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Cabecera de la iglesia

Identificador
09257_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Monasterio de San Felices de Oca

Localidad
Villafranca Montes de Oca
Municipio
Villafranca Montes de Oca
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
DE LOS DIVERSOS EDIFICIOS religiosos con que contó la población -una parroquia y nueve ermitas- hoy sólo quedan tres. La antigua parroquial de Santiago, situada en la parte más alta del caserío, al pie del castillo, desapareció a fines del siglo XVIII, cuando se construye la actual y se emplean sus piedras como material de construcción en el nuevo templo. Debió ser un edificio románico, pues son numerosos los sillares de ese período que se pueden ver integrados en los muros de la actual parroquia, utilizados como simple mampuesto. Al sur de la población, la ermita de Nuestra Señora de Oca, que a veces se ha considerado como románica, creemos que tienen unos fundamentos prerrománicos, según se deduce por algunos aparejos, aunque sufrió grandes reformas ya en época gótica y posteriores, sin que a nuestro entender haya el más leve indicio de fábrica románica en sus muros o en otro tipo de elemento. De aquí procede una magnifica talla de la Virgen con el Niño que hoy se conserva en la catedral de Burgos. El tercer edificio religioso superviviente de su esplendoroso pasado medieval son las ruinas del antiguo monasterio de San Felices de Oca, que se alzan solitarias y desvencijadas al nordeste de la villa, junto al camino de peregrinos, aunque parece que siempre estuvo al margen de ese trasiego. Su fundación debió ser muy antigua, documentándose ya en 863. Al año siguiente el conde Diego Rodríguez -después fundador de Burgos- dona al cenobio varias iglesias y heredades, añadiendo nuevos bienes y privilegios algunos años más tarde. La tradición cuenta que aquí se enterró el conde, y el monasterio siguió prosperando hasta que en el año 1049 el rey pamplonés García de Nájera lo entrega a San Millán de la Cogolla. Pero para Gonzalo Martínez Díez “los supuestos orígenes de esa ermita en el siglo IX y su vinculación con el conde castellano y fundador de Burgos Diego Rodríguez, son elucubraciones que se basan en documentos espurios emilianenses, redactados en el siglo XII, plagados de anacronismos, que fantasean lo que les place y que no pueden ser tomados como base para una reconstrucción histórica medianamente seria”. Sin entrar en batalla con tan notable investigador y al margen de la valoración histórica de los documentos de San Millán, lo cierto es que los escasos restos que han sobrevivido de ese monasterio -al que él denomina como ermita-, son de clara cronología prerrománica, con una cabecera de planta cuadrangular, levantada a base de grandes bloques de sillería arenisca -con alguna estela romana-, cubierta con cúpula y con un arco triunfal de herradura, una morfología que nos acerca a otros edificios prerrománicos burgaleses, como San Vicente del Valle, San Pedro el Viejo de Arlanza, e incluso Quintanilla de las Viñas. Luciano Huidobro llegó a ver en pie los muros de la nave -e incluso de su época se conoce alguna fotografía-, describiendo dos portadas afrontadas cuyos huecos eran adintelados, disponiéndose sobre el dintel un arco de descarga de medio punto macizado. De la relación de este edificio con el período artístico románico da fe quien esto escribe, pues hemos podido ver un fragmento de imposta ajedrezada entre las piedras que rodeaban la cabecera. No es mucho y ni siquiera podemos intuir a qué parte del edificio podía corresponder, aunque es evidente que no tendría relación con lo que hoy se ha conservado en pie, sino con otra parte del templo o con posibles dependencias anejas.