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Panóramica del emplazamiento de la ermita de San Pedro

Identificador
39091_01_001n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 19' 39.04'' , -4º 19' 24.25''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal,Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de San Pedro

Localidad
Caviedes
Municipio
Valdálica
País
España
Descripción
ESTA PEQUEÑA ERMITA DEDICADA A LA SANTA CRUZ, se halla en el Monte Corona en los límites actuales de los municipios de Valdáliga y Udías, es decir, entre los más antiguos Val de Allega (Valdáliga) y Alfoz de Lloredo. Pocos años hace que su conocimiento fue oficializado con su primera catalogación y estudio, aunque desde tiempo inmemorial debió de ser utilizada por los vecinos de Caviedes. De lo que sabemos, fue abandonado su culto en 1975 por causa de un incendio forestal en el Monte Corona que la dejó inservible, pero hay constancia de que hasta esta fecha fue atendida y conservada por los lugareños. En 1988, conocedores de la situación totalmente ruinosa de la ermita los profesores y alumnos del I.B. Mixto de Cabezón de la Sal (hoy I.E.S. Valle del Saja) tuvieron el acierto de realizar prácticas arqueológicas en ella, no sólo para liberarla de su abandonado estado físico, rodeada de vigorosa maleza que casi la ocultaba, sino con objeto de recuperar al menos lo que de ella se pudiese averiguar de su historia. Los trabajos realizados tuvieron como resultado la publicación de un completo trabajo de investigación firmado por todos los que, bajo la dirección de R. Bohigas, a ellos contribuyeron. Se trataba, aunque las ruinas eran avanzadas, de un pequeño edificio de una sola nave rectangular con capilla o cabecera semicircular que había sufrido reconstrucciones en diversas ocasiones, pero que aún conservaba restos inequívocos de su viejo carácter tardorrománico: muro oriental que aún permitía distinguir las jambas y arranques (salmeres y segundas dovelas de cada lado), de un arco triunfal muy posiblemente apuntado, que daba paso a un ábside en semicírculo, cubierto con bóveda de cuarto de esfera. Tanto arco como bóveda cargaban sobre imposta trapezoidal. También había vestigios románicos en el muro sur: una portada de vano ojival, que en la remodelación moderna, daba paso a la sacristía, adosada al muro, modificando su probable función anterior de acceso al edificio medieval. Una ventana, a modo de saetera, permitía la iluminación del sector del altar, decorada al exterior de su jamba derecha con una cruz griega en relieve, inscrita en círculo rehundido. Tan sólo existía ya, en toda la construcción, un solo canecillo de doble rollo cilíndrico que persistía en el ángulo sudoriental externo de la nave. En la evolución de la fábrica documentada en 1988, se podían distinguir, pues –según los autores de la Memoria–, dos momentos cronológica y estilísticamente diferenciados: uno de finales del siglo XII o inicios del XIII, y otro (ensanchamiento del muro de la nave hacia el norte, y sacristía añadida en el meridional) que podría fecharse en una etapa de tránsito entre los siglos XVII al XVIII. Apoyados en lo documental, los restos medievales podrían tener relación temporal con la donación de la villa de Caviedes al monasterio de San Andrés de Arroyo (Palencia) realizada por Alfonso VIII en 11 de mayo de 1189, en la ciudad de Burgos. Tiene también interés recoger lo que apunta Pérez Bustamante en 1989 al referirse a que a finales de la Edad Media, esta ermita de Santa Cruz era lugar de reunión del Concejo del Valle de Valdáliga. Fuentes más cercanas, sacadas de los libros de fábrica de su próxima ermita de San Antonio, que se conservan en el Archivo Histórico Diocesano de Santander, nos aseguran de la existencia de vida cultual en Santa Cruz, al consignarse limosnas recaudadas en la segunda parte del siglo XVIII, XIX y XX. Habiéndose creado en el primer tercio de este último siglo la Cofradía de la Santa Cruz. También en Libro de Cuentas de la parroquia de Caviedes: testamentaría con capitales para los gastos en las ermitas de Santa Cruz y San Antonio, en 1914; reparación general del revocado, muros y tejado, en 1925; limosnas recogidas en la fiesta del 3 de mayo hasta 1929 aseguran hasta ese año una actividad litúrgica, que pudo quedar reducida a la misa anual en la ermita, hasta el incendio de 1975, tras el cual no volvió a ser reedificada. Desgraciadamente, a pesar del trabajo histórico y arqueológico que la sacó del olvido, la ruina ha proseguido con implacable actividad.