Sant Julià de Ribelles
Iglesia de Sant Julià de Ribelles
Sant Julià de Ribelles se encuentra en el sector noroccidental del término municipal de Albanyà, en un entorno privilegiado asentado en el fondo del valle de Sant Aniol. Accedemos al lugar desde el otro lado de la frontera, por la carretera D-3 que conduce de Coustouges a Villeroge (Francia). A un km de llegar a ésta última, tomaremos la pista forestal que indica Mas Castanyer. Recorridos unos kms, llegaremos al Hostal la Muga, donde habrá que seguir por el desvío de la derecha que, tras un largo recorrido, conduce hasta el templo. Se trata del acceso más corto y cómodo al lugar. También se puede alcanzar la iglesia desde Albanyà, atravesando el Puig de Bassegoda y el Coll de Principi.
La iglesia de Ribelles fue consagrada el 18 de febrero de 947 por el obispo de Girona Gotmar. Aunque no se conserva el pergamino original, conocemos este dato gracias a la copia del acta de consagración realizada hacia 1636 por el notario Josep Gostar, custodiada en el Archivo Departamental de los Pirineos Orientales (Liber privilegiorum et aliorum titulorum, fondo de Sant Pere de Besalú): veniens vir reverendissimus Gotmar, sante Gerundensis ecclesie episcopus, ad consecrandam ecclesiam que est scita in comittatum Bisuldunense, in locum que nuncupant valle Ribellas vel in ipsa Prunera, in honore santi Iuliani martiris Christi.
Algunos años más tarde, en 998, la iglesia figura entre las sometidas a la obediencia de Santa Maria de Besalú por donación del conde Bernat Tallaferro. Asimismo, es mencionada como Sancti Juliani de Pruna en una permuta de tierras hecha entre el mismo conde y Adalbert, prior de Santa Maria de Besalú (1000). A finales de la centuria, vuelve a ser citada como Sancti Juliani de Ribelles, en este caso en la compra-venta de un manso de la iglesia vendido por Arnau al monasterio de Santa Maria de Besalú.
El edificio actual se presenta como una amalgama de reformas realizadas en momentos posteriores a la fábrica prerrománica inicial, que transformaron substancialmente la fisonomía del conjunto. Así, los vestigios propiamente románicos parecen hallarse únicamente en la nave y la planta del ábside, ambos fruto de una reforma realizada presumiblemente en el siglo xi, mientras que el resto de estructuras se adscriben a fase constructivas posteriores.
La planta presenta el esquema habitual, con nave única rematada en su extremo oriental por un ábside semicircular. En él se abre una ventana de doble derrame, ligeramente desviada hacia el Sur, coronada por un arco de medio punto monolítico. Cabe reseñar que en el muro sur se añadió tardíamente otra nave sin cabecera y adaptada a otros usos. Este cuerpo comunica con la nave principal mediante dos grandes arcadas a modo de arcos formeros.
Se accede al interior del templo mediante una gran puerta situada a los pies de la iglesia, de arco de medio punto y con dovelas de notables dimensiones. Asimismo, la volumetría del sector occidental se completa mediante un ventana de doble derrame y un pequeño óculo. Encime se yergue un campanario que había sido de espadaña, con dos arcos, reconvertido luego en torre cubierta con tejado.
En el interior, la nave cubre mediante bóveda de cañón seguido, ligeramente apuntada. Descansa sobre tres grandes arcadas ciegas de medio punto que apean en pilares. El pavimento presenta losas de piedra en sus dos terceras partes. El resto –extremo oriental de la nave y cabecera– presenta una pavimentación posterior, con tres peldaños de piedra que elevan el nivel del presbiterio.
La articulación de los muros constituye el elemento determinante para disipar las dudas en torno a las diversas fases constructivas del edificio. En el paramento del muro sur de la nave, hallamos los supuestos vestigios de la fábrica prerrománica consagrada en el año 947. Se trata de un paño de pared formado por piedras de pizarra de pequeñas dimensiones, cuya disposición es interrumpida por losas inclinadas. Este paramento de opus spicatum podría relacionarse con la iglesia consagrada por el obispo Gotmar. También corresponden a esta fase las dos ventanas del mismo muro meridional, así como el nivel inferior del frontis, con un aparejo irregular a base de piedras de reducidas dimensiones.
Del siglo xi tan sólo podrían datarse algunos fragmentos integrados en el muro septentrional de la nave, que presenta un aparejo bastante irregular de piedras poco trabajadas mezcladas desordenadamente con sillares escuadrados de tamaño pequeño y mediano. También podría adscribirse a esta fase la planta alargada del ábside, aunque no el alzado, que presenta sillares de grandes dimensiones, bien trabajados y dispuestos en hiladas regulares. Según Joan Badia, la bóveda apuntada de la nave, la tipología de las ventanas, cornisas e impostas, así como el aparejo del ábside, obliga a datar el conjunto en un momento ya tardío, en la segunda mitad del siglo xiii. En un momento avanzado del siglo xv se efectuaría el añadido el cuerpo meridional, así como la reforma del frontis.
En la nave y el ábside se conservan restos de pintura mural en un avanzado estado de deterioro. El motivo que se distingue con mayor claridad está compuesto por cuatro círculos concéntricos de color rojo con motivos geométricos que inscriben una cruz. Del mismo modo, pueden apreciarse otros fragmentos con la representación una estrella de ocho puntas.
Texto y fotos: Carles Sánchez Márquez– Plano: Joaquim Gallart Figueras
Bibliografía
Badia i Homs, J., 1988, pp. 358-366; Catalunya Romànica, 1984-1998, IV, pp. 128-131; Corominas Planellas, J. M. y Marqués Casanovas, J., 1976-1978, IV, p. 194; Montsalvatge i Fossas, F., 1889-1919, IV, pp. 228-231; Murlà i Giralt, J., 1983, p. 92; Sala i Canadell, R. y Puigdevall i Diumé, N., 1977, p. 20.