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Restos de pinturas románicas en el ábside

Identificador
40494_01_094
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 9' 39.76" , -4º 19' 11.19"
Idioma
Autor
Carlos Álvarez Marcos
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita del despoblado de Tormejón

Localidad
Armuña
Municipio
Armuña
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
AUNOS 400 M de la salida del pueblo en dirección a Bernardos sale un camino de tierra a mano derecha que 3 km más adelante y tras superar una elevada cuesta en los últimos metros nos conduce a la parte alta del cerro del Tormejón donde se asienta la ermita. Un pequeño arroyo llamado también del Tormejón y el río Eresma circundan el cerro por sus lados sur y este respectivamente. En los alrededores del lugar han aparecido restos cerámicos de épocas que van desde la prehistoria hasta el siglo VIII, momento en el cual se produce un vacío poblacional que llega hasta el siglo XI, cuando con motivo de la repoblación de la extremadura castellana las gentes vuelven a habitar este lugar. Antonio Yagüe opina que los primeros repobladores se asentaron en torno a la ermita del Tormejón pero a medida que avanzaba la Reconquista la población se trasladó a un lugar de corte menos defensivo en el que la vida diaria resultase menos penosa que en lo alto del cerro. Aunque debía ser muy pequeño, el asentamiento del Tormejón todavía existía a mediados del siglo XIII ya que aparece citado en un documento conservado en la catedral de Segovia como Tormeion y rentaba dos maravedís menos tres sueldos al canónigo Petrus Quirici. La tradición popular cree que en lo alto del cerro se ubicaba primitivamente una torre para la defensa del término de Armuña de la cual derivaría el nombre del asentamiento, Tormejón, aunque es más adecuado pensar que es un diminutivo de tormo o tolmo, peñasco elevado que tiene semejanza con un gran hito o mojón según la Real Academia Española de la Lengua. Como ya hemos señalado es posible que en el cerro del Tormejón se ubicase una población y así lo indican las dimensiones del templo objeto de estudio ya que se trata más de una iglesia que de una simple ermita. Se trata de un edificio de una sola nave, cabecera rectangular con una sacristía y un pórtico adosados en el lado sur. Todos los muros permanecen enfoscados, a excepción del muro occidental reconstruido en el siglo pasado, por lo que es imposible distinguir el material original empleado en la construcción. Solamente es visible en la cabecera un pequeño friso de mampostería de piedra mezclada con lajas de pizarra sobre el que se asienta el muro. En la parte central del lado oriental de la cabecera se hallan los restos de una estrecha ventana cegada, probablemente de tipo saetera. En el lado sur se encuentra adosada una estancia cuadrangular que se utiliza como sacristía. Parece ser que hasta finales de siglo XIX la ermita contaba en el lado sur con un pequeño pórtico sustentado por tres columnas pero debido a su estado ruinoso fue necesario construirlo nuevamente reutilizando muchas piezas que hoy son visibles por ejemplo, en la puerta de entrada con la parte inferior de las jambas que se encuentra abocelada o en las esquinas hechas con sillares románicos. El espacio interior se encuentra dividido en un portal que resguarda la portada románica, una estancia rectangular en la que se reunía la cofradía de la imagen del Tormejón y otra pequeña habitación que incluye una chimenea cuya posible utilización desconocemos, aunque algunos autores apuntan a que sea la estancia en la que habitaba un antiguo ermitaño que cuidaba de la ermita y de la imagen. Durante las obras realizadas en el pórtico se descubrieron varias tumbas excavadas en la roca con las paredes laterales hechas de losas de pizarra. En la parte occidental del edificio se ubicaba una espadaña que fue derribada por un temporal en el año 1934 cayéndose sobre el tejado de la nave y destruyendo el muro oeste que fue necesario reconstruir empleando una ruda mampostería en la que se mezclan piedras, pizarra e incluso trozos de teja. El acceso al interior de la ermita se realiza a través de una portada románica de sillería formada por un arco de medio punto con las dovelas lisas sin decoración y dos arquivoltas, la interior decorada con un bocel flanqueado por dos filas de puntas de clavo y la externa muy parecida también con bocel pero con una sola fila de puntas de clavo talladas en el intradós de la arquivolta. El arco de entrada y la arquivolta externa son recogidas por jambas prismáticas mientras que la interna reposa en columnas de basas áticas fustes lisos y capiteles de temática mitológica: en el primero de ellos sobre un fondo vegetal se representa una deteriorada sirena de doble cola sin cabeza