Identificador
31481_01_094
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Alberto Aceldegui Apesteguía
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Meoz / Meotz
Municipio
Lónguida / Longida
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
EL DESPOBLADO DE ZARIQUIETA se encuentra en el Valle de Lónguida, dentro del actual término municipal de Meoz y pertenece al Partido Judicial de Aoiz y a la Merindad de Sangüesa. Dista unos 50 km de Pamplona que han de recorrerse tomando, desde la ronda Este de Pamplona (NA-32) la carretera de Aoiz-Lumbier (NA-150). Pasado Murillo de Lónguida nos desviaremos por la carretera secundaria (NA-2414) que sube hasta Meoz. Antes de llegar a su núcleo de población, a los pies de la ermita de Santa Colomba, hemos de tomar un camino rural, de buena gravilla -por el que puede transitar cualquier vehículo-, situado a los pies de la ermita de Santa Colomba. Tras recorrer más de 5 km por el citado camino, encajonado entre bosques de coníferas, llegaremos hasta nuestro objetivo. Según los pocos documentos que se conservan fue lugar de señorío de realengo durante la Edad Media. En 1366 se constatan, tan solo, tres fuegos de labradores y un sacerdote que atendía la entonces parroquia de San Martín. Poco después de esta fecha quedó despoblado hasta bien entrado el siglo XVII, cuando vivían no más de dos familias; hacia 1940 quedó nuevamente deshabitado. En la actualidad la ermita de San Martín se encuentra restaurada y no queda ningún rastro de otras edificaciones. Para acceder hasta ella habremos de pasar por un amplio terreno de una explotación ganadera. La restauración de 2003, realizada por los vecinos y dirigida por la Institución Príncipe de Viana, ha modificado un tanto los elementos que describen los autores que han tratado de ella con anterioridad. En primer lugar, la sacristía que se citaba hace años situada junto al ábside en el muro del evangelio ha desaparecido y se ha cerrado su vano de entrada con sillería nueva. En segundo lugar, las construcciones anejas que constituyeron las viviendas del antiguo poblado de Zariquieta tampoco existen, dando lugar a una pequeña zona de aparcamiento y esparcimiento. Por último, la espadaña de la ermita -sin campana- se halla recompuesta con un diseño poco acorde con las tipologías románicas. Si nos centramos en la edificación apreciamos que se trata de una iglesia de dos tramos y cabecera semicircular al interior y al exterior. Los tramos se separan mediante fajones de medio punto que apoyan en simples pilastras; a la altura de la imposta una moldura lisa recorre todo el edificio. La bóveda es de medio cañón para los dos tramos y de horno o cuarto de esfera para el ábside. Por último, cabe destacar un bancal corrido situado en la parte baja de ambos muros perimetrales. Tanto al exterior con al interior destaca el uso en el ábside de aparejo bastante regular, con diez hiladas de más de quince centímetros de grosor medio hasta el nivel de la ventana. En cambio, en el exterior del muro septentrional advertimos el uso de sillarejo considerablemente más pequeño, acorde con las tradiciones pirenaicas del siglo XI. Los muros terminan en canecillos lisos que sostienen el tejado. El edificio carece de contrafuertes, conformando un buque de superficies continuas semejante a otros de valles cercanos construidos en el entorno de 1200. La edificación presenta cuatro vanos, excluyendo la portada, dos de ellos son modernos, los situados en el muro de los pies y el del muro de la epístola cercano a la puerta, ambos de forma cuadrangular. Lo vanos originales son pequeñas ventanas saeteras de medio punto con derrame hacia el interior que se sitúan en el ábside, uno en el centro del mismo y, el segundo al lado de la epístola. La portada se muestra como un simple vano de medio punto, de ciento quince centímetros de anchura, inscrita en un doble arco y con un tímpano liso apoyado en dos ménsulas del mismo tipo. Obedece a pautas habituales en estos valles prepirenaicos de la Merindad de Sangüesa. Para terminar, debemos citar la existencia, muy cerca de la portada -en el muro de la epístola-, de un sillar grabado con una especie de espiga horizontal, aunque no sabemos si el citado sillar se encontraba allí originalmente o es un ornamento, tomado de otra parte, que se introdujo en la citada restauración.