Identificador
09129_03_002
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 34' 46.82'' , - 3º 53' 34.25''
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Coculina
Municipio
Villadiego
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
EL TEMPLO PARROQUIAL de San Millán Abad consta hoy de dos desiguales naves rematadas en sendas cabeceras de testeros planos -ambas cubiertas con bóvedas de crucería cuatripartita-, combinando es su construcción la mampostería con la piedra de sillería. La nave principal es la meridional, que parece coincidir aproximadamente con el trazado de la primitiva y hoy irreconocible nave románica, a la que en temprana época gótica se añadió una colateral al norte, algo más estrecha y cubiertos sus dos tramos con bóvedas de crucería, con terceletes en el occidental y estrellada en el otro, rematada como dijimos por cabecera de testero plano en el que se abre una profunda saetera abocinada al interior, decorándose su arquillo con una irreconocible cenefa. En el hastial de esta nave del evangelio -levantado en excelente sillería- se abrió una monumental portada, hoy cegada y compuesta de arco y cuatro arquivoltas, todas lisas y netamente apuntadas, rodeadas por chambrana de nacela y apeando en jambas escalonadas de escaso resalte, coronadas por imposta de nacela y sobre zócalo abocinado. Su amplitud y aspecto denