Identificador
33193_01_009
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 20' 50.82" , -5º 56' 8.7"
Idioma
Autor
Maximino Pando Macías
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Sograndio
Municipio
Oviedo
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Claves
Descripción
SAN ESTEBAN DE SOGRANDIO se sitúa en un alto desde el que se divisa una parte de la ciudad de Oviedo, en especial el monte Naranco. La primera referencia documental conocida sobre este templo data de 1290, año en el que el concejo de la ciudad de Oviedo lleva a cabo una pesquisa con el fin de averiguar la situación de las heredades de propiedad concejil emplazadas en varias parroquias del alfoz de Nora a Nora, entre las que se encontraba San Esteban de Sograndio. La iglesia no se cita en los documentos fechados en las décadas centrales del siglo XII, antes mencionados, que se referían a la villa de Sograndio, que, según se expuso, fue donada a la catedral de Oviedo en 1161 y permaneció bajo el dominio del cabildo. Por lo tanto, puede ser que el templo de Sograndio no existiese en el citado período de la duodécima centuria y que el cabildo emprendiese su construcción tras dicha donación, al tener en su poder dicha villa desde entonces y presentar los capellanes de San Esteban a finales de la decimocuarta centuria, según el inventario de parroquias redactado por orden del obispo Gutierre entre 1385 y 1386 y recogido en el Libro Becerro. Las características estructurales y estilísticas que presenta la iglesia parroquial de Sograndio apoyan esta hipótesis y ayudan a datar la iglesia, que sería levantada en las décadas finales de la duodécima centuria. Su planta consta de una nave rectangular y de un ábside semicircular precedido de tramo recto, según el esquema planimétrico difundido en el marco cronológico propuesto. En el imafronte, rematado con una espadaña posterior, destaca una portada ricamente estructurada y decorada, que se cubre con un tejaroz y se realza en arimez sobre el resto del muro occidental. La portada, de cuidada proporción como todos los elementos de esta obra, se compone de tres arquivoltas semicirculares protegidas por guardapolvo, que reposan en columnas acodilladas, las dos exteriores, y en jambas, la interior. Las roscas combinan los mismos motivos que aparecían en la portada meridional del monasterio de San Pedro de Villanueva (Cangas de Onís), pues se decoran mediante zigzag, tetrapétalas con botón central y puntas de diamante. Todos los capiteles de la portada presentan idéntica ornamentación, que consiste en volutas que se disponen sobre hojas de las que penden bolas, siguiendo un esquema aplicado también en las iglesias de importantes monasterios benedictinos de la región, como el ya mencionado y el de Santa María de Villamayor (Piloña), así como en obras relacionadas con ellos y con el estilo difundido por los talleres que trabajaron en los principales centros religiosos de Oviedo. El guardapolvo y las impostas de esta portada de Sograndio se ornan mediante billetes, los canecillos de su tejaroz adoptan forma de quilla o se formulan en caveto, decorándose en este último caso con repertorios variados, entre los que destaca un motivo vegetal de abultadas hojas engullido por un mascarón, siguiendo un modelo que encontramos en numerosas iglesias del románico tardío francés y en los mencionados templos de Villamayor y Villanueva. Alternándose con este motivo, otros canes se ornan con rollos y cabezas humanas. Junto con la portada, el ábside es el elemento que concentra en el exterior los elementos románicos de mayor interés. Su muro semicircular se articula en dos pisos por medio de una imposta lisa y se eleva sobre un basamento en el que se dispone una moldura decorada con dientes de sierra. Perpendicularmente está recorrido por dos columnas que generan tres paños murales, potenciando el central, que acoge la ventana que ilumina directamente el interior del santuario. Estas columnas, de fustes construidos con buenos tambores, se rematan bajo la cornisa con capiteles que se disponen en paralelo con los canecillos. Éstos presentan motivos ya comentados para el tejaroz de la portada, y otros repertorios como apomados, testas monstruosas, figuras humanas, ramilletes de hojas, etc. En el centro del hemiciclo y de las dos columnas mencionadas se abre una ventana de gran interés por su esmerado tratamiento estructural y ornamental. Adopta la disposición característica de los templos románicos asturianos del siglo XII relacionados con las corrientes internacionales, de modo que consta de una arquivolta envuelta por guardapolvo y apoyada en un par de columnas rematadas por capiteles con ornamentación similar a la que aparece en las cestas de la portada occidental. En los costados norte y sur, destaca fundamentalmente la línea de cornisas, que se apoya en los correspondientes canecillos, en este caso decorados con rectángulos escalonados. En el lado meridional fueron añadidas con posterioridad a su construcción dos dependencias rectangulares destinadas a sacristías. En el interior, la nave se cubre con una armadura de madera a doble vertiente y recibe la luz del exterior a través de tres aspilleras, dos de ellas abiertas en los muros laterales y otra por encima del arco triunfal. Éste se alza sobre un zócalo decorado con dientes de sierra y consta de dos roscas lisas que se protegen por un guardapolvo decorado con puntas de diamante y que reposan en columnas acodilladas. En el frente del segundo capitel de la izquierda se incluye un Calvario, integrado por el crucificado, María y San Juan y en los lados laterales figuras humanas con manos pegadas al cuerpo y las palmas abiertas, reflejando el sentimiento ante la muerte de Cristo a través de sus ojos cerrados. El tema se relaciona sin duda con los calvarios de la Cámara Santa y la capilla de Santa María del Rey Casto, que respondían a planteamientos de mayor envergadura, pero que debieron de influir en obras de templos dependientes de la Iglesia de Oviedo. El dolor en la representación de Sograndio se aprecia en la expresión contenida de los rostros, que, al igual que en el Calvario de la Cámara Santa, comienzan a distanciarse de la inexpresividad propia de las fases más tempranas del románico. También evoca el relieve monumental de la Cámara Santa, especialmente el de los capiteles, el tratamiento de los paños que cubren a los componentes de la escena. Frente a la Pasión de Cristo, en el primer capitel del lado derecho del arco triunfal, se representa en Sograndio la despedida del caballero, tema de origen ultrapirenaico que refleja los cambios iconográficos experimentados por el tratamiento de la figura de la mujer en el siglo XII, que son notorios en el ámbito de la poesía trovadoresca y del amor cortés, fuente de inspiración de este motivo en la plástica monumental. En el capitel comentado, el caballero, subido a su montura, besa a la dama, que se caracteriza por su esbeltez, proporciones elegantes y onduladas caderas, y que va vestida con un brial ceñido al cuerpo que realza sus curvas, conforme a la moda del traje señorial del momento. Denota esta escena un interés hacia lo femenino, tanto en la temática, a través de las relaciones de dependencia amorosa entre la dama y el caballero, como en las formas, que buscan la captación de una mujer de delicada figura. La pareja aparece delante de un castillo de dos pisos que cuenta con otras tantas torres cuadradas y almenadas en las que se abren pequeños arcos. Santa María de Narzana, San Pelayo de Oviedo, Santa María de Villamayor y San Pedro de Villanueva cuentan con representaciones de la despedida del caballero, aunque la de Sograndio se asemeja en mayor medida a la que aparece en el último templo mencionado. El capitel interior de la derecha está decorado mediante hojas de acanto cuyos ápices se curvan y se distribuyen conforme a caprichosas composiciones simétricas, que generan fuertes efectos claroscuristas, recordando al capitel triple de San Pelayo, y a varias cestas de la Cámara Santa, Cofiño y San Pedro de Villanueva. La ornamentación de esta cesta de Sograndio constata la influencia de soluciones francesas, evidenciadas en la elección de los repertorios vegetales, en los que predomina el acanto, que se interpreta con total libertad para dar origen a numerosas variantes alejadas del motivo clásico. En la iglesia de San Esteban, el capitel exterior del lado derecho del arco triunfal presenta una decoración de acantos similar a la comentada, aunque ésta no se conserva en una de las caras de la cesta. La iglesia parroquial de Sograndio se vincula estilísticamente a Santa María de Villamayor, San Pedro de Villanueva y San Miguel de Cofino, templos relacionados con el románico ovetense, que también ejerció gran influencia sobre este templo de San Esteban, especialmente, como se ha visto, en los capiteles del arco triunfal. Teniendo en cuenta las afinidades estilísticas e iconográficas que se han expuesto, parece lógico pensar que éstos sean producto del trabajo de artistas formados en la Cámara Santa y en los monasterios benedictinos de Oviedo, como San Pelayo. Los trabajos románicos de la Cámara Santa y de dicho cenobio se llevaron a cabo en el tercer cuarto del siglo XII, por lo que la iglesia de Sograndio sería levantada en las décadas finales de la mencionada centuria, cuando se habían concluido dichos trabajos. Los paralelos que presenta el templo de San Esteban con las soluciones francesas comentadas se explican, a su vez, por la presencia de clérigos en San Salvador de Oviedo procedentes de Francia y por la llegada de pobladores francos que se afincaron en dicha ciudad.