Identificador
33490_01_019
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 33' 56.76" , -5º 54' 0.67"
Idioma
Autor
Adriana Carriles García
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
San Pedro Navarro
Municipio
Avilés
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Claves
Descripción
LA PRIMERA REFERENCIA DOCUMENTADA a la iglesia de Valliniello está datada a principios del siglo XIV; concretamente, se trata de una donación del obispo de Oviedo, según la cual hace entrega de la iglesia de San Pedro Navarro al monasterio de San Vicente en el año 1312. No obstante, el análisis estilístico de los elementos que han llegado a nuestros días, nos permite pensar que ya estuviera construida a mediados del siglo XIII. La iglesia románica de San Pedro Navarro de Valliniello fue destruida en 1936, durante la guerra civil, y tres años más tarde fue edificado el templo actual; actualmente, de la iglesia románica original sólo se conserva un arco, empotrado en el paramento interior de la nueva edificación. Su propia reconstrucción suscitó diversos problemas y es posible que en la recomposición se hayan incluido algunas piezas procedentes, cuando menos, de otras partes del antiguo templo medieval; esta problemática es especialmente visible en el montaje invertido de las impostas, montadas bajo los capiteles, cuando su posición es, justamente, sobre ellos. En cualquier caso, y relegando la controvertida reconstrucción a un segundo plano, el arco presenta gran interés por su repertorio iconográfico, especialmente en lo que se refiere a la aparición de cabezas rostradas. Ambos capiteles presentan decoración de temática animalística. El capitel izquierdo muestra dos parejas de caballos enjaezados, superpuestos verticalmente, afrontados y uniendo sus cabezas en la arista frontal del capitel. La escena es prácticamente idéntica a la que aparece en uno de los capiteles de la portada de la iglesia gijonesa de San Miguel de Serín, y ésta, como se verá, no es la única coincidencia ornamental entre ambos templos, según ha señalado M. S. Álvarez Martínez. La talla de los caballos es algo tosca, muy profunda, de volúmenes muy marcados. El hecho de que se les represente dispuestos con la silla de montar y las bridas podría llevarnos a suponer que se trata de las monturas de algún caballero. Si bien es cierto que existen algunos ejemplos de escenas ecuestres independientes de la temática cinegética, por ejemplo, el tema de la despedida entre la dama y el caballero, no parece posible adscribir el capitel de Valliniello a este grupo, sino que debemos verlo en un sentido meramente ornamental. En cualquier caso, la factura de los caballos permite hablar de una cronología avanzada, probablemente del período protogótico. El capitel del lado derecho es el más interesante de los dos, debido, precisamente, a la inclusión de un tema iconográfico de marcado carácter foráneo. Se trata de una serie de cabezas rostradas, también conocidas como cabezas de pico, sobre el motivo principal del capitel. Las cabezas de pico son un tema muy difundido en el románico del grupo de Villaviciosa, pero que ha dejado menos muestras en el resto de la costa central y occidental de Asturias. Este capitel de la jamba derecha fue tallado con la imagen de dos felinos afrontados en una, que comparten la cabeza en la arista del capitel, a modo de eje de simetría. Ambos cuadrúpedos protagonizan una escena que volveremos a encontrar prácticamente idéntica en el templo de San Miguel de Serín, donde uno de los capiteles de la portada occidental muestra una felación entre dos cuadrúpedos, imagen análoga a la de Valliniello. Las características técnicas de la portada de Serín hacen pensar a M. S. Álvarez Martínez en dos canteros diferentes, de tal forma que los dos capiteles de la derecha y el capitel interior de la izquierda serían producto de un mismo taller, taller que, posteriormente, trabajaría en San Pedro Navarro de Valliniello, donde se repite, sin apenas variantes, la misma iconografía a base de cuadrúpedos (los caballos enjaezados del primer capitel y estos leones) algo toscamente tallados. Todos ellos son temas relacionados con el mundo infernal, y símbolos de los vicios o sus castigos. Sobre los lomos de los leones de Valliniello voltean sendas y largas colas. Aquí es donde aparece la novedad iconográfica anteriormente mencionada. Se trata de dos cabezas de pico, que muerden las colas de los felinos. Este motivo