Identificador
33889_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Diego Martínez Fuenteseca
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Celón
Municipio
Allande
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SANTA MARÍA es una de las joyas de la arquitectura medieval del Occidente asturiano. En ella se dan cita tanto elementos románicos como otros tardíos que apuntan al gótico. Su esquema en planta es el de una nave seguida de profundo presbiterio con testero recto. En su lado norte se añadió una capilla que data de los siglos XV-XVI. Su fábrica es de buena calidad y guarda unas proporciones muy cuidadas. En su interior, el cuerpo de la nave se ve cubierto mediante armazón de madera, mientras que la cabecera se cubre con bóveda de cañón apuntado. Dos son sus portadas, una más sencilla y de pequeñas dimensiones en el lado sur y otra en el lado oeste que adquiere cierto carácter monumental. La portada de Santa Maria responde al más puro esquema compositivo románico, con su correspondiente repertorio iconográfico. Está conformada por tres arquivoltas envueltas por un guardapolvo; de ellas solamente la central descansa sobre sendas columnas que se sitúan entre las jambas acodadas. El repertorio decorativo se acomoda en las roscas de los arcos, guardapolvo, impostas y en los capiteles de las columnas. El capitel izquierdo tiene talladas cuatro aves que se disponen en dos pisos, uniendo sus picos en la esquina exterior del capitel. Bajo ellas se genera un collar con el característico cordón sogueado que tanto se repite en el prerrománico y románico asturianos. Las aves, de viejo simbolismo en el arte cristiano antiguo, parecen desmenuzar la cuerda tirando de sus nudos con el pico o, por el contrario, tejer ese cordón. Iconográficamente, ya desde el antiguo Egipto, la cuerda o el nudo tienen un importante significado, basta recordar el llamado “nudo de Isis” como elemento protector que guarda significados ocultos para los iniciados en la religión. Sobre esta composición encontramos una imposta muy elaborada, con motivos que van desde un zigzag en forma de sierra hasta la representación esquemática de una cara con forma de cilindro. El capitel del lado derecho presenta una factura más tosca. En él vuelven a aparecer las aves. En este caso son únicamente dos y están devorando un sapo, animal que se relaciona generalmente con el pecado o lo pernicioso. Ambos pájaros se apoyan sobre sendas piñas. Bajo este grupo encontramos nuevamente el sogueado. Coronando el capitel, y protegido por una imposta que repite el modelo de zigzag en sierra, aparece el motivo de la culebra. El reptil se desliza entre tallas de bolas, muy repetidas en esta zona occidental de Asturias. La serpiente, generalmente interpretada como ejemplo de lo negativo y lo demoníaco, también puede ser portadora de otros significados, como en este caso, en el que posiblemente aluda a la regeneración y a la vida eterna por ser un animal que renueva su piel. Teniendo en cuenta que además este tema se incluye en el lado derecho, se puede interpretar en el sentido de que las almas de los fieles que han vencido al pecado, representadas como pájaros, alcanzan un estado superior de espiritualidad en el que el individuo muda su anterior vida, ajena a Cristo. Por su lado, las arquivoltas y el guardapolvo guardan un buen número de elementos ornamentales, concentrados en particular en el intradós de las arquivoltas interior y central, quedando la exterior sin decorar. Todas ellas están molduradas e incluyen un bocel continuo, tanto en su cara interior como exterior. La arquivolta interior esta decorada en el intradós mediante una serie de motivos de flores y frutos. En su bocel exterior se genera una hilera de bolas. La arquivolta situada en el centro también está decorada en su intradós mediante motivos de flores y frutos, pero en este caso la representación es más variada y compleja. Aparecen piñas unidas por su base junto con lo que parecen cáscaras de frutos autóctonos, hojas de helecho, bolas y un motivo más abstracto formado por dos círculos concéntricos que se unen mediante una sección rectangular. El guardapolvo es también prolífico en decoración. El grueso de motivos lo componen las bolas, que ven roto su ritmo por piñas muy esquemáticas y formas que semejan mazas y copas. El borde del guardapolvo se decora con dientes de sierra alternados con incisos en la piedra, como los peces que se intercalan entre ellos. Sobre esta portada se abre un pequeño vano, en parte reformado, que remata en arco de medio punto con dos bandas caladas en su rosca que crean una moldura muy sencilla y claroscurista. El esquema se verá repetido en el lado norte del muro exterior, con la salvedad de que el vano en su parte inferior también se remata con arco de medio punto, en este caso a la inversa, conformando un enmarque vertical ovalado. Cabe destacar el vano rematado en venera de la capilla lateral adosada en el siglo XVI, ya