero alanceando un animal fantástico), si bien en unos y otros -así como en los capiteles del interior de las naves- predominan los motivos vegetales, obra de un mismo taller. En el interior del templo las cestas de los capiteles de las arquerías alternan la decoración vegetal (hojas lanceoladas o lobuladas, carnosas, piñas angulares, etc.), con la geométrica (entrelazo de hojas perladas) y figurada. También merece destacarse la variada decoración de las basas (bolas, garras de león, etc.). La figuración es muy interesante, no sólo a nivel iconográfico sino también en cuanto a la calidad de talla, obra de escultores de primera fila. Casi todos los capiteles presentan escenas agrupadas de tres en tres: Sacrificio de Isaac, Venta de José y lucha de guerreros; animal diabólico acosando a un personaje recostado, guerreros en fila y lucha de un guerrero contra un cuadrúpedo, interpretados por Hernando Garrido y Nuño González (1990) como piezas resultantes de un conjunto más completo en el que se neutralizaría la idea de perversión. Frente a la talla tosca, además de desproporcionada, de aquéllos, podemos destacar el que representa el pasaje bíblico de la Matanza de los Inocentes, obra cumbre de la escultura de Santa Cecilia y pieza sobresaliente del tardorrománico palentino. En un relieve acentuado y simétrico se representa en una sola escena al rey Herodes rodeado de soldados -cubiertos por cota de malla- en la degollación de los inocentes. Tras los soldados, en un segundo plano, aparecen las madres llorando la muerte de los infantes. García Guinea señala cómo el conjunto presenta una talla muy similar a los capiteles que procedentes del monasterio de Aguilar considera realizados por el llamado maestro de la Matanza de los Inocentes o maestro del Claustro. También llega a relacionar la talla de algunos capiteles de Santa Cecilia con el denominado maestro del capitel del Cristo Triunfante del monasterio aquilarense. Es de destacar la gran calidad de ejecución de los cimacios de los capiteles ubicados en la capilla mayor (tallos vegetales ondulados, arpías entrelazadas, etc.) trabajados a trépano y de claros referentes en el taller del claustro del monasterio de Aguilar. Otro capitel muy interesante se localiza en el exterior de la ventana de la cabecera. A simple vista la escena no parece tener mucha trascendencia, pues se trata del combate entre un caballero a pie armado con escudo y un animal fantástico que aparece alanceado por su contrincante. Sin embargo en un análisis más detallado, Hernando Garrido y Nuño González (1990) señalaron cómo en el escudo del guerrero aparecían representadas las armas de los Lara, una de las grandes familias nobiliarias que ejercieron su patrocinio sobre varios monasterios palentinos. Sería pues una hipótesis a considerar la intervención de este linaje en la construcción -sobre todo en la ampliación o cambio de proyecto en un segundo momento constructivo- de Santa Cecilia, máxime si tenemos en cuenta el protagonismo que al parecer alcanzó Fernando Núñez de Lara y su hermano Álvaro, alféreces de Alfonso VIII, en Aguilar a finales del siglo XII. Los capiteles figurados nos ofrecen un verdadero muestrario medieval de armas, ropajes, arreos, etc., analizados por Hernando Garrido y Nuño González (1992), en el reciente estudio sobre este edificio. García Guinea señaló vinculaciones con otros edificios como Santa Eufemia de Cozuelos o la portada de Vallespinoso de Aguilar. Hernando Garrido, precisa las repercusiones -ya señaladas en sus líneas generales por García Guinea- que determinados modelos de tallas vegetales aquilarenses, derivadas a su vez de repertorios andresinos, ejercerán sobre los capiteles interiores y portada de Santa Cecilia afirmando que Santa Cecilia pudiera considerarse como el canto de cisne de la doble corriente escultórica protagonizada por los cenobios palentinos de Aguilar de Campoo y San Andrés de Arroyo. Un Cristo (de hacia 1200) y una Virgen con Niño gótica, ambas tallas realizadas en madera policromada procedentes de esta ermita se conservan en la colegiata de San Miguel, en la propia villa de Aguilar. El primero, que formó parte de las piezas recogidas en la exposición Las Edades del Hombre celebrada en Valladolid en 1988, pertenece al tipo iconográfico del Cristo Triunfante, con ciertas tendencias naturalistas. A comienzos de los años 60 se lleva a cabo el proyecto de restauración integral del edificio a cargo de don Anselmo Arenillas, que era, por aquel entonces, arquitecto territorial de la Dirección General de Bellas Artes. Este proyecto de restauración, que determinará de forma exclusiva el aspecto actual del edificio, transformó una serie de elementos: retallado y embutido de sillares en el ábside central; añadido de contrafuertes; reforma del alero; adición del tejaroz de la portada; colocación de columnillas en la torre; sustitución del ventanal gótico de la fachada sur por una saetera de imitación románica; desplazamiento de la ventana del hastial; sustitución del pavimento interno original, etc. A mediados de la misma década del 60, y tras la intervención, se acondicionó todo el entorno. Ello dio lugar a una fuerte remoción de tierras que eliminó el contexto arqueológico exterior al romper y alterar los niveles asociados a los muros y destruir gran parte de la necrópolis. En todo el espacio que rodea Santa Cecilia, y en general en el cerro del castillo, se recogieron cerámicas medievales con decoración estriada y pintada, fechadas por Bohigas y Peñil entre los siglos VIII y X, aunque con escasas garantías de fiabilidad cronológica (Javier Peñil Minués y Ramón Bohigas Roldán, “Las cerámicas comunes de Cantabria”, Altamira, 43 [1981-1982], p. 23). En cuanto a la necrópolis que rodeaba el edificio, poco puede decirse ya que nada queda de ella, salvo las noticias ofrecidas por Huidobro Serna. Otro tanto ocurre con las ocho tumbas que al parecer se conservaban en el interior del templo, pues tan solo perdura una sepultura con dos escudos cuartelados instalada en la nave del evangelio.