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Detalle de los canecillos

Identificador
33619_02_012
Tipo
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María Magdalena

Localidad
La Rebollada
Municipio
Mieres
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
LA VINCULACIÓN DEL TEMPLO ROMÁNICO a la leprosería está fuera de dudas, puesto que en el Libro Becerro del obispo Gutierre se cita de la siguiente manera: Santa María de la Rovellada, es parroquial y ay malatería. Es capellán Juan de Ovella. De ello se deduce también que cambió de advocación, quizás porque la de María Magdalena era la que se usaba con mayor frecuencia para referirse a los leprosos. El templo románico de Santa María Magdalena de La Rebollada era en origen de una nave, que precedía un ábside semicircular, pero fue demolido en 1921 y en su lugar se construyó uno nuevo, el cual fue inaugurado en 1923, orientándose al sur, de la misma manera que lo hacía su antecesor. La nueva iglesia es de mayores proporciones, puesto que dentro de su perímetro englobó la anterior iglesia románica, el antiguo cementerio y un camino. En el siglo XIX el templo estaba precedido de un pórtico construido posteriormente a la obra románica. En el lado norte existía una espadaña, que quizás fue la original del edificio y estaba formada por un tejado a dos aguas y cuatro muros de la misma extensión, sobre los que se abrían arcos semicirculares. En la pared del oeste, la que estaba pegada al camino, se alternaban canecillos, de representaciones iconográficas con otros de motivos geométricos y vegetales, con ménsulas lisas. En este mismo lienzo se abría una puerta de medio punto que estaba tapiada en tiempos de Vigil y de los fotógrafos que reprodujeron imágenes de la iglesia antes de su derribo. Esta puerta era similar a una de las de San Martino (Lena), puesto que tenía una sola arquivolta adornada con puntas de clavos, que se apoyaba sobre dos impostas ajedrezadas, y a su vez directamente sobre las jambas, sin columnas intermedias. En el muro oriental es posible que existieran ventanas, aunque no tenemos datos que lo confirmen, y por encima se localizaba una cornisa con canecillos lisos. La cabecera de la iglesia era semicircular, precedida de tramo recto, y tenía dos saeteras, una de ellas más estrecha y colocada en el centro. La nave se cubría con armadura de madera, el ábside mediante bóveda de cañón en su tramo recto y de horno en el hemiciclo. De los elementos románicos únicamente se conservan gran parte de los canecillos y un alero, quizás procedente del ábside anterior. Los canes se colocaron al oeste de la iglesia nueva, sosteniendo un alero, de la misma manera que lo hacían en el templo anterior, y en el ábside fue incorporado además un alero románico, debajo de otras ménsulas de la misma época. Entre los canecillos se encuentra un grupo formado por cabezas de animales monstruosos, que en dos de los casos engullen una hoja nervada y dentada, ocultando la mandíbula inferior del animal, otro corroe un elemento difícil de determinar y una más, de similares características, no lleva nada en su boca. Figuras próximas a éstas se pueden localizar en los canes de otros templos asturianos, como Santa María de Lugás (Villaviciosa), San Esteban de Aramil (Siero), y se pueden asociar a las cabezas de pico que se encuentran en varias portadas de las iglesias de la zona y en las de Villaviciosa. Dos de ellas tienen la cabeza en forma de triángulo, y por tanto se relacionan con la tipología de San Esteban de Aramil y San Esteban de Ciaño (Langreo); las otras tienen un perfil curvo, lo que las avecina más al tipo de la cercana iglesia de San Juan de Mieres y a la de Santa María de Lugás. Pero a pesar de los rasgos distintivos, las cuatro figuras comparten otros comunes, como los ojos almendrados de carácter expresionista y las orejas pequeñas. En dos ménsulas se representan figuras de un hombre con un barril a hombros y de otro sentado, con un tonel, que no se ha conservado, en el regazo. El primero constituye un motivo repetido en varios templos próximos, como San Martino (Lena) y Santibáñez de la Fuente (Aller), así como en otros de la zona de Zamora muy relacionados con los asturianos del camino de peregrinación, y en concreto Santo Tomé de Zamora; el segundo se encuentra también en varios templos de la zona de Villaviciosa. Otro tema representado es un monje con el libro abierto, que aparece también en San Martino, con la diferencia de que el de La Rebollada tiene una capucha que le cubre totalmente la cabeza, lo mismo que en el de la cornisa del ábside de San Esteban de Aramil (Siero) y el del templo palentino de Sotillo de Boedo. El resto de los motivos antropomórficos de los canecillos de La Rebollada representan una cabeza humana y una figura que perdió el resto del cuerpo y cuya cabeza presenta rasgos similares a la anterior. Los demás canecillos están decorados con motivos geométricos y vegetales. Uno de ellos presenta tres rollos unidos, colocados en horizontal y fijados al cuerpo del canecillo con una cinta central, según un modelo que cuenta con ejemplos dentro (Santa María de Valdediós, Santa Eulalia de Ujo) y fuera de Asturias (San Esteban de Corullón, León). Otro can se flanquea con dos hileras de ajedrezado, siguiendo un esquema también repetido en Santa María Magdalena de los Pandos (Villaviciosa) y en Santa María de Narzana (Sariego) con algunas variantes compositivas. En otras piezas se tallan dientes de sierra y puntas de clavos, éstas dispuestas en hilera o alternadas con zigzag. Las puntas de clavos aparecían también en otros elementos de la misma iglesia, en concreto en su portada desaparecida. Entre los motivos vegetales se halla un canecillo en el que se encuentran dos filas de tetrapétalas, decoración que se sitúa habitualmente en las metopas. En concreto, este motivo floral se aplicó en las metopas de la cornisa románica incorporada al ábside de la nueva iglesia de La Rebollada, y también aparece en las de las portadas de San Martino (Lena) y de Ujo. Pero las tetrapétalas también aparecían con frecuencia en los canecillos de las iglesias de Villaviciosa, con las que, según se puede deducir, el templo de La Rebollada y todos los de la zona mantienen una estrecha relación. En otro canecillo se representó una bola sujeta por una lengüeta triangular y dos cintas, con una composición que se localiza también en Narzana, y con algunas variantes, en Ujo, Amandi y Villamayor, entre otros. Otra versión, que sustituye la bola por una piña, cuenta con paralelos en los templos zamoranos de San Claudio de Olivares y San Isidoro. Junto a los comentados, los más sencillos y desornamentados son los que adoptan forma de quilla, que se repiten en número considerable.