pertenece a un repertorio ornamental foráneo, cuyos modelos más cercanos se sitúan en el ámbito anglonormando, aunque el origen último del tema es confuso y habría que buscar primitivas raíces en Oriente, pero, sobre todo, y a decir de E. Fernández González, “en el mundo celta, en el arte vikingo y en las culturas prerrománicas del norte de Europa”, ámbitos culturales que demostraban gran entusiasmo por la temática de carácter fantástico y monstruoso. Las incursiones vikingas por las costas atlánticas de Europa, frecuentes desde el siglo VIII, y, en general, la expansión de los pueblos escandinavos, fueron el origen de la amplia difusión que tuvo este motivo ornamental, con gran éxito en Francia e Inglaterra. Su aparición en Asturias es probable que se deba a la expansión de los pueblos escandinavos por vía marítima, suposición más que justificada tratándose de un puerto comercial de importancia como era Avilés. La presencia de cabezas de pico, o cabezas rostradas (beak-heads), en Asturias se concentra en la zona de Villaviciosa, extendiéndose hacia el Sur a través de los valles hasta la colegiata de Santa María de Arbas. La configuración tradicional consiste en una serie de cabezas de animales, de forma triangular (de ahí el sobrenombre de cabezas de pico), dispuestas a lo largo de la rosca de la arquivolta de las portadas, mientras que con el pico muerden el bocel correspondiente. El caso de San Pedro Navarro de Valliniello es aún más llamativo, por cuanto es el único ejemplo conocido en Asturias que presenta este motivo adaptado a los límites volumétricos de un capitel. En Valliniello, y a pesar del proceso de erosión al que se han visto afectadas, se puede apreciar con claridad los rasgos de su talla, con grandes ojos y picos afilados, con los que atacan a los leones tallados bajo ellas; en los ejemplos asturianos, estas cabezas rostradas suelen situarse en las portadas occidentales con una finalidad principalmente decorativa; sin embargo, el hecho de presentarlas mordiendo las colas de los leones apoya el sentido maligno de la imagen de Valliniello. Como complemento a todo ello, en un extremo, junto a una de las cabezas de pico, aparece un pequeño rostro humano, de rasgos caricaturescos y deformados, a modo de máscara. Este rostro vuelve a poner en relación la iglesia avilesina con la de San Miguel de Serín, pues un motivo semejante aparece en un capitel de su portada. La relación de la iglesia de San Miguel de Serín con la avilesina de San Pedro Navarro de Valliniello se refuerza por la similitud del repertorio iconográfico empleado en ambas, aunque la factura de Valliniello es más tosca, menos precisa en los detalles. Más aún, la inclusión en Serín de un capitel con la imagen de sendos pelícanos sujetando con sus picos un sapo de grandes dimensiones, motivo infernal frecuente en el románico del grupo ovetense pero no en la zona costera, además de su calidad técnica y estética, hacen pensar que ése, y otro de los capiteles del arco triunfal, sean debidos a un artista formado en Oviedo o cuando menos familiarizado con las formas escultóricas ovetenses, y cuya preparación técnica es claramente superior a la de los otros miembros del taller. Resulta fácil suponer que esos capiteles fueron tomados como modelos por el resto de los artífices del taller para completar el programa iconográfico de la portada de Serín y, poco después, aplicarlos también en Valliniello, de donde, a su vez, tomaría el motivo el responsable de diseñar la portada de la también avilesina iglesia de Santa María Magdalena de los Corros. Puede decirse, por tanto, que los integrantes del taller de Serín actuaron como agentes de difusión de un repertorio ovetense. Por otro lado, esta doble fusión de elementos ornamentales de la tradición románica y carácter incluso ligeramente arcaizante, junto a repertorios de filiación internacional no resulta extraña si, como hemos dicho, tenemos en cuenta la importancia de Avilés como puerto comercial en la Europa medieval. La inclusión de repertorios de adscripción estilística protogótica no es, por tanto, extraña. Sin ir más lejos, en la propia ciudad de Avilés se conservan otros ejemplos de la etapa protogótica, como la antigua parroquia de Santo Tomás de Sabugo o la portada norte de San Francisco al Monte (actual templo parroquial de San Nicolás). Éstas, y el arco de Valliniello, son ejemplos de la experimentación propia de un momento de transición entre estilos.