EL TEMPLO SE HALLA EMPLAZADO en la parte baja del casco urbano, junto a la carretera de entrada a la localidad. El edificio fue restaurado hace unos quince años por los propios vecinos con la financiación del ayuntamiento y del valle. Consistió en la sustitución del tejado, la reparación de los muros y bóvedas y el enlucido interior de la nave respetando la policromía anterior, que podría datar de finales del siglo XIX o principios del XX. Al Este se dispone el ábside semicircular en el que se distinguen tres fábricas de sillares, de mayores dimensiones en la parte baja y más pequeños en su zona alta. Dos ventanas saeteras, cegadas, se abren en su eje y en el lienzo sudeste. En el muro sur, con otros tres niveles constructivos, se adosan una sacristía y un pórtico más tardíos. En su interior acoge la portada (2,30 m de frente por 1,65 de profundidad) formada por una arquivolta dividida en dos secciones: la exterior apea directamente en el muro, donde está empotrada; la interior, formada por un baquetón con molduras laterales, apoya en pies derechos (1,20 m de luz). En su tímpano se labra un crismón trinitario con todas sus letras típicas, que cuentan con la particularidad de estar formadas por molduras de sección casi circular, al igual que los radios y el nimbo exterior. En las enjutas, flanqueando el dintel y soportando el tímpano de un solo bloque, se disponen sendas ménsulas cóncavas con baquetón y decoradas en su zona interna mediante medias bolas. Tanto el dintel como las enjutas son soportados por medias columnas, al igual que en Santa María del Campo de Navascués y en otras iglesias locales que mantienen esta misma propuesta arquitectónica, como Ustés o Iciz. Al Oeste, se superpone una torre posterior al cuerpo del templo, en el que también se aprecian tres fábricas de sillares. Las campanas asoman a través de dobles arcadas de medio punto, al Este y al Oeste. Una ventana moderna horada el muro occidental. Y en el lienzo norte se observa nuevamente la diferencia de sillares comentada en el ábside y en el resto del edificio, distinguiéndose varios niveles con distintas medidas. Dos cuerpos posteriores se anexan en la parte noroccidental que se corresponden con las escaleras de acceso al coro y a la torre. El más bajo y oriental parece acoger un estribo de menor anchura. Bajo la cornisa se dispone una hilera de modillones lisos ligeramente cóncavos. El interior está formado por una nave única dividida en dos secciones más una cabecera compuesta por otro tramo al que se le suma un ábside semicircular de pequeñas dimensiones. Las bóvedas que actúan como cubiertas son cuarto de esfera para el ábside y medio cañón apuntado articulado por fajones que apean en pilastras adosadas (31 cm de profundidad por 61 de frente), en el caso de la nave. En la zona de contacto entre bóveda y muro vemos cimacios de sección oblicua que se prolongan en imposta a lo largo de todo el perímetro mural. La parte inferior de estos soportes está recrecida y aumentada. Además, toda la bóveda y los muros fueron policromados en época contemporánea. Este templo sobresale, al igual que el de Iciz, por la estrechez de la nave (4,75 m) que acentúa la largura (aproximadamente 15 m) y la altura del edificio. Esta tipología, si bien no coincide de forma exacta con su planta y alzado, recuerda sobremanera a la estructura de Santa María del Campo de Navascués. La ventana axial del ábside está tapada por el retablo mayor; tampoco se distingue en la zona sur del presbiterio otra saetera que, sin embargo, se observa claramente al exterior. Una hornacina semicircular también se abre en este mismo lienzo, junto a la puerta de entrada a la sacristía. En el muro norte de este espacio, un hueco rectangular horada el muro, correspondiendo al sagrario. En el hastial otra ventana, moderna, da luz al edificio. Y justo antes del sotocoro, al lado de la puerta de acceso al coro alto, en el lienzo norte, otro vano acoge una pila bautismal. A los pies del templo se levanta un coro de madera. La construcción de esta iglesia ha sido situada tradicionalmente en el entorno del año 1200. Sus semejanzas con las derivadas de Navascués, atenuadas frente a las visibles en otros templos cercanos, llevan a proponer una datación en el último tercio del siglo XII.