Sant Miquel de Terrades
Iglesia de Sant Miquel de Terrades
La capilla de Sant Miquel de Terrades se encuentra en el extremo noreste del término de Bàscara. Antaño fue un vecindario de masías, hoy en día abandonadas, y el lugar ha sido invadido por el bosque y la maleza. Para llegar a Sant Miquel, desde Figueres, se debe seguir la N-II dirección Girona, y poco después de dejar Bàscara tomar un camino a mano derecha que conduce al Mas Espolla. Desde esta masía se debe ir al Mas Gustà, que es el más cercano a las ruinas.
Hay un cierto debate sobre la mención documental más antigua sobre Terrades, pues en varios diplomas carolingios emitidos entre 841 y 893 se menciona un lugar de Terrutellas, Terratellas o Terradelas que tanto podria identificarse con Sant Miquel de Terrades como con otro lugar cercano, el Vilar de Terradellas, que forma parte del vecino término de Vilademuls. La identificación ya es perfectamente clara en una noticia posterior, del año 1129, en la que se cita una villa Terrades en una concordia entre el obispo Berenguer Dalmau de Girona y los hermanos Sales. Unos años más tarde, en 1140, el Mas Espolla es situado infra términos parrochie Sancti Aciscli de Baschara vel Sancti Michael de Terrades.
La iglesia tuvo varios beneficiados, según consta en la documentación del siglo xiv, que no parece que residieran en su vecindario, sino en Calabuig o en Báscara. En 1388 consta que se celebraba misa solamente una vez a la semana. Entre los siglos xvi y xvii el lugar estaba decadente y acabó por despoblarse. Sin embargo, en 1563 la capilla aún conservaba la ropa litúrgica para oficiar. Algunos años después se abandonó definitivamente el templo, que en 1602 ya no tenía ni ara ni ornamentos. A finales del mismo siglo se menciona que, en los pocos días en los que se celebraba en Sant Miquel, se tenía que llevar lo necesario desde la parroquia. De hecho, en aquella época el beneficio fundado tenía poco o nulo valor.
En el siglo xviii las noticias de la capilla son contradictorias. En 1704 se dice que la iglesia está suficientemente ornada y, sin embargo, en 1731 las visitas pastorales mencionan que está en peligro de ruina. El único altar de la capilla se hallaba sin ornamento y con el ara rota. En 1776 las visitas pastorales hacen constar que la iglesia estaba casi derruida, sin embargo, el obispo de Girona obligó a celebrar dos misas anuales en ella. La celebración de estas misas perduró hasta el siglo xix, una por san Miguel de mayo y otra por san Miguel de septiembre.
Poco queda de la iglesia, que se encuentra derruida e invadida por la maleza en medio de un bosque. Se percibe que fue un templo de una sola nave, pero no hay restos del ábside o santuario que la culminaba. Perviven aún el frontis y ciertos sectores de los muros laterales. El fragmento mejor conservado es el muro sur, donde el aparejo es distinto a los demás muros. En éste muro el aparejo es de guijarros pequeños sin labrar, dispuestos regularmente y en algún caso inclinados, con tendencia a formar hiladas. Los otros están compuestos de piedras apenas labradas, dispuestas toscamente y con bastantes trozos de cerámica mezclados. En el frontis se puede apreciar aún una ventana de doble sesgo y arco de medio punto. El portal debió de situarse en la fachada sur, sin embargo no ha restado vestigio alguno de él.
A través del análisis comparativo de los dos tipos de aparejo el fragmento más antiguo parece corresponderse con el muro sur de la capilla, mientras que los otros muros se inscriben en un románico más avanzado. Sin embargo, sin documentación explícita y con los pocos restos que han llegado a nuestros días parece difícil llegar a fechar con cierta precisión esta iglesia.
Texto y foto: Clara Poch Gardella
Bibliografía
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