mientras que en el otro una pareja de arpías ocupa todo el espacio de la cesta, con las alas desplegadas y una de ellas de larga melena ondulante con tres mechones estirados a cada lado que reposan sobre la parte superior de las alas. En la iglesia de Santa Marta del Cerro en uno de los capiteles del arco triunfal aparecen talladas unas arpías de factura muy similar en cuanto a la postura y a la colocación de los cabellos extendidos sobre las alas. Toda la portada está protegida por un guardapolvos de perfil de nacela de nueva factura y que oculta en parte los billetes originales. Lleva además una policromía de dudoso gusto donde destacan los tonos amarillos y azules para las arquivoltas y blancos y rojos en el resto de la portada. El interior se nos ofrece como un espacio diáfano de gran anchura tanto la nave como la cabecera. Ambas estancias están cubiertas por armaduras de madera, de parhilera en la nave y una cubierta más sencilla en la cabecera que fue descubierta al eliminar el cielo raso que la ocultaba. Las naves están separadas por un gran arco de medio punto a cuyos lados se ubicaban dos figuras de las que hoy día tan sólo quedan las hornacinas vacías. Justo encima de ese arco se recuerda la existencia de una gran pintura que representaba un barco, la cual, si es que existe todavía, permanece oculta bajo gruesas capas de cal. El intradós del arco conserva también una curiosa policromía descubierta parcialmente en la que sobre un fondo rojo se dibujan varios escudos de color ocre sin atributos en su interior. El ámbito de la cabecera está decorado por un pequeño retablo ubicado sobe el muro este, que en origen estaba flanqueado por dos cuadros en los que se representaba la imagen de Nuestra Señora de Loreto y Nuestra Señora de la Candelaria, actualmente desaparecidos. Pero es el espacio de la cabecera el que conserva los restos de policromía más interesantes; primeramente sobre el banco corrido hay una franja de pintura roja de unos 30 cm con un borde de color negro, pintura ésta que creemos puede ser de 1849 cuando se decide “dar los rodapiés de la iglesia de colores”. Sobre ellos en las paredes norte y sur de la cabecera se encuentran las pinturas románicas, descubiertas en 1982 y que a fecha de realización de ese trabajo sólo se podían ver parcialmente al estar inmersas en un proceso de restauración. En la escena meridional sobre un fondo rojo y amarillo se han descubierto figuras que representan a la Virgen sentada con las manos abiertas sobre las rodillas y dispuesta de semiperfil y San José a su lado sentado también con su mano izquierda sujetando un cayado. Detrás de ellos solamente es posible distinguir un cuadrúpedo probablemente la mula. Otra figura de tamaño más pequeño se vislumbra junto a la Virgen pero parece fuera ya de la escena principal. Las líneas de las figuras se dibujan con un trazo rojo rellenando el interior con blanco. Es posible que se trate entonces de un Nacimiento de Cristo o de una escena de Adoración de los reyes pero este punto no podrá ser confirmado hasta el descubrimiento total de las pinturas. En el otro muro, el septentrional, se descubrió una escena de significado desconocido: sobre el mismo fondo rojizo característico de las otras escenas se observan dos figuras trazadas con color rojo vestidas con largas túnicas blancas una de ellas con los ojos cegados por un pequeño velo y ambas entre manchas amarillas con formas puntiagudas que pueden representar hogueras. La ermita conserva también en su interior algunos restos románicos aparecidos según testimonio oral en unas obras de acondicionamiento del templo en los cimientos del portal de entrada. Se trata de un capitel de gran tamaño decorado con motivos vegetales de grandes hojas lisas puntiagudas y que actualmente es utilizado para sujetar un pila aguabenditera más moderna. Originalmente la imagen de la Virgen del Tormejón era custodiada y venerada en esta ermita pero en el siglo XIX, concretamente en 1833, los vecinos del pueblo deciden trasladarla a la iglesia parroquial debido al mal estado en el que se hallaba la ermita por aquel entonces. Desde entonces la imagen ha permanecido en la parroquia de Armuña desde donde sale en procesión cada cinco años hacia la ermita del Tormejón teniendo lugar una de las romerías de más tradición y culto de toda la provincia. Si consideramos como buena la teoría que afirma que estas tierras segovianas comenzaron a repoblarse a finales del siglo XI, es posible suponer que el edificio objeto de nuestro estudio pudo realizarse durante el las primeras décadas de la siguiente centuria, el siglo XII. Sin embargo los restos escultóricos que se conservan, sobre todo la portada, nos inclinan a asignar una cronología un poco más tardía para el edificio, en torno al último cuarto del siglo XII.