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Sección longitudinal

Identificador
09141_06_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 33' 59.54'' , - 3º 35' 32.91''
Idioma
Autor
Mónica Montaut Báscones
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa Leocadia

Localidad
Quintanarruz
Municipio
Merindad de Río Ubierna
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
ENCLAVADA EN UN LIGERO altozano que domina el caserío por el noroeste, la iglesia parroquial de Quintanarruz conserva, pese a los añadidos, lo fundamental de su estructura románica, de nave única dividida en cuatro cortos tramos y cubierta con bóveda de cañón apuntado, con portada abierta al sur, rematada por cabecera compuesta de tramo recto presbiterial y ábside semicircular. El edificio románico parece haber sido levantado en dos campañas constructivas consecutivas, pues frente al cuidado aparejo en espléndida sillería arenisca de tono dorado de la cabecera -labrada a hacha y con abundantes marcas de cantero- contrasta la más tosca sillería de piedra de páramo, muy alveolada, de la nave; la propia decoración corrobora esta diferencia de facturas, como inmediatamente veremos. La cabecera, de la que sólo es visible el ábside debido a las reformas posmedievales, responde al tipo ya visto en Abajas, Castil de Lences, Carcedo de Bureba, etc., próximo además al esquema de la decoración arquitectónica de San Pedro de Tejada. El tambor absidal se levanta sobre un breve basamento apenas resaltado y coronado por un bocel, dividiendo exteriormente su paramento en tres lienzos mediante pilastras que, a dos tercios de altura -como en San Pedro de Tejada, Valdearnedo, Tabliega y Villacomparada de Rueda- dejan paso a semicolumnas entregas, de basas áticas con desarrollado toro inferior con bolas y fino plinto, cuyos capiteles alcanzan la cornisa. Esta articulación muraria se completa con las ornamentales ventanas ciegas de arcos de medio punto que se disponen en el centro de cada paño, aunque de la del eje -suprimida y en la que previsiblemente se abriría el vano rasgado que daba luz al altar- sólo restan las rozas en el muro. Presentan estos arcos arista baquetonada y corrida por la jamba, rodeándose por chambrana decorada con retícula de tres filas de celdillas piramidales, y albergando tímpanos en los que se labraron decorativas rosetas caladas inscritas en clípeos, de fino abilletado la meridional y ornado con puntos de trépano en la norte. Estos florones repiten fielmente el diseño de los que ornan las enjutas de la arquería ornamental del refectorio de San Salvador de Oña, que José Luis Senra data a mediados del siglo XII, conforme a un esquema de origen borgoñón que vemos además plasmado en el claustro de Cardeña. Esta influencia de la cantería oniense en los edificios del entorno sólo alcanzamos a precisarla de modo fragmentario, haciéndonos así lamentar nuevamente la desaparición de la mayor parte de sus realizaciones. Evidencia el ábside sus problemas de cimentación en la grieta que rasga completamente el lienzo central, hecho que debió motivar la reforma de la ventana del eje, cuyo tímpano -decorado con bandas naceladas, dientes de sierra, bocel sogueado, baquetón y chambrana idéntica a las antes referidas- se conserva en la capilla meridional, así como la presencia de aparejo de toba en la zona alta del muro. La cornisa, con perfil de nacela, es sustentada por una interesante serie de canecillos, en los que se combina la decoración geométrica (nacelas escalonadas, algunas con rombos excisos, bezantes y rollos), la vegetal (florón con dos hojas a los lados, similar a otro de Castil de Lences) y la figurativa (barrilillo, jabalí, dos serpientes incurvadas engullendo sus propias colas). Los capiteles que coronan las columnas entregas son vegetales, el más meridional de hojas lobuladas y nervadas que acogen gruesas pomas en sus puntas y el otro ornado con dos hojas angulares de cuyas puntas anilladas penden grandes palmetas nervadas, disponiéndose entre ellas, en el frente, una cabecita humana de grandes y expresivos ojos almendrados. Al interior, se cubre el ábside con la consabida bóveda de horno, oculta como el resto del espacio absidal por el retablo barroco y del que sólo se observa parte de la imposta abilletada que lo recorre a media altura, suponemos que a la altura del alféizar de las ventanas. El presbiterio y parte del tramo oriental de la nave, unificados y cubiertos hoy por una bóveda estrellada, fueron radicalmente transformados en época moderna por la apertura de dos capillas laterales a ambos lados, que determinan así la actual planta de cruz latina. La capilla meridional, cubierta con bóveda de terceletes, es obra de mediados del siglo X V