Capilla de Sant Bartomeu
Los restos de esta antigua capilla se encuentran en la cima de la montaña de Sant Bartomeu, a unos 220 m de altura sobre el municipio de Ripoll, desde donde dominan todo su sector oriental. La iglesia, dedicada a san Bartolomé, formaba parte de un conjunto de construcciones que, desde la altura, rodeaban el emplazamiento del monasterio de Santa Maria de Ripoll. Para llegar hasta las ruinas de la capilla, en el antiguamente llamado Puig Salomó, hay que tomar la carretera N-260 que lleva de Ripoll a Vallfogona del Ripollès, y girar a la izquierda antes de llegar a las últimas casas del barrio del Hospital. La última parte del trayecto se debe hacer a pie, por una escarpada senda que conduce hasta la cima de la montaña.
Los archivos locales no conservan ningún tipo de información del periodo medieval referente al templo, apareciendo documentado sólo ya en época moderna con el nombre de capilla de Puig Salomó. En la actualidad, este antiguo topónimo aún se utiliza para denominar a una pequeña casa en ruinas que se encuentra próxima al templo. En un texto del siglo xvii aparece una mención a la capilla de Sant Bartomeu y a la función que entonces desempeñaba, que era servir de lazareto en tiempos de epidemias. Las fuentes modernas constatan la existencia de dos altares secundarios además del dedicado a San Bartolomé, consagrados a san Grau y a santa Paulonia, dos santos locales invocados en casos de enfermedad. En las festividades de dichos santos se organizaban romerías para bendecir ramas de boj, que se plantaban posteriormente en los alrededores. Durante la primera guerra carlista la capilla fue utilizada como baluarte defensivo, por lo que fue fortificada y atacada durante el asedio de las tropas carlistas a Ripoll. La capilla sufrió notablemente el grave incendio que afectó a toda la villa de Ripoll en 1839, y luego quedó abandonada definitivamente.
El templo presenta una planta rectangular de nave única en la que destaca su insólita cabecera de tres ábsides semicirculares embebidos en el muro, el cual resulta consecuentemente recto en el exterior. El ábside principal es el de mayor tamaño y está construido sobre la base de una gran roca de la montaña, únicamente visible en la parte exterior de la pared. En el interior tan solo se observan unas pequeñas cavidades, posiblemente destinadas a contener reliquias. Las absidiolas laterales tienen la característica especial de estar orientadas en diagonal con respecto al eje del ábside mayor, estando todas ellas cubiertas por bóvedas de cuarto de esfera.
La nave del templo estaba cubierto por una bóveda de cañón, el arranque de la cual todavía se puede apreciar en parte. Después del incendio de 1839, muchos aldeanos de Ripoll reaprovecharon los materiales del tejado de la iglesia de Sant Bartomeu para la reconstrucción de sus viviendas, lo que provocó el derrumbamiento de la bóveda. El templo presenta dos grandes aspilleras rectangulares situadas en cada uno de los ábsides laterales, posiblemente añadidos en época moderna, cuando la capilla fue fortificada. La puerta de entrada está situada en la fachada oeste, donde aún se conservan algunas de las grandes dovelas que la adornaban de cara al exterior; sobre ella se puede observar una delgada ventana de derrame doble, de la que no se conserva su parte superior.
Del aparejo de la iglesia se pueden deducir dos importantes fases de edificación, que en ambos casos destacan por el uso de grandes sillares regulares, bien pulidos. La construcción original presentaba una menor longitud, pudiendo observarse un cambio de materiales en el lugar donde la iglesia fue ampliada hacia el Oeste. La cabecera del templo con tres ábsides constituye su parte más antigua, con un tipo de aparejo que, según las observaciones del historiador Eudald Graells, es similar al utilizado en un anexo de la iglesia de Sant Pere de Ripoll. Los sillares son de gran tamaño, destacando su buena factura y la disposición regular en que se encuentran; también destaca su aspecto rojizo y erosionado por el tiempo. Si las hipótesis sobre el mencionado anexo de Sant Pere son correctas, se trataría de una construcción de finales del siglo x, por lo que cabría calificarla de prerrománica. Por lo excepcional de su estructura en planta, la capilla de Sant Bartomeu ha sido comparada con el ábside de Sant Pere de Terrassa (al que en realidad se parece relativamente poco) e incluso con varias construcciones paganas en la antigua Siria (Kanawât), lo que en realidad parece bastante inapropiado. Con respecto a la ampliación occidental, se trata sin duda de una obra ya de época románica, de sillares perfectamente tallados y alineados, característicos de las construcciones de la segunda mitad del siglo xii.
Texto y fotos: Martí Beltrán González
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, X, p. 344; Graells i Puig, E., 1975; Mascarella i Rovira, J., 1989b, pp. 100-105; Raguer i Fossas, T., 1925a, pp. 5-6.