Castillo de Marza
PEDRET I MARZÀ
El municipio de Pedret i Marzà se extiende por el sector septentrional de la llanura del Alt Empordà, hacia la cuenca del río Muga hasta alcanzar, por el Sureste, la antigua orilla del desaparecido estanque de Castelló. Limita, al Oeste y al Sur, con Peralada, al Norte con Garriguella y al Este con Vilajuïga y Pau. El municipio toma el nombre de los dos núcleos de población que lo conforman: Pedret, a levante, lugar de población dispersa donde se encuentra la iglesia parroquial; y Marzà, capital administrativa, situado a 1 km al Oeste, con un núcleo de población agrupada alrededor de una plaza y que conserva restos de una fortaleza medieval. Se accede al municipo por un ramal de la carretera N-260, o por la carretera local GIV-6101, conduce de Pedret a Pau, y por la GI-610 que va de Roses a Vilajuïga.
Encontramos una referencia al “territorio Petreto”, en un precepto del rey Luís II del año 953, concediendo los derechos de pesca en el estanque de Castelló al monasterio de Sant Pere de Rodes. Ya en 1060, la condesa Guisla, viuda del conde de Empúries, hace donación a la sede de Girona de un alodio situado en el término de Marzà. En 1151, un personaje de nombre Guillem Humbert dispone en testamento su deseo de ser enterrado en Sant Pere de Rodes y legar al monasterio su alodio de Marzan. Posteriormente, la iglesia de Sant Esteve de Pedret se cita en las Rationes decimarum de los años 1279-1280. En 1308 se hace constar que la jurisdicción civil de Vila-sacra, el Far y Marzà, era competencia del abad de Sant Pere de Rodes, y a éste le debían prestar homenaje los condes de Empúries. En 1402, el rey Martín I, actando como conde de Empúries, reconocía este dominio del monasterio.
Castillo de Marzà
Los restos del castillo de Marzà se encuentran dentro del casco urbano del pueblo de Marzà, en la parte más elevada de la pequeña colina donde se extiende la población.
La primera noticia conocida sobre el castillo data del año 1288, cuando el abad Ramon de Sant Pere Rodes compró el castillo d’Amarsà a Simó de Sales por 72.000 sueldos. Se menciona también la fortaleza en el reconocimiento de las posesiones del cenobio por parte del rey Martín el Humano del año 1402. Un siglo después, en 1509, también queda documentado en la toma de posesión del abad Ferran Ram de la misma abadía, bajo el poder de la cual se mantuvo hasta la desamortización de 1836.
El recinto, de dimensiones reducidas, conserva varios tramos identificables. En la parte septentrional, delimitada por la calle del Nord, se conserva una torre cilíndrica con el basamento ataludado y, a ambos lados, dos lienzos de muralla con el talud también bien marcado. Dicho talud está construido con bloques de piedra de gran tamaño sin apenas labra, dispuestos formando hiladas irregulares y unidos con abundante mortero de cal. por su parte, el cuerpo cilíndrico de la torre (que ha perdido su coronamiento original) presenta dos tipos de aparejo distintos. La parte inferior tiene las mismas características constructivas que el talud, y presenta una aspillera formada con cuatro grandes piedras desbastadas. La parte superior muestre un aparejo formado por piedras de diversos tamaños sin desbastar, y fragmentos de material constructivo, todo ligado con mortero; el mismo aparejo se observa en los dos lienzos de la muralla que flanquean la torre.
En la parte oriental del pueblo, en la plaza del Joc de la Pilota, hay otro tramo del recinto integrado en el muro perimetral de una casa privada. En este caso, el muro se encuentra bastante degradado, pero aun así se observa la forma ataludada en toda su parte inferior.
El trazado de la muralla continúa por la calle Empordà, donde encontramos el antiguo portal de acceso al recinto. Se trata de un portal de doble arcada de medio punto adovelada, construido con sillares de piedra desbastados. Conserva los dos quicios superiores de la puerta y la apertura por el bordillo. Desde la calle Empordà, el acceso al portal es bajo arco escarzano, con las jambas construidas también con sillares bien trabajados; una bóveda rebajada cubre el pasadizo que atraviesa la casa.
La datación propuesta para estos elementos la situamos en el siglo xiii. Cabe suponer que entre las casas del pueblo pueden quedar más restos del castillo, que no son visibles ni están inventariados.
Texto: Montse Jorva i Valero– Foto: ASJ/Montse Jorva i Valero
Bibliografía
AA.VV., 1990, p. 393; Arnall i Juan, M. J., 1981-1982, p. 78; Badia i Homs, J., 1977-1981, II-A, pp. 316-317; Botet i Sisó, J., 1905-1908, 21, p. 407; Castells Catalans, Els, 1967-1979, pp. 573-574; Catalunya Romànica, 1984-1998, IX, pp. 606-607; Del Campo i Jordà, F., 1989, p. 23; Montsalvatge i Fossas, F., 1901, p. 43.