I I, pues en la clave central se lee ESTA CAPILLA SE HIÇO AÑO DE 1650. En la capilla septentrional, más pequeña, dedicada a San Juan y cerrada con crucería simple, campea el escudo de armas de su fundador, sobre una cartela en la que leemos: A GLORIA Y HONRA DE DIOS / FVNDO ESTA CAPILLA EL BR JV[AN] / RODRIGUEZ VENEFI[CIA]DO EN ES/TA YGLESIA AÑO DE 1677. Tras ella se dispuso la sacristía. Es evidente que en esta ampliación, sobre en todo la capilla meridional, se reutilizó parte del material constructivo original, como denuncian los sillares labrados a hacha y la roseta del tipo visto en el ábside que observamos en el zócalo. El cuerpo de la iglesia, dividido en cuatro cortos tramos y sobre banco de fábrica, se cubre con bóveda de cañón apuntado sobre imposta con tres filas de tacos y reforzada por fajones apeados en responsiones con semicolumnas en sus frentes, de basas áticas con garras y sobre plinto. Tanto interior como exteriormente, los paramentos de los tramos van animados por grandes arcos ciegos -sencillos, apuntados y de medio punto al exterior y apuntados y doblados al interior- que adelgazan el muro, mientras que otros dos arcos apuntados del mismo tipo decoran el paramento interno del hastial occidental. Las columnas sobre las que reposan los fajones -rasuradas las que separan el tercero del cuarto tramo- presentan tosca decoración vegetal, a base de hojas lisas de puntas vueltas y nervadas, grandes hojas rematadas en enormes volutas, brotes recurvados que parten de tallo central. Sólo una de las cestas, correspondiente al muro norte y encalada, se decora con dos parejas de aves afrontadas de alargado penacho sobre sus cabezas. La amplia portada se abre en un profundo antecuerpo del muro meridional, en el tercer tramo de la nave. Se alza sobre un rehecho basamento abocinado, como también a una reforma moderna corresponde el actual acceso adintelado que sustituyó al primitivo arco. Restan las cuatro arquivoltas que lo rodeaban, entre las que se disponen otras tres bandas decorativas (algunos autores prefieren hablar de siete arquivoltas), apoyando respectivamente e n columnas acodilladas y en las propias jambas, éstas de arista matada por triple haz de boceles, y unas y otras sobre basas de perfil ático y grueso toro inferior. La arquivolta interior se moldura con bocel entre mediascañas, recibiendo la cenefa que lo recubre triple hilera de billetes; la segunda arquivolta se decora con bocel recubierto de hojitas lobuladas y nervadas, remedo de la que vemos en Castil de Lences, mientras que la banda superior muestra un bocelillo sogueado entre mediascañas. El arco siguiente, de intradós lobulado, decora su rosca con torpe reticulado exciso; le sigue una banda de puntas de diamante y grandes aspas caladas en la arquivolta externa, rodeada por chambrana de doble hilera de puntas de diamante. La misma talla seca y angulosa se manifiesta en las cuatro parejas de capiteles, ornados los del lado izquierdo del espectador, de exterior a interior, con una pareja de grifos opuestos que vuelven sus cuellos picoteando el brote vegetal que les separa, un torpe tallo incurvado, el combate de un jinete que sujeta las riendas de su montura mientras alza su espada contra un infante que porta una especie de garrote y tres alargadas hojas nervadas, con similar composición y tratamiento a otro de Madrigal del Monte. En los del lado derecho, el interior muestra una erosionada máscara humana de cuya boca brotan dos tallos, una dividida serpiente que engulle por la cabeza a un personajillo muy perdido y dos estilizadas aves afrontadas, habiéndose perdido el relieve del capitel exterior. La imposta que corona capiteles y jambas se moldura con listel ornado con banda perlada y nacela. Sobre el hastial occidental se alza una rehecha espadaña de dos troneras y remate a piñón con campanil, abriéndose en el muro una ventana de arco apuntado y doblado, el interior decorado con motivos geométricos. La dualidad de campañas románicas o, en cualquier caso, evidente diferencia de canteros en el edificio, nos deja ante una cabecera levantada en el último cuarto del siglo XII, cuya correcta traza y decoración la relacionan con los cercanos ejemplos de Abajas o Castil de Lences, y una nave de aspecto más descuidado y tardío. La ruda escultura de la portada conecta este taller con la portada de Castil de Lences y Madrigal del Monte, siendo realizada probablemente dentro ya de los años iniciales del siglo XIII. Indefinida cronología manifiesta la pila bautismal, de copa troncocónica lisa, con 101 cm de diámetro x 55 cm de altura, sobre basamento cilíndrico de 37 cm de alto, aunque su talla a trinchante nos hace pensar en una fecha ya avanzada, no anterior al siglo XIII.