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Crismón en el timpano de la portada sur

Identificador
31192_02_026
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 48' 4.04'' , -1º 35' 30.14''
Idioma
Autor
Mercedes Orbe Sivatte
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de la Virgen del Camino

Localidad
Badostaín
Municipio
Egüés
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
HAN SIDO DISTINTOS LOS HISTORIADORES que se han ocupado de ella. Aunque todos coinciden en verla como un edificio románico, difieren en su datación. Así los que enfatizan más sus rasgos románicos la fechan en la segunda mitad del siglo XII, mientras que los que destacan los elementos precursores del gótico prefieren hablar de comienzos del XIII. Alejada de la población y en la actualidad unida al cementerio, en pleno campo dominando una amplia panorámica, se levanta la ermita de la Virgen del Camino. Se trata de un bello edificio de sillería de tamaño medio dispuesta en hiladas regulares, de ricas tonalidades doradas y grises, propias de la calcarenita de la Cuenca pamplonesa, matizadas en las zonas proclives a la humedad (el lado norte y portada sobre todo). Hasta la reconstrucción de la iglesia en 1950 su interior servía de cementerio, abierto a la bóveda celeste por la destrucción de la suya de piedra. La restauración se hizo con un criterio histórico, reproduciendo el material, sillar, y las formas, bóveda de cañón apuntado, que correspondían al momento y exigían los fajones todavía en pie. De ello resultó un edificio homogéneo y unitario, de proporciones equilibradas. Sigue las pautas constructivas del románico tardío. El muro se ve herméticamente cerrado en el lado norte y aligerado en el sur por ventana y portada. Lo articulan cinco contrafuertes por lado que alcanzan el alero. Constituye la cabecera un ábside semicircular, jalonado verticalmente por cuatro contrafuertes escalonados y horizontalmente por dos molduras que enmarcan las tres ventanas. Todo el perímetro del templo está recorrido por un alero de piedra sobre modillones curvos repuestos en la restauración. La torre-espadaña que se levanta a los pies es moderna. Los exteriores de las cuatro ventanas de la cabecera, las tres absidales y la abierta en el tramo inmediato del muro sur, repiten un mismo esquema: el vano de exterior achaflanado se ve cubierto por un arco de medio punto que descansa sobre columnillas con capiteles decorados, de difícil identificación por el mal estado de la piedra. Una chambrana, en general muy deteriorada, envuelve el exterior a partir de la imposta situada a la altura de los cimacios. Los capiteles de la ventana norte del ábside son los únicos donde se adivinan vestigios de temas figurativos de animales, muy perdido el derecho y mejor conservado el otro. Las hojas esquematizadas, lisas, a veces con incisiones axiales verticales y rematadas en volutas u otros adornos vegetales, predominan en el resto de las ventanas, si bien resulta difícil distinguir los detalles a causa de su generalizado mal estado. El capitel derecho de la ventana de la nave se enriquece con hojas desplegadas en abanico a partir del adorno central. La portada se abre en el muro sur, según la costumbre de la época, orientada al sur y en el tramo inmediato al de los pies. El resalte que permite el abocinamiento ocupa el espacio entre contrafuertes y está limitado en altura por un vierteaguas con modillones lisos. Consta de tres arquivoltas con boceles entre medias cañas y un arco exterior moldurado. A cada lado se alzan tres columnas sobre alto podium. Sus basas constan de dados muy estropeados, escocias y toros, en los que apean los fustes cilíndricos (algunos nuevos) y los capiteles decorados. Hasta donde el deterioro permite distinguir, parece que se repiten los temas por parejas. Los dos exteriores representan pájaros (dos por cara) que giran sobre sí mismos para picotearse las patas o las colas (sin entrelazar los cuellos), en una versión simplificada del hermoso capitel procedente de la portada de la catedral de Pamplona. Vemos en los intermedios hojas lisas hendidas que rematan en volutas. Los interiores están tan perdidos que sólo son reconocibles dos pequeñas cabezas en el de la izquierda. También está sufriendo por la exfoliación de la piedra el crismón trinitario (se ven la X, la S y parte de la P) que ocupa el tímpano al que sirven de apoyo unas ménsulas molduradas El espacio interior del templo (20,83 x 7,30 m) sigue las pautas propias del románico rural. Lo configura una nave de cuatro tramos más ábside semicircular. La cubierta, reconstruida totalmente en 1950, se erigió con cañón apuntado conforme a los fajones apuntados y doblados que se conservaban. Descansan sobre pilastras de doble esquina, con sencillas impostas que se prolongan por todo el arranque de la bóveda (y falta en el muro de los pies). En el hastial se conservan las ménsulas del coro, además de localizarse una puerta que da acceso a la escalera de caracol, emplazamiento que resulta poco habitual. La iluminación de este interior, donde quedan a la vista los paramentos de sillería, repite una fórmula acostumbrada en el siglo XII, con tres ventanas en el presbiterio y una en el primer tramo de nave, si bien las laterales de la cabecera adoptan la solución inusual de situarse casi inmediatas a las pilastras. Las cuatro obedecen al mismo diseño: hueco abocinado, arco de medio punto con chambrana, capiteles decorados y cimacios lisos. A pesar del deterioro de muchos de los capiteles, hasta el punto de impedir en algún caso la identificación del motivo ornamental, podemos decir que todos, excepto los de la ventana central, incorporan el mismo modelo de hojas lisas, hendidas, generalmente rematadas en volutas u otros adornos vegetales que hemos visto al exterior. Destaca la axial por mostrar animales, sin identificar los de la izquierda y arpías afrontadas los de la derecha. La unidad de la escultura de este templo, que repite una y otra vez el mismo tipo de hojas, responde al trabajo de un único taller con recursos limitados, conocedor de las soluciones del pleno románico de la catedral pamplonesa, pero formado ya en el repertorio tardorrománico de hojas lisas. Cronológicamente la ermita se debe fechar en la segunda mitad del siglo XII y por alguna de sus soluciones constructivas, como el apuntamiento de la bóveda, remite a un románico tardío.