LA IGLESIA PARROQUIAL, dedicada a Santo Tomás, se sitúa en el extremo nororiental del caserío. Es un edificio modesto, de planta de cruz latina con cabecera rectangular flanqueada por dos capillas abiertas con arcos levemente apuntados de ladrillo, mismo material utilizado para el arco triunfal, aunque éste es de medio punto. El conjunto presenta cubierta de madera, fruto de una reciente restauración promovida por los propios parroquianos. Sobre el hastial occidental, construido como el resto en mampostería de lajas, se yergue una espadaña rematada a piñón, con dos troneras y campanil. La estructura del edificio obedece a reformas bajomedievales y modernas, que sólo conservaron del primitivo templo románico la portada, abierta en el espesor del muro septentrional de la nave. Se compone de arco de medio punto liso, doblado por una arquivolta moldurada con mediacaña y bocelillo, que recaen en jambas escalonadas coronadas por una imposta con perfil de bisel. La estructura se realizó en arenisca dorada de grano fino, en la que son patentes las marcas del trabajo a hacha. En su construcción se reutilizaron varios elementos escultóricos procedentes de un edificio anterior y de factura prerrománica. En concreto, la imposta de la parte occidental de la portada está torpemente realizada aprovechando y mutilando un relieve en el que a duras penas se adivina un tallo ondulante y un pámpano. El tema y la talla a bisel nos relaciona este relieve con otro similar empotrado en la cabecera de la cercana iglesia de Moreruela de Tábara. A la derecha de la portada y encastrados en la mampostería de la nave, hay otros dos relieves -procedentes de una misma pieza o banda de unos 19 cm de altura- decorados con discos enlazados a modo de estrígilas, igualmente labrados a bisel y en todo iguales a los dos fragmentos conservados en la sacristía y muro norte de San Miguel de Moreruela de Tábara (definidos por los autores como “de postas”; vid. F. Regueras y García-Áráez, 2001, p. 33). Todo apunta a un origen común para éstos vestigios de San Miguel de Moreruela y Santa Eulalia de Tábara, los primeros recogidos ya por Manuel Gómez-Moreno en su Catálogo Monumental. Sí resulta significativo su reaprovechamiento como elemento decorativo, retallando la pieza sin atención a la decoración original, en la portada románica de la iglesia de Santa Eulalia. Parecería lógico, así, pensar que nuestros relieves fueron traídos desde la cercana Moreruela de Tábara, fruto del expolio de los restos de un monasterio altomedieval, quizá el de Morerola fundado por San Froilán y San Atilano a finales del siglo IX en amenum et altum locum erga flumen Stole discurrente. En la zona baja del muro norte de la capilla septentrional hay un sillar decorado con un alquerque. Finalmente, en el interior de la capilla meridional, se conserva la pila bautismal, realizada en granito. De copa semiesférica, de 1,04 m de diámetro por 0,78 m de altura y sobre tenante cilíndrico, decora su frente con gallones helicoidales y una tosca cruz de brazos iguales ente los que se incluyeron otras cuatro menores, las de arriba también griegas y las inferiores de San Andrés. De traza románica, su cronología es imprecisa.