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Planta

Identificador
09249_01_012
Tipo
Fecha
Cobertura
42º 35' 20.51'' , Lomg:3º 19' 50.99''
Idioma
Autor
Juan Antonio Huidobro Píriz
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de La Asunción de Nuestra Señora

Localidad
Aguilar de Bureba
Municipio
Aguilar de Bureba
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
MONUMENTO NACIONAL desde 1983, la iglesia parroquial -que Madoz refiere como dedicada a San Guillermo de Aquitania- se ubica en la parte oriental del caso urbano, sobre un recinto ligeramente elevado. El primitivo templo románico presentaba planta de una sola nave con cabecera semicircular y portada bajo la espadaña -ésta con tres pisos de dos troneras cada uno a excepción del último donde se coloca el campanil- en el hastial occidental. También en el hastial occidental se abre una ventana de arco de medio punto, con guardapolvos y cimacios ornados de puntas de diamante, sobre dos columnas acodilladas de capiteles vegetales de hojas lisas con cogollos en las puntas. Los diferentes añadidos recibidos por la estructura original determinaron la actual planta de cruz latina y el ocultamiento de la estructura románica, a excepción del ábside semicircular y un retazo del esquinal suroccidental, junto a la espadaña, en cuyo muro sur se adosó una semicolumna rematada por capitel vegetal de hojas lisas con palmeta pinjante en las puntas. La portada, resguardada por un pórtico con bóveda de arista epigráficamente datado en 1762, y probablemente remontada, se compone de un arco de medio punto liso exornado por cadeneta en la que se inscriben botones vegetales y tres arquivoltas. De éstas, la exterior es lisa, y las otras dos van ornadas con menuda decoración de banda quebrada en zigzag, cadeneta de entrelazo con puntas de diamante y dos filas de taqueado (la interior), y mediacaña en la arista y banda de rombos que acogen hojitas de tres y cuatro pétalos. El conjunto descansa sobre jambas escalonadas de arista abocelada, coronadas por imposta de doble nacela. Al exterior la cabecera es el elemento más llamativo, debido a los numerosos añadidos antes referidos. Levantada en buena sillería de tono dorado labrada a hacha, está formada por presbiterio y retranqueado ábside semicircular, dividido éste en tres paños por dos columnas adosadas, cuyos capiteles alcanzan la cornisa -moldurada también con dos nacelas superpuestas-, integrándose en la línea de canes que la sustentan. Los capiteles de estas columnas entregas son ambos vegetales, el más meridional muestra, sobre una fina corona de palmetas, dos pisos de hojas lanceoladas y profusamente nervadas de cuyas puntas penden brotes apalmetados, coronándose por caulículos perlados y dados del ábaco con doble hilera de dientes de sierra; el capitel de la columna septentrional, fracturado, muestra tres pisos de anchas hojas de profundas acanaladuras y bordes vueltos, pendiendo de las superiores pesados frutos esféricos. Muy interesante es la línea de canecillos que sustenta la cornisa de ábside y presbiterio. Empezando por el muro sur del tramo recto vemos, tras unos lisos, una curiosa cabeza o máscara de diablo, cornudo y con alargada perilla y, ya en el ábside, un cuadrúpedo de rabo enro scado -posiblemente un cerdo-, una deteriorada figura humana de ojos almendrados y rehundidos y gesto grotesco que quizá re p resentase un avaro, un ave descabezada, un busto humano tocado con un bonete cónico, una cabeza monstruosa de grandes fauces rugientes y aire maléfico, un can moldurado con un bocel aplastado entre nacelas, otra ave o arpía descabezada, una liebre, un prótomo de cáprido, otro prótomo monstruoso muy deteriorado y un pez. Horizontalmente, el tambor absidal está dividido en dos pisos por un leve retranqueo a media altura, sobre el que se dispuso, en el lienzo central, una ventana en torno a una aspillera con derrame al interior -hoy cegada-, coronada por cuádruple banda de contario. El arco que la rodea, de medio punto con arista abocelada y chambrana de doble nacela, descansa en dos columnas acodilladas de basas áticas con garras y sobre plinto. Sus capiteles, bajo cimacios de doble hilera de dientes de sierra y vástago ondulante con hojitas, muestran sendas escenas de combate. En el de la derecha, de collarino sogueado, asistimos a la lucha de dos guerreros ataviados con cota de malla y armados con rodelas y espadas cortas contra sendos dragones, mientras que en el capitel de la izquierda aparece la lucha de dos pequeños cuadrúpedos afrontados, bajo motivos vegetales de hojas con abultadas palmetas pinjantes similares a las ya vistas. Muestra esta cabecera varias preocupantes grietas rasgando sus muros, especialmente seria la del eje, que ha llegado a desplazar el arco de la ventana absidal y poner en peligro tanto la propia estabilidad de la capilla como la del retablo que cubre interiormente el altar. La estructura interior nos muestra la nave única dividida en dos tramos separados por un arco fajón apuntado que apea en semicolumnas adosadas y sustenta la bóveda de cañón del mismo perfil. Tras ellos, y como es recurrente en buena parte del románico del norte de Burgos y sur de Cantabria, se destaca el tramo que antecede a la cabecera tanto en superficie como en altura. Aprovechando la robustez del muro y de los recios torales una reforma posmedieval dispuso sendas capillas a los lados de este tramo, configurando así un transepto que determina una planta de cruz latina. El crucero se cubre hoy con una cúpula sobre pechinas de amplia claraboya y moderna linterna, resultando algo forzado el tránsito entre la superficie circular y la