Sant Julià de Corts
Iglesia de Sant Julià de Corts
El pueblo de Corts es un pequeño núcleo de construcciones rurales en torno a la iglesia dedicada a san Julián, situado a unos 4 km al sur de Banyoles. Para acceder al lugar se debe tomar, desde Cornellà del Terri, la carretera C-66 en dirección Banyoles. Tras pasar por la población de Pont-Xetmar, hay que tomar un desvío a mano derecha que lleva a una rotonda, desde la cual sale la carretera que lleva directamente a Corts.
Los orígenes de la pequeña e interesantísima iglesia de Sant Julià de Corts se sitúan a principios del siglo x. Al parecer, un primer templo altomedieval habría sido arrasado durante la –bien documentada– incursión húngara por el sur de los Pirineos del año (probablemente) 942, que afectó notablemente la zona de Banyoles. A finales de siglo x, varios alodios en Villa Curtis son legados por el levita Odón a la catedral de Girona. La iglesia de Corts estaría reedificada a comienzos del siglo xi, pues aparece entre las posesiones del monasterio de Sant Esteve de Banyoles en la bula papal de Benedicto VIII (1017). Dos años después, en 1019, la iglesia fue cedida a la canónica catedralicia de Girona, y en el año 1063 aparece ya citada como parrochia en un documento de compra-venta de alodios. En 1102, el obispo gerundense Bernat Umbert otorga licencia para la construcción de una nueva iglesia y de su cementerio, y un año más tarde los feligreses de Sant Julià entregan a la canónica catedralicia el nuevo templo parroquial. Ya en el bajo Medievo, Sant Julià de Corts aparece entre las parroquias bañolenses en el censo del rey Pedro el Ceremonioso de 1359.
La iglesia se encuentra hoy parcialmente escondida por el adosamiento de una finca en su costado norte. No obstante, se puede apreciar tanto su belleza arquitectónica como su interesante portada, que es su elemento más característico y singular. Se trata de un templo de nave única, cubierto por bóveda ligeramente apuntada, y ábside semicircular cubierto por bóveda en cuarto de esfera. Hay una ventana de doble derrame, levemente descentrada, en el eje del muro absidal.
Durante unas reformas realizadas en el siglo xv se añadió, en el muro septentrional, una segunda nave cubierta por dos bóvedas de crucería, que comunica con la nave primitiva. En el siglo xvi o xvii el templo fue objeto de otra remodelación: se sobrealzó entonces la cubierta y se añadió un coro elevado en el primer tramo de la nave románica, para cuyos apoyos se habilitaron dos contrafuertes en el exterior. De esta época también es la sacristía que se abre en el muro Norte, y que comunica directamente con el ábside.
La construcción románica y los añadidos modernos crean en el exterior un juego de volúmenes de cierto interés. Tanto en el muro sur como en el paramento absidal se divisa una especie de línea de imposta que deja constancia del sobrealzamiento de la nave, así como también es visible el cambio de aparejo. La parte inferior corresponde al trabajo tradicional del siglo xii, con sillares homogéneos y bien tallados, mientras que en las partes altas el aparejo es menos cuidadoso, con profusión del mortero mezclado con piedras pequeñas. En el mismo muro sur, entre los dos contrafuertes mencionados, se sitúa una escalera que conduce hasta el campanario de planta cuadrada y dos pisos, ambos construidos posiblemente durante las reformas más tardías.
La torre, poco estilizada, es la culminación de la fachada occidental, la cual tiene la apertura de acceso al templo con una portada con decoración escultórica románica que se comentará a continuación. El portón de esta portada conserva los herrajes en forja medievales típicos de la región, una trama de tallos y volutas evocando una decoración vegetal y el cerrojo rematado con la cabeza de un animal.
Sin duda, el elemento más interesante de la iglesia es la citada portada, cuya decoración escultórica, aunque de factura algo tosca, ha despertado siempre interés en la historiografía. El infortunio de la erosión de la piedra ha provocado que el estado de conservación, tanto de las arquivoltas como de los capiteles, sea delicado. Además, como nota histórica, cabe apuntar que la arquivolta interior estuvo revocada, según muestra una fotografía de 1920.