que sigue el mismo diseño que los vanos de la capilla aneja al muro norte de Bárcena del Monasterio. En el muro del testero se abren dos saeteras superpuestas, al igual que ocurre en la vecina iglesia de Villaverde y en el viejo templo de San Pedro en Tineo. Un esquema que ya existía en el prerrománico asturiano. Pero lo verdaderamente sorprendente de la cabecera de Celón son un relieve empotrado en el muro, que representa una figura que se ha identificado con San Miguel, y un orificio abierto en la base del muro que comunica el exterior con el interior del templo. El relieve es muy primitivista y de gran fuerza expresiva y representa a un individuo ensartando un dragón con su lanza. Al relieve, como a la cavidad, se refiere una leyenda popular de origen incierto según la cuál un “cuélebre” (serpiente mitológica de tradición asturiana) entraba en la iglesia por el hueco para devorar el alma de los difuntos que allí celebraban su entierro (según otras fuentes, esta especie de culebra-dragón entraba para beberse los Santos Óleos). Durante mucho tiempo, la bestia continuó en su oficio de robar almas, atemorizando a los lugareños, hasta que un día un caballero, o tal vez un peregrino, le dio muerte con una certera lanzada. No obstante, la figura armada clavando la lanza en las fauces del dragón sigue el modelo iconográfico característico de los santos combatientes, que en Asturias cuenta con una magnífica muestra en la figura de Santiago, del Apostolado de la Cámara Santa, tal como ha apuntado M. S. Álvarez Martínez. Santa María de Celón también reúne una interesante colección de canecillos concentrada bajo el alero de su lado sur, ya que en el lado norte únicamente se aloja uno decorado, que recoge de modo esquemático las fauces abiertas de una serpiente. Los canecillos del muro sur alternan motivos ornamentales con elementos zoomorfos. Entre ellos tenemos una esfera, un tambor, un modillón de rollo, una bellota, un ajedrezado, dos cabezas de serpiente, una cabeza de cerdo y un búho (ambos motivos muy empleados en occidente), un bucráneo, una cabeza femenina (sobre la que discurre de nuevo una serpiente) y un saltimbanqui. En el interior del templo encontramos decoración en las columnas dobles del arco triunfal, que tienen tallados sus respectivos capiteles. En ambos casos las basas son sencillas y limpias, con una base cuadrada seguida de dos toros y una escocia. El capitel exterior izquierdo arranca de un collarino sogueado y es prácticamente idéntico en sus motivos al que se encuentra en el arco triunfal de San Facundo de Mirallo, en el concejo de Tineo. Presenta grandes hojas, enmarcando grupos de flores pareadas y aveneradas que enlazan sus tallos formando un nudo. El capitel interior izquierdo también es prácticamente idéntico al derecho del arco triunfal de San Facundo. Se compone de una sucesión de pequeños arcos de ojiva de dos tamaños que rematan sus esquinas exteriores en motivos de bola. El capitel exterior derecho presenta bolas colgantes, intercaladas con las hojas enrolladas en los ángulos exteriores del capitel. El capitel interior derecho ofrece un repertorio zoomórfico: venados afrontados que adelantan su pata delantera uno hacia el otro. El motivo de un animal de caza dando un paso adelante también está representado en el capitel derecho de la portada del templo vecino de Villaverde. Santa María custodia en su interior la mejor talla de la Virgen con el Niño de estilo románico que se ha conservado en Asturias, que se puede datar a fines del siglo XII. Se trata de una pieza en madera policromada que representa a la Virgen como trono de Dios y sedes sapientiae. Responde plenamente a los esquemas representativos del románico más dogmático: aparece hierática, con expresión ausente, con el Niño perfectamente centrado sobre su regazo y respetando una exacta simetría bilateral. Además, la posición de sus brazos, formando un ángulo de 90 grados, enmarca y protege al Niño a modo de trono. La Virgen viste saya larga, con simétricos pliegues, acompañada de un manto que cubre sus hombros. Oculta su cabello mediante una toca ajustada al rostro y rematada por una corona a la que le queda únicamente una flor de lis. El Niño es representado como sabio supremo, bendiciendo con su mano derecha, vestido con un manto largo cruzado y tocado con una corona. Otro objeto interesante custodiado dentro de la iglesia es una campana del siglo XII que antes ocupaba la espadaña del templo. Se trata de una pieza en bronce con asa triple, decorada mediante bandas caladas en horizontal. Aunque no pertenezca al estilo estudiado, es preciso hacer una pequeña mención del fantástico ciclo pictórico que decora el interior de su ábside. Se trata de un falso fresco realizado a principios del siglo XV por el llamado Maestro de Celón, que representa escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, destacando el ciclo narrativo más completo de la Pasión de Cristo de todos los templos asturianos.