Sin uso ya a mediados del siglo XIX, según Madoz, esta ermita, resto de un antiguo y mal documentado priorato sanjuanista dependiente de la encomienda de Vallejo de Mena, se sitúa a unos 250 m al suroeste de la iglesia parroquial. Hoy de propiedad particular, ha sido reconstruida utilizando en parte los elementos constructivos y decorativos de la primitiva, presentándose como edificio de breve nave única y capilla rectangular levantada en bien escuadrados sillares labrados a hacha, de la que en 1984 Vélez Chaurri escribía que “del ábside, como hemos dicho destruido, sólo permanece en pie parte del muro y el arranque de la bóveda en el lado cercano a la nave”. Hoy día el edificio ha sido totalmente remozado, recreando su estructura, reutilizando algunos sillares labrados a hacha con marcas de cantero y manteniendo parte de la cornisa original, de listel y chaflán ornado con bolas sobre canes de simple nacela, a los que hoy acompañan modernas recreaciones románicas y una cornisa de puntas de diamante de idéntica estética e igualmente contemporáneas. En la portada, abierta en el muro meridional, se ha reutilizado también una columna románica, con su basa de perfil ático degenerado de grueso toro inferior con garras, sobre plinto, fuste monolítico y capitel de collarino con doble junquillo y somera decoración vegetal a base de hojas de nervio central y pomas en las puntas, con bastoncillos y frutos entre ellas, de ruda talla. Del otro soporte no resta sino el fuste y la basa. Vélez Chaurri describía la portada como “muy simple, dispuesta con arco de medio punto sobre jambas y flanqueada por dos ventanas”. Entre los materiales de derribo del entorno se ven canes de nacela, dovelas, así como un cimacio o fragmento de cornisa decorado con dos líneas de semibezantes enfrentadas, una basa correspondiente a una columna de ventana. En el muro meridional de la cabecera se empotró un sillar decorado con un arquito sogueado que acoge un clípeo en el que se inscribe una cruz potenzada entre cuyos brazos se grabaron discos con rosetas. Pese a lo fragmentario de los restos, el carácter de lo conservado parece invitar a una cronología tardía, entre los siglos XII y XIII para esta ermita.