LA IGLESIA PARROQUIAL DE San Julián y Santa Basilisa, en la actualidad abandonada y en estado ruinoso, se sitúa en un alto, dominando el caserío. Conserva del primitivo templo románico la cabecera, compuesta de ábside semicircular y presbiterio, así como algunos canecillos reutilizados tanto en el muro norte como en el sur, siendo de etapas constructivas posteriores el resto de la fábrica, tanto la nave como la capilla tardogótica y la sacristía adosadas a la fachada meridional. Construida íntegramente en sillería de la piedra toba tan abundante en la comarca, es de nave única, a la que se han añadido en el lado de la epístola la sacristía y una capilla lateral. El tambor absidal, retranqueado respecto al presbiterio y alzado sobre un breve y semienterrado zócalo, está dividido en tres paños por dos semicolumnas adosadas, coronadas por capiteles lisos y basas áticas sobre plinto y alto podium. En el lienzo central iría ubicada una ventana aspillera, en la actualidad desaparecida y de la que tan sólo queda el minúsculo vano abocinado al interior. Los toscos capiteles renuncian a la decoración, esbozando simplemente su collarino y ábaco, y se integran en la serie de canes lisos y con perfil de nacela que soportan la achaflanada cornisa. En los muros norte y sur de la nave se reutilizaron los primitivos canecillos, algunos con rectángulos excisos. La misma austeridad domina el interior del templo. El ábside se cubre con bóveda de horno, y el presbiterio, al que da paso un arco triunfal levemente apuntado, con bóveda de cañón; ambas bóvedas parten de una imposta de apenas insinuada nacela. Probablemente en origen la nave fuese abovedada, aunque en la actualidad presenta una cubierta de cielo raso. Los muros aparecen en la actualidad interiormente enfoscados, con restos de modernas pinturas en la cabecera, a las que se superponen absurdas pintadas recientes. La sencilla pila bautismal se encuentra hoy recogida en el pórtico de la cercana iglesia de Abajas. Sobre el hastial occidental de la nave se alza una espadaña barroca con dos troneras de medio punto, remate a piñón en el que se abre el campanil y ornamentos apiramidados. Si el arruinado caserío da fe de la despoblación del lugar (producida según Rubio Marcos hacia 1980), el avanzado deterioro del templo hace presagiar su próxima y total desaparición, como apuntan el deterioro de sus cubiertas y, sobre todo, las dos profundas grietas que rasgan ya el hemiciclo. Aunque puede que sea inexorable tal destino y, privado de cuidados, el edificio no espere sino su ruina, nada justifica la barbarie de quienes, para mayor escarnio de tal infortunio, demuestran su incultura practicando necias pintadas en sus muros.