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Vista exterior desde el lado sur

Identificador
31472_02_015
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Alberto Aceldegui Apesteguía
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ruinas de la ermita de Lizaberría

Localidad
Salinas de Ibargoiti
Municipio
Ibargoiti
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
EL DESPOBLADO de Lizaberría o Elizaberría (“iglesia nueva” en vascuence) se encuentra entre las localidades de Salinas de Ibargoiti y Zabalza, perteneciendo al término municipal de la primera. Está englobado dentro del Partido Judicial de Aoiz y de la Merindad de Sangüesa. Dista menos de 20 km de Pamplona, que se recorren hasta la localidad de Salinas de Ibargoiti por la NA-240 Pamplona-Hueca (futura autovía en construcción), desde donde se debe tomar un camino rural asfaltado de unos 2 km que nos acercará a las ruinas. El acceso final es complicado, puesto que debemos vadear un riachuelo y salvar la vegetación que puebla sus cercanías y su interior. En 1087 Toda Semenones de Elizaberría donó un monasteriolo en el lugar a la abadía de Leire. Tan sólo seis años después los nietos de la donante, suponemos ya finada, pleitearon con el cenobio legerense a causa de las propiedades de su abuela. Como era de esperar, la justicia real dio la razón al monasterio, que adujo y presentó públicamente las donaciones hechas por doña Toda. A mediados del siglo XIV Lizaberría tan sólo contaba con dos fuegos y un sacerdote que atendiera su parroquia. Poco después, en 1375, la abadía de Leire propuso hacer un intercambio con los vecinos de la localidad cercana de Salinas de Ibargoiti. Quizá Lizaberría ya se encontraba despoblado para estas fechas. La propuesta de Leire fue entregar Lizaberría con todas sus tierras a cambio de que éstos donaran su parroquia al cenobio legerense. Con esta permuta, que se llevó a cabo, suponemos que la abadía buscaba una mayor expansión de su poder religioso y renunciaba a tierras y pechas difíciles de cobrar en algunas ocasiones. Por el contrario, los vecinos de Salinas vieron una buena ocasión para agrandar sus cultivos en tierras vecinas y no les importó demasiado que su parroquia -y las prebendas de la misma- pasaran a depender del cenobio. Actualmente las ruinas de la pequeña edificación románica se encuentran en el centro de un campo cultivado, entre Salinas de Ibargoiti y Zabalza, ocupadas casi totalmente por maleza y plantas trepadoras que van cubriendo sus muros. De entre las ruinas sobresale la cabecera con su bóveda de cuarto de esfera, todavía en pie desafiante ante los vientos. El ábside presenta únicamente cinco hiladas de piedra hasta la ventana, las tres inferiores son grandes bloques de piedra bien escuadrados, de más de 50 cm de galga, mientras que las dos restantes no llegan a los 20 cm. Tal disposición de la piedra nos recuerda a los ábsides del monasterio de Leire, y teniendo en cuenta que la iglesia dependió del cenobio legerense durante largo tiempo, es posible que en Lizaberría encontremos la derivación más directa del atípico aparejo empleado en la iglesia abacial, salvando todas las distancias. El muro, en la zona del ábside, únicamente llega hasta donde debían de estar los canecillos, que han desaparecido, al igual que toda la piedra exterior de la pequeña bóveda de horno. Merece la pena señalar el despiece de esta bóveda, ejecutado de fuera hacia dentro a partir de dos hiladas uniformes, lo que evidencia inexperiencia por parte del constructor. Recordemos que la misma inexperiencia que condujo a soluciones improvisadas se aprecia en las bóvedas de la cripta legerense. Las pocas ventanas que vemos son todas dinteladas, tanto la del ábside como las dos del muro del evangelio. Sus vanos rectangulares difieren de los empleados en Leire y, aunque infrecuentes en el románico rural navarro, no son únicos; incluso sería empleado en construcciones de calidad en la segunda mitad del siglo XII. Tomando como referencia el aparejo de la cabecera, cabe proponer como fecha de edificación el tercer tercio de siglo XI, antes de la generalización de las pautas propias del románico pleno. Recordemos que la fecha de consagración de Leire fue 1057, y para entonces estarían edificadas la cripta y la cabecera de la iglesia abacial. Otros estudiosos como Uranga e Íñiguez, quienes lo dieron a conocer en 1971, han pensado en que era algo anterior, “prerrománico” de tiempos de Sancho el Mayor. Al interior y una vez atravesada la maraña de maleza para caer en otra mayor, apreciamos que el derrumbe afecta también a la totalidad de las bóvedas, con la excepción de la del ábside, ya citada, que presenta una sencilla imposta lisa al unirse con el muro. La iglesia se dividía en dos tramos más la cabecera. Su articulación se realizaba mediante potentes pilastras de doble esquina sobre las que descansarían los fajones hoy desaparecidos, aspecto éste también bastante primitivo. En el muro del evangelio del tramo de los pies apreciamos un arco de medio punto de refuerzo que descansa sobre pequeñas pilastras con sencillos capiteles lisos. Pertenece a la fábrica original y funciona como un arco formero empotrado en el muro. En el centro del arco se sitúa la segunda y última ventana del muro del evangelio, también citada. El aparejo interior es más pequeño, el habitual del prerrománico y primer románico rural navarro, mientras que la cantería del arco es algo mayor. Estos arcos de refuerzo también resultan poco habituales en el románico navarro inicial. El muro de la epístola y el de los pies están prácticamente derruidos por completo, pero en el del evangelio apreciamos potentes contrafuertes de sillería muy aceptable. La portada debió de abrirse justo enfrente del arco citado, en el muro de la epístola, pero ha desaparecido en su totalidad. Sería recomendable consolidar las ruinas de esta peculiar y temprana construcción, y acompañar la intervención con la correspondiente excavación arqueológica del interior y del entorno.