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Panorámica desde el lado norte

Identificador
33867_02_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Adriana Carriles García
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Andrés

Localidad
Linares
Municipio
Salas
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
LA PRIMERA MENCIÓN DOCUMENTAL a la localidad de Linares data del 8 de mayo de 1097, según testimonia un escrito conservado en el archivo capitular de la catedral de Oviedo; se trata de una carta de donación según la cual Fakilo Osoriz, hacía testamento en favor de San Salvador de Oviedo, donándole monasteriis meis qui sunt in Asturias, entre ellos el monasterio Sancti Michaelis de Linares in valle de Linares territorio Salas. Paradójicamente, tanto en el Libro Becerro como en la colección de documentos de San Salvador de Oviedo, las escasas referencias a Linares que se encuentran citan una iglesia, o un monasterio, dedicado a San Miguel y no a San Andrés. Una nueva referencia, menos concreta, a Linares aparecía en un documento fechado el 7 de marzo de 1124, a través del cual el conde Suario y su esposa Enderquina vinculaban el cercano monasterio de San Salvador de Cornellana, fundatum in asturis territorio salas, a la importante abadía francesa de Cluny. El vínculo se acompañaba de la correspondiente donación de bienes de diverso tipo, entre los que se encontraban in terra de Salas [...] alia hereditate de uilla mar et linares. La primera referencia documentada con seguridad a San Andrés de Linares está fechada poco después, en agosto de 1129. Se trata de otra carta de donación por medio de la cual, Pedro Guilleniz (o Qulieniz) y su mujer, Xemena Monniz, cedían a San Salvador de Cornellana diversas heredades, villas y monasterios que poseían en distintas localidades de Asturias entre los que se cita in ualle de Linares, Sancto Andrea de Campo. Hace tiempo que la iglesia de San Andrés de Linares dejó de cumplir la función para la que fue edificada; la actual iglesia parroquial, bajo la advocación de San Miguel, se levantó, tal como figura en una inscripción en su fachada, entre 1805 y 1828, año éste de su consagración definitiva. La antigua iglesia de San Andrés de Linares está enclavada en un altozano, a 340 m de altura y dominando la panorámica del valle de Linares. Se trata, o se trataba, de una iglesia de grandes dimensiones, pero en la actualidad su estado es de completa ruina y, además de los efectos propios del abandono y la erosión, se encuentra muy afectada por la tupida vegetación que la invade, incluso por su interior. A pesar de su estado, San Andrés de Linares fue un templo que despertó el interés de los viajeros que recorrieron Asturias a lo largo del siglo XIX. Madoz recogió en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones en ultramar, publicado en 1849, como “en el pueblo de San Andrés hay una ermita muy espaciosa, y según se cree obra de Templarios; viéndose hacia el oeste los vestigios y fosos de un castillo del tiempo de los moros...”. Esta curiosa alusión a la Orden del Temple no es la única y, de hecho, creemos que Madoz la tomó de T. López, quién, ya en 1777, mencionó la iglesia de Linares como obra templaria en su libro Mapa del Principado de Asturias. Aunque la discreta presencia del Temple en Asturias está probada, y aunque en las zonas circundantes se conocen testimonios materiales y documentales de poblamiento y construcciones desde época castreña, lo cierto es que ninguna de las afirmaciones de Madoz ha podido ser respaldada documentalmente. San Andrés de Linares era una iglesia de clara tipología románica, con nave única de planta rectangular y cabecera, destacada en planta, de testero recto, aspecto este último muy frecuente en el románico asturiano, heredado de las construcciones de la monarquía astur. La nave se cubriría, como era habitual, con armazón de madera a dos aguas, y la cabecera con bóveda de cañón. Separando ambos espacios se disponía un arco triunfal de medio punto, articulado en una única arquivolta, no sabemos si decorada, sobre pilastras coronadas por capiteles moldurados. Los muros, que destacan por su potente grosor, fueron levantados con mampostería en su mayor parte, reservando los sillares para los ángulos, los contrafuertes o los vanos, según fue habitual en las iglesias de recursos modestos. Debido a su elevada altura, en consonancia con las proporciones de la planta, la construcción se acompañaba de varios contrafuertes, situados la mayoría en el muro Sur, donde se halla un mayor desnivel del terreno, aunque ahora apenas son visibles, semiocultos por la vegetación y por una casa particular que se construyó adosada al muro de la iglesia. En el muro Sur de la cabecera se abría un gran vano de iluminación, articulado en un arco de medio punto con fuerte abocinamiento, actualmente muy deteriorado. También se ha perdido la portada que se abría en el lateral sur, después de su derrumbe parcial. La portada oeste, la principal, está ligeramente desplazada hacia la izquierda del eje simétrico de la fachada. Esta portada, que debió de sustituir a la primitiva románica, es de arco de medio punto al exterior y carpanel al interior, y está construida con dovelas de gran tamaño. A pesar de la vegetación que la cubre, se puede apreciar cómo la rosca del arco está animada por molduras cóncavas y convexas y un potente bocel en el punto de unión con el intradós. El guardapolvo, muy deteriorado, también está moldurado. La arquivolta descansa sobre sendos capiteles semi-impostados y tallados con finas molduras y una hilera de perlas. El capitel izquierdo se encuentra seriamente afectado por la erosión, pero es de suponer, por los restos que aún pueden contemplarse, que estaba decorado de forma similar al capitel derecho, mejor conservado y más accesible. Ambas jambas aparecen recorridas por las mismas molduras cóncavas y convexas que aparecían en la arquivolta, una solución que podemos encontrar en otras iglesias, especialmente del románico costero, y que sirve para dotar de homogeneidad a la portada. La fachada se remata en una espadaña de un único ojo. Encajada en el muro de la fachada, se halla una inscripción tallada en piedra, de muy difícil lectura debido a su pésimo estado de conservación; además de la erosión natural, este epígrafe se vio sometido a ciertas agresiones cometidas por aficionados que intentaban leerlo, e incluso fue objeto de un intento de robo. La fábrica románica experimentó algunas reformas, posiblemente entre los siglos XVII y XVIII, y posteriormente se abandonó tras la construcción de la nueva iglesia de San Miguel. A principios del siglo XX los vecinos de Linares se propusieron arreglar la iglesia de San Andrés para convertirla en ermita o capilla, sin llegar a hacerlo. El desplome de cubiertas y muros, y la vegetación que invade el interior, revelan su situación de abandono y ruina, amenazando a la vecina vivienda que se levanta al sur. Para salvar lo que resta del primitivo templo sería necesario efectuar una limpieza y obras de consolidación de sus muros.