Identificador
31420_01_022
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Mercedes Orbe Sivatte
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Urroz / Villa
Municipio
Urroz / Villa
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
EN EL LADO SUR DE LA PLAZA MAYOR se levanta la parroquia de la Asunción, un majestuoso edificio que conserva su aspecto de fortaleza al exterior bien provisto de matacanes, construido en sillar, cuya factura ilustra los cambios de época. En efecto, los sillares menudos e irregulares de la nave gótica del siglo XIII contrastan con los bien escuadrados del crucero y cabecera, obra del siglo XVI. Estos dos siglos confieren identidad a la actual fábrica, con su núcleo gótico que se concreta en la nave y su cubierta de crucería simple, además de la portada principal apuntada y abocinada con crismón en el tímpano, abierta al sur, y otra más sencilla en el muro norte, en la que perviven ecos románicos en el arco de medio punto con bocel junto con soluciones más avanzadas en los capiteles y columnas. Otro crismón la adorna. La obra renacentista ha dejado un amplio crucero y presbiterio con sus respectivas bóvedas estrelladas. IMAGEN DE LA VIRGEN CON EL NIÑO En la sacristía se conserva una talla de la Virgen sedente con el Niño (68 x 26,5 x 14 cm) románica, que se tiene como antigua titular. Fue profundamente restaurada en el siglo XX, momento al que corresponde el Niño, una figurita totalmente nueva, así como la corona y el atributo de María, además de la policromía. Se desconoce la fecha de la intervención pero tuvo que ser después de los años 40, ya que Clavería aporta la foto de la imagen sin restaurar. Ha sido clasificada por Fernández-Ladreda en el grupo de las que, aún derivando del modelo Pamplona-Irache, el eco de los prototipos resulta mucho más lejano. Le acompañan en este conjunto las de Lecáun (en Villamayor de Monjardín) y Eunate (desaparecida). Entre las notas características de un románico tardío encontramos la frontalidad y rigidez de la Virgen, que dispone sus brazos en ángulo recto para enmarcar al Niño que, como indicaba la espiga que se conservaba, se ha colocado sentado en el centro del regazo de su madre. María viste túnica y manto, que le cubre la cabeza (pero deja ver parte de los cabellos) y se tercia horizontalmente por delante en la caída sobre los brazos. Han de señalarse las amplísimas mangas cuyas bocas caen por debajo de las rodillas y que hacen pensar en los atuendos femeninos lujosos de la segunda mitad del siglo XII representados en diferentes portadas europeas y en pinturas coetáneas. El recuerdo de los pliegues del prototipo se reduce a los pliegues en ángulo que forma el velo a ambos lados del rostro y cuello. La imagen ha perdido la expresión dulce y abstracta original por otra estereotipada un tanto fría. El trono ofrece superficie oblicua y se adorna mediante sogueados. El cetro que lleva la Madre es fruto de la restauración, ya que antiguamente sujetaba un platillo con ojos, fruto de una reconversión de la estatua en simulacro de Santa Lucía. Lacarra y Fernández-Ladreda la sitúan en el siglo XIII, si bien parece atinada la datación de Fernández-Ladreda al colocarla en los años cercanos a 1200. No está de más recordar que hacia 1220 en la seo pamplonesa había un canónigo identificado como arcediano de Urroz. IMAGEN DE LA VIRGEN También se custodia en dependencias parroquiales otra talla de la Virgen (85 x 27 x 23 cm), sedente y muy estropeada, que se presenta con la carencia de la corona, las manos y el Niño, además de prácticamente perdida la policromía. Sigue la tipología de Sedes Sapientiae, por la rigidez e hieratismo de su posición y la geometrización del plegado del manto, que sirve de velo como nota característica, y túnica. Dichos pliegues combinan en los hombros esquemas de trazo vertical y paralelo, con una animada variedad en la zona frontal, donde se emplean soluciones en horquilla que fueron frecuentes en la escultura monumental del entorno de 1200-1220; en las rodillas y piernas optan por óvalos apuntados invertidos y encuentros alternos. Se ve que el artista tenía cierta capacidad de variación. La túnica se adorna con orfre en el cuello y se ajusta a la cintura con un ceñidor de correa. Esta imagen se relaciona estrechamente con las de Iriberri y Salinas de Monreal. La mala conservación nos acerca más al original que muchas restauraciones, de suerte que en esta talla de Urroz nos sorprende su esbeltez y su rostro, que ya insinúa una sonrisa, naturalismo que, unido a lo comentado con respecto al tratamiento de las telas, lleva a incluirla en las primeras décadas del siglo XIII. Así que de nuevo recordamos la existencia de personajes de cierta relevancia vinculados con Urroz en el primer tercio de dicha centuria. Es una obra de indudable calidad que merecería especial cuidado para que el deterioro no progrese.