cuadrada del tramo. Aunque Pérez Carmona y otros consideraban esta cubierta como románica, poniéndola en relación con las ciertamente similares de San Pantaleón de Losa y Nuestra Señora del Valle de Monasterio de Rodilla, varios indicios, ligados al apeo de la base de las pechinas en los pilares, nos obligan a considerar si no su contemporaneidad a las capillas laterales sí al menos su probable reconstrucción en ese momento. En cualquier caso, el refuerzo y escalonamiento de los soportes indica que el tramo fue preparado para recibir una cubierta diferenciada del resto y con mayor desarrollo, quizá una cúpula. Da paso a la cabecera desde el crucero un robusto fajón de medio punto y triple rosca que apea en el responsión escalonado, en cuyo frente recogen el arco interno una pareja de columnas entregas. El presbiterio, en cuyos muros se abrían sendas ventanas de las que hoy sólo resta la septentrional, se cubre con bóveda de cañón, mientras que el hemiciclo recibe una bóveda de horno, oculta como el paramento interno por el retablo. Dos impostas recorren el interior de la cabecera, la superior, que marca el arranque de las bóvedas, moldurada con doble nacela y la inferior, a la altura del alféizar de las citadas ventanas, con decoración de ajedrezado. La ventana del muro norte del presbiterio, similar a la absidal, es visible también desde el interior de la sacristía que la condenó. En torno a una aspillera abocinada al interior se dispone un arco de medio punto con guardapolvos de dos mediascañas, sobre una pareja de columnas, coronada la izquierda por un capitel vegetal de hojas acogolladas y otras menores con piñas, con abundantes puntos de trépano y bajo cimacio de dos tallos ondulantes perlados; el capitel más oriental muestra dos leones andrófagos afrontados que comparten cabeza en el ángulo y devoran a un personajillo, mientras sobre ellos se disponen otras dos cabezas monstruosas. Su cimacio se decora con friso de palmetas y una sonriente cabecita barbada en el ángulo. Desde la sacristía y gracias al reciente desencalado podemos observar el aspecto exterior de esta ventana, con un pseudotímpano ornado con dientes de sierra incisos entre cordeles sogueados sobre el vano. Sólo resta la columna más occidental que recibía el arco, coronada por un capitel vegetal de finas hojas lobuladas con nervio central trepanado y rematadas en piñas. Las semicolumnas que recogen el fajón oriental de la nave se rematan, respectivamente, con un sencillo capitel vegetal de hojas lisas resueltas en palmetas pinjantes, el del muro norte, mientras que el meridional muestra una más complicada composición, con tres grandes anillos concéntricos en los que se inscriben dos grandes rosetas y una especie de rueda solar, separados por una figura humana y un prótomo de bóvido, mientras que una carita simiesca se dispone sobre la gran roseta del frente. El mayor interés iconográfico y plástico se concentra en la pareja de capiteles del arco triunfal. Sobre el del lado de la epístola, de espléndida composición, se dispusieron dos parejas de bellos basiliscos afrontados cuyas incurvadas colas de reptil rematan en monstruosas cabecitas de serpiente, con las alas plegadas y alzando los del frente de la cesta sus patas interiores hasta apoyarlas en el dado central del ábaco. El collarino recibe decoración incisa de zigzag, mientras que decora el cimacio una sucesión de palmetas finamente labradas que brotan de las fauces abiertas de dos mascarones monstruosos dispuestos en los ángulos. Su composición y factura recuerdan los capiteles decorados con aves afrontadas que vemos en el exterior del ábside de Castil de Lences y en las naves de Abajas y Escóbados de Abajo. Sobre el capitel del lado del evangelio del triunfal se suceden dos escenas compositivamente diferenciadas pero que parecen corresponder a un mismo ciclo. En la cara que mira al altar vemos, ante una cabecita monstruosa bajo una roseta, un jinete tocado con yelmo y armado con escudo de cometa y lanza; ante él, un personaje a pie, barbado y vestido con saya larga, prepara una honda para dirigir el proyectil contra su oponente. En la cara que mira a la nave observamos otro jinete que alza su diestra portando un objeto irreconocible y sujeta las riendas de su montura, la cual con sus patas delanteras aplasta la cabeza de un contrahecho personajillo que yace en tierra. Ante el sometido se dispuso la figura barbada de un cautivo de larga melena que inclina levemente su cuerpo hacia delante, atado como está por sus manos a una especie de poyo. Esta escena es contemplada desde un balcón volado sobre ménsulas por dos figurillas, una masculina y otra femenina, dispuestas bajo arquillos en la parte alta de la cesta. El cimacio muestra un tallo ondulante con zarcillos, y en los ángulos una cabeza masculina barbada y una rugiente máscara felina. Resulta dudosa la interpretación iconográfica de este curioso capitel más allá de reconocer que plantea sendas escenas de desigual combate y quizá consecutivo sometimiento, temas de compleja traducción, al menos con meridiana certitud, a un plano simbólico en cualquier caso no fácilmente identificable (¿aplastamiento del infiel?, ¿victoria de David contra Goliat?). A este edificio del último tercio del siglo XII vinieron a sumarse importantes reformas en época bajomedieval, como el bello coro tardogótico elevado que ocupa el tramo occidental de la nave, las dos capillas renacentistas antes citadas, que configuraron una planta de cruz latina y, ya en época moderna, el pórtico y las estancias adosadas por el costado septentrional, como la troje que recupera elementos de una primitiva ventana románica.