La estructura de la portada es bastante sencilla, con dos arquivoltas planas de medio punto, en degradación y ricamente ornamentadas. La arquivolta exterior descansa sobre dos impostas rectangulares, dispuestas en saledizo y decoradas con motivos geométricos o pseudovegetales, que coronan dos finas columnitas con sendos capiteles esculpidos. El de la izquierda contiene únicamente motivos vegetales: una serie de tallos en forma de V difíciles de apreciar debido a la erosión del material. El capitel derecho está decorado con dos personajes de grandes cabezas de ojos almendrados y prominentes bocas dentadas, de factura extremadamente rústica.
Más interesante es la decoración de las dovelas de las dos arquivoltas, que son de tamaños diferentes y, algunas, seguramente reaprovechadas.
Empezando por el arco interior, y de izquierda a derecha, la primera dovela presenta una flor de ocho pétalos inscritas en un doble círculo y en el lado derecho dispuestos en forma vertical hay dos círculos más con decoración vegetal. La segunda dovela presenta una decoración parecida a la primera pero muy desgastada. La tercera, de menores dimensiones, tiene inscrita en tres círculos una cruz patada. En la siguiente dovela se insinúa un animal. La quinta está muy estropeada, casi imposible de identificar. En la sexta dovela se puede entrever una figura alada que posiblemente continuase en la séptima, pero ésta está totalmente destruida. La octava dovela parece representar un animal inscrito en cuatro círculos; en su lado izquierdo, verticalmente, se dispone una franja de decoración vegetal que puede ser consecuencia del reaprovechamiento de otra pieza. La novena dovela presenta decoración vegetal descentrada. La décima presenta una figura humana unida a la undécima, que tiene motivos vegetales.
En la arquivolta externa la decoración es igualmente variada. De nuevo empezando por la izquierda, en la primera dovela, que es de grandes dimensiones, se ubica un animal con cuernos. En la segunda, más estrecha, se representa un animal parecido a un asno. En la tercera se puede intuir algún tipo de decoración vegetal. La siguiente dovela está muy dañada y es de imposible interpretación. La quinta dovela presenta una figura humana, posiblemente un ángel. La sexta parece representar un animal de grandes orejas. En la séptima, aunque muy erosionada, se intuye una Crucifixión, con Cristo vestido con túnica manicata y clavado con cuatro clavos sobre una cruz de forma patada; la factura tosca de la talla sólo deja entrever la cara con dos incisiones a modo de cuenca ocular, mientras que flanqueando la cruz se identifican, en la parte baja, las cabezas de María y san Juan, y en las partes altas los símbolos del sol y de la luna. En la octava dovela hay un animal que se suele interpretar como un grifo. La novena dovela también es difícil de interpretar por el desgaste del relieve, pero se ha propuesto la teoría de la figura de un ángel. Las cinco dovelas restantes, presentan una sencilla decoración geométrica de líneas paralelas en zigzag.
Todo este abigarrado conjunto ornamental ofrece motivos habituales del repertorio iconográfico característico del románico, con abundancia de representaciones vegetales o de animales inscritos en círculos. Similares portadas con el dovelaje de las arquivoltas esculpido se encuentran en la iglesia gerundense de Sant Pere de Galligants, en la puerta lateral de Sant Vicenç de Besalú y en la cercana Santa Maria de Porqueres, al lado de Banyoles. Estas comparaciones con iglesias vecinas apoyan la cronología que la historiografía aporta para la datación de la portada, situándola a finales del siglo xii.
texto y fotos: LORENA GARCÍA MORATO – Planos: MODESTO CARRERAS CORT
Bibliografía
Butinyà i Teixidó, I. y Tubert i Tulsà, A., 2007, pp. 11-37; Catalunya Románica, 1984-1998, V, pp. 280, 396, 410-412; Constans i Serrats, L., 1985-1993, I, p. 283, II, pp. 41, 99, III, p. 259; Coromines i Planellas, J. M. y Marquès Casanovas, J., 1967-1978, III, pp. 57-60; Montsalvatje y Fossas, F., 1889-1919, XVII, p. 144; Noguera i Massa, A., 2005, p. 120; Palmada Auguet, G. et alii, 2005, p. 291.