Vilamajor de Agramunt
CABANABONA
Castillo de Vilamajor d’Agramunt
La carretera L-313, que va de Ponts a Guissona, pasa por el pequeño pueblo de Vilamajor d’Agramunt que es un núcleo poblacional compuesto por unas pocas casas agrupadas en torno a su iglesia de Santa Maria y lo que queda del castillo.
La primera noticia documentada sobre el castillo corresponde a la donación del mismo a la canónica de Santa Maria de la Seu d’Urgell realizada en 1084 por parte de Bernat Senmir, señor de la villa. En la misma se especificaba la superficie que ocupaba el término y cuáles eran sus límites. La fortificación es mencionada varias veces más a lo largo del siglo xii. Así, se sabe que fue usurpado por el señor de Ribelles, Ramon Gombau, y que volvió a ser dado en donación a la muerte de éste por su esposa Sicarda, en un gesto de arrepentimiento póstumo. Desde entonces siempre estuvo en manos de los obispos y de la casa de los Urgell.
El castillo de Vilamajor d’Agramunt fue un recinto amurallado de planta cuadrangular situado en lo alto del pequeño promontorio en el que hoy en día se asienta el pueblo. Desde su posición privilegiada se podían vigilar los caminos del valle del Llobregós que se dirigían hacia poblaciones colindantes como Ponts. Del recinto no queda mucho más que los cimientos y las primeras hiladas de los sillares de sus muros. Se puede apreciar en su perímetro la planta del conjunto, que aprovechaba un riachuelo cercano para crear un foso inundado que lo rodeaba y lo protegía. Sus muros debieron tener una altura y un grosor considerables. Este recinto fortificado acogía las casas de los lugareños de más rango que se apiñaban en el interior de manera intrincada y sin mucho orden. Con los siglos, el paulatino desuso de las murallas como elemento militar y el progresivo crecimiento de la población hizo que poco a poco se descuidara su mantenimiento, y que, en muchas ocasiones, se reaprovecharan sus sillares para otras construcciones.
El elemento más significativo, y el más fácilmente reconocible, del castillo, es su torre, que tras haber sido restaurada recientemente, presenta un estado de conservación óptimo y se muestra de manera rotunda exhibiendo toda su majestuosidad. Es una sencilla construcción de planta circular de unos 5 m de diámetro que actualmente reposa sobre una moderna base de losas perimetral de unos 8 m de diámetro. Se eleva unos 14 m, de los cuales los dos últimos se deben a las recientes restauraciones que la han devuelto a su altura original. El grosor de sus muros es de aproximadamente 1 m, por lo que, aunque es elevada y esbelta, es al mismo tiempo sólida e inexpugnable. Posee dos simples aspilleras ligeramente abocinadas orientadas al Noreste y al Suroeste. Su entrada, una puerta muy sencilla con arco de medio punto adovelado, mide aproximadamente 1,80 m y se sitúa elevada, a unos 6 m del nivel del suelo. Su interior está completamente vacío ya que no se han conservado las estructuras de madera que lo dividían en diferentes niveles y permitían llegar hasta la terraza superior. Se cree que la torre pudo haber servido, además, como almacén, sobre todo sus niveles inferiores, y también como alojamiento esporádico para los centinelas que hacían guardia.
El muro es sencillo y liso, ya que no presenta decoración alguna. Está compuesto por un aparejo de labra no muy homogénea, dispuesto en hiladas más o menos horizontales, de tamaño mediano en las zonas bajas, y algo más pequeño e irregular en las más altas. Destacan algunas cicatrices en el muro que no son más que las marcas que dejaron alguno de los edificios que durante mucho tiempo tuvo adosados y desde los que posiblemente se accedía a ella.
Se ha propuesto para esta edificación una cronología en torno a la primera mitad del siglo xi.
Texto y fotos: Juan Antonio Campos - Plano: Albert Reig Florensa
Bibliografía
Buron i Llorens, V., 1989, p. 183; Castells Catalans, Els, 1967-1979, VI (I), p. 534; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, p. 308.