Identificador
50100_01_018n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 7' 9.10'' , -0º 56' 56.49''
Idioma
Autor
Jesús Andrés Navarro
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Erla
Municipio
Erla
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Claves
Descripción
En la parte más elevada del pequeño cerro que domina la villa de Erla se dispone la ermita dedicada a la Virgen de la Corona, junto a los restos del antiguo castillo de la población, del que sólo quedan algunos vestigios murales, lo que ha llevado a pensar en alguna ocasión que este templo pudo tener relación con la fortaleza e, incluso, que llegó a formar parte de la misma. De lo que sí hay constancia es de la sustancial modificación que afectó a las pinturas murales del ábside en el siglo XVIII y de la reconstrucción de todo el conjunto arquitectónico en 1973, tal y como denota la inscripción de la espadaña que culmina el hastial. De ahí que los restos románicos originales constituyan sólo una parte del edificio hoy existente. Los restos de mayor interés corresponden al ábside y a la portada, que es prácticamente lo único que se conserva de la fábrica original. Posee un sencillo ábside semicircular y una nave única rectangular más estrecha que la cabecera dividida en cuatro tramos por medio de arcos transversales levemente apuntados, respaldados por los contrafuertes externos. El ábside presenta interiormente un semicilindro de escasa altura con ventana abocinada de arco apuntado y se cubre con bóveda de horno a partir de una sencilla moldura. La nave muestra techumbre de madera a doble vertiente revestida al exterior con teja curva. Las dimensiones totales están bastante proporcionadas, siendo de 16,4 m de longitud por 5,4 m de anchura. Son perfectamente visibles los cambios de piedra, tanto por sus características físicas como por la propia tonalidad; la diferente naturaleza de los sillares, con series de bloques de gran dureza junto a otros de tipología mucho más blanda, ha determinado un distinto comportamiento ante las inclemencias meteorológicas, de suerte que los más blandos se encuentran bastante deteriorados. Lo que sí permanece prácticamente inalterado es la altura de hilada de sillares, entre 27 y 32 cm, tanto en las zonas que se aprecian como primigenias cuanto en las modificadas a posteriori. Dos estrechos vanos perforan el muro de la epístola, resueltos con un brevísimo arco de medio punto en la zona superior, aspillerados al exterior y con derrame interno. Como decoración destaca únicamente la portada principal, emplazada en el muro recto de cierre a los pies del conjunto, si bien hay una segunda puerta de acceso en el muro meridional de menor tamaño, adintelada al exterior y rehundida en el grueso del muro, enmarcada con un arco ligeramente peraltado. El acceso principal se abre también con una puerta en una cota inferior a la del terreno, a la que se accede bajando un tramo de escaleras. Consta de cuatro arquivoltas de medio punto (Abbad Ríos contaba seis, al tomar como arquivoltas toros intermedios). La luz del vano alcanza una anchura de 1,35 m y en total la portada se extiende 3,7 m. Las jambas carecen de decoración, de modo que una sencilla moldura marca la imposta de los arcos. Prácticamente bajo el extradós del último de los arcos aparecen dos pequeños vanos aspillerados, atípicos, de características análogas a los ya descritos. En esta zona se conservan también algunos sillares con marcas de cantería en forma de aspa, si bien no son muy abundantes. El interior es extremadamente sencillo, quedando la piedra vista en la nave. Se aprecian restos de pinturas murales en la zona de la bóveda de horno que preside el presbiterio. Éstas no conservan tampoco su forma original, puesto que fueron parcialmente restauradas a mediados del siglo xviii. La sencillez de la construcción y la ausencia de elementos ornamentales hacen difícil la datación de la primera fase del edificio. El apuntamiento del vano absidal y la factura de la puerta llevan a pensar en el entorno de 1200 o incluso en el siglo XIII. Las reformas posteriores han desvirtuado notablemente la fábrica primitiva.