Pasar al contenido principal
x

Detalle del ábside del evangelio

Identificador
24760_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 11' 59.08'' , -5º 58' 56.81''
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de El Salvador

Localidad
Castrocalbón
Municipio
Castrocalbón
Provincia
León
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EN LA PARTE BAJA de la misma loma se construyó la iglesia parroquial de El Salvador, un edificio románico de ladrillo y cantería que fue muy alterado con el paso del tiempo. En origen presentaba una planta basilical de tres naves separadas por toscos arcos apuntados de piedra que descansaban sobre pilares de sección rectangular. La cabecera quedaba organizada en tres capillas semicirculares con su correspondiente tramo presbiterial. Posteriormente el ábside del evangelio pasó a ser utilizado como sacristía lo que obligó a tapiar su arco triunfal al tiempo que se abría un nuevo acceso desde la capilla mayor. Actualmente sólo presenta dos naves fruto de la “restauración” llevada a cabo en la década de 1970. Por fotografías antiguas sabemos que el ábside central, su corto tramo recto y el cuerpo de las naves se construy e ron en ladrillo, mientras que para los ábsides laterales se utilizó una pobre mampostería de pizarra y arenisca. Actualmente toda la cabecera está recubierta por un enfoscado moderno de cemento que desvirtúa enormemente el aspecto primitivo de su fábrica. El exterior de la capilla mayor se decora con siete arquerías ciegas de medio punto que cobijan otras de menores dimensiones y rematado todo por un friso de esquinillas, motivo este último que también se repite en los ábsides menores y en el primer tramo de la nave septentrional. Este esquema decorativo parece una torpe interpretación de los modelos difundidos a partir de las iglesias de Toro y su comarca. En el eje del ábside del evangelio se abre una sencilla ventana formada por arco de medio punto con derrame hacia el interior. Otra similar existía en el ábside de la epístola que fue cegada al revocarse el muro exterior. En el interior, los ábsides se cubren con bóvedas de horno totalmente revocadas y se abren a las naves a través de un arco triunfal apuntado. Decoran sus muros con una imposta de nacela y otra de esquinillas. El ábside del evangelio, hoy sacristía, presenta además un tramo con bóveda de cañón construida con un curioso aparejo en el que alternan hiladas de ladrillo y de mampostería. Nada subsiste ya de la armadura de par y nudillo “enriquecida con pinturas góticas” que citaba Gómez-Moreno para la nave central. El edificio sufrió a lo largo de los siglos posteriores una serie de reformas que transformaron considerablemente el aspecto primitivo de la fábrica tardorrománica. Sabemos que en torno a mediados del siglo XVII el edificio se encontraba en un estado lamentable como consecuencia de varios derrumbes sufridos en su estructura, lo que obligó al traslado temporal del culto a la iglesia de San Pelayo, situada hacia el norte de la calle de su nombre. En esos momentos o poco tiempo después se reconstruyó el templo y probablemente se prolongó su longitud hacia los pies, rematándose el hastial occidental con una espadaña que es ya obra del último cuarto del siglo XVIII. Sin embargo, la reforma más importante que experimentó el templo se produjo a raíz de las desastrosas obras emprendidas entre 1971 y 1972 que alteraron profundamente la distribución interna de la iglesia. En esos momentos se destruyeron los arcos que delimitaban la nave de la epístola, se sustituyó el primitivo artesonado mudéjar por una cubierta moderna de uralita y se inutilizó la nave del evangelio. Entre los años 1992 y 1993 se realizaron de nuevo obras de acondicionamiento en su interior que enmendaron parte de los males producidos en la intervención anterior, recuperándose de nuevo la nave del evangelio. Respecto a su cronología hay que señalar que se trata de una obra tardía llevada a cabo en la primera mitad del siglo XIII. El tipo de arcos apuntados y pilares, junto con la influencia de la arquitectura románica del foco toresano, indujeron a Manuel Valdés Fernández a situar la construcción de la iglesia de Castrocalbón a fines del primer tercio de dicha centuria.