Identificador
31395_08_029
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Carlos Martínez Álava
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Sansomáin
Municipio
Leoz
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
LA PLANTA DE SAN PEDRO, de casi 5 m de anchura por unos 18 de longitud, es prácticamente similar en diseño y dimensiones a la de San Bartolomé de Olóriz, distante sólo unos kilómetros al Norte. Como aquella, presenta nave de cuatro tramos, en este caso más irregulares, y cabecera de cierre semicircular. Cada tramo va determinado por la presencia de robustos estribos al exterior y pilastras o ménsulas al interior. La nave se cubre con bóveda de cañón apuntado, con potentes fajones, también apuntados, de sección rectangular que apean sobre ménsulas bilobuladas los dos orientales y pilares los occidentales. El del tramo de los pies, que soporta la torre, muestra mayor solidez; de hecho, el fajón se dobla y descarga sobre pilares prismáticos en forma de “T”, mientras que los del fajón anterior son simplemente prismáticos. La cabecera se cubre con la tradicional bóveda de horno, de perfil también apuntado. Como remate del perímetro mural, y basamento para la bóveda, recorre el templo una imposta lisa que nace de las ménsulas y sus cimacios. En el centro del cilindro absidal se abre un pequeño vano, casi una aspillera, de perfil semicircular al exterior y abocinamiento rehecho al interior. Sobre el hastial occidental un segundo vano, también de medio punto, ilumina el interior con el tradicional abocinamiento simétrico; características similares muestra un tercer vano semioculto por el forjado del coro y abierto sobre el muro sur del tramo más occidental. Como es habitual, la última ventana se sitúa en el muro sur del tramo más oriental de la nave; parcialmente cegado, conserva claramente al interior la huella semicircular de su abocinamiento. La huella de otro vano, parecido a los que veremos en la torre, se adivina entre las hiladas inferiores del hastial occidental. Muy simplificado, se organizaba a partir de un pesado arquitrabe sobre zapatas lisas. La portada de ingreso se encuentra, siguiendo la organización tradicional, en el segundo tramo del muro de la epístola. Los contrafuertes que la flanquean sirven de límite al paramento avanzado que la acoge. El notable grosor del muro sumado al del propio paramento (unos 2 metros), junto a la estrechez del tramo, provocan que el abocinamiento no se salve de forma gradual; para abocinar esta profundidad la portada debía haber sido algo más ancha. En consecuencia, la arquivolta apuntada exterior, de baquetón angular y chambrana lisa, sirve de embocadura a una breve bóveda de cañón que resguarda a la puerta propiamente dicha. Esta arquivolta apea sobre un cimacio liso, bajo el que aparece por el lado derecho, a modo de capitel corrido, una faja decorativa geométrica a base de una intersección regular de circunferencias con flores inscritas; por el otro lado los círculos entrelazados se sustituyen por una sucesión de hojas pentalobuladas, que a pesar de lo sumario de la labra, denotan una inequívoca búsqueda de naturalismo. La puerta en sí misma, se organiza mediante doble arquivolta apuntada y baquetonada que apea sobre pares de columnas acodilladas. Los capiteles, de labra ruda y popular, acogen también grandes hojas, en la línea por ejemplo, de algunos de los capiteles del ala norte del claustro de Iranzu. Sus diseños, esquemáticos y sumarios comparten otra vez un incipiente sentido naturalista. En los cuatro casos los tallos de las hojas nacen del collarino, dejando para las hojas, siempre un tanto seriadas y repetitivas, los dos tercios superiores del tronco cono invertido del capitel. Por ambos lados se sitúan hojas de cinco lóbulos en los exteriores y de tres en los del interior. El tímpano, monolítico y sobre zapatas de rollo, integra en su centro un crismón trinitario en la línea con la tradición compositiva de otras iglesias de la comarca. Incluye las habituales letras con la peculiaridad de que tanto el círculo envolvente como el palo vertical de la P y los diagonales de la X presentan trazo doble; mucho más normal es la inversión de la S. Curiosamente el perfil del tímpano es perfectamente semicircular, dejando un hueco entre tímpano y ápice de la arquivolta, que se debe rellenar con argamasa. Además el modo como está tallada la pieza e incluso la tonalidad de la piedra se diferencian del resto de la composición. Con toda probabilidad nos encontramos ante una pieza reutilizada de una edificación anterior. Los contrafuertes prismáticos que jalonan muros exteriores y cabecera acogen tras el talud prototípico, un remate en forma de breve pilastra que los une al vuelo del alero. El tejaroz apea pues sobre los contrafuertes y los canes lisos, que distribuidos en grupos de tres o cuatro, jalonan todo el perímetro del templo. Por la parte del presbiterio algunos canes acogen elementos decorativos siempre simplificados y rutinarios: grupos de tres bolas y un tonel. Siguen así la tradición constructiva de otros templos de la zona con cabecera semicircular. Además, por esta parte, algunos sillares del tejaroz conservan flores decorativas simétricas y esquemáticas. Para el final ha quedado la torre prismática erigida sobre el tramo de los pies. La continuidad en las hiladas, el tipo de sillar así como su conformación geométrica señalan una clara continuidad entre los muros perimetrales y el alzado del elemento. Además los propios soportes estaban diseñados inicialmente para soportar su apeo: se doblan fajón y pilastras, se refuerzan sus correspondientes estribos, se propone una potente portada sobre paramento recrecido, y se erige el tramo de la nave inmediato sobre pilastras. Su remate superior con cubierta a dos aguas, así como los vanos para las campanas deben ser posteriores. El templo conserva el acceso primitivo a su primer piso: una escalera de mano alcanza un hueco abierto en el encuentro de bóveda y hastial. Sobre la bóveda del tramo de los pies se organiza una estancia cuadrangular con vanos dintelados sobre zapatas de sabor medieval, cuyo forjado superior delimita ya el cuerpo de campanas. Aun repitiendo substancialmente la planta de San Bartolomé de Olóriz y consiguientemente el tipo de iglesia rural característicamente tardorrománica, San Pedro de Sansomáin muestra algunas características que ilustran una clara evolución tanto estilística como cronológica. Así la portada presenta arcos apuntados de buena traza y molduración, y sus capiteles acogen elementos decorativos que, aun con labra muy popular, suponen un punto de partida más naturalista. A su vez, contrafuertes y tejaroz recuerdan a construcciones relacionadas en último término con La Oliva, cuya articulación supone un progreso respecto a composiciones como las descritas en la parroquial de Olóriz y otros templos valdorbeses con ábside semicircular. Todas estas características y afinidades inducen a situar la construcción de esta iglesia avanzado el siglo XIII, ya en su segundo tercio, con lo que corresponde a los comienzos del gótico rural navarro, mientras que el crismón debió de pertenecer a una iglesia románica probablemente de la centuria anterior, de la que pudieron reemplearse otros elementos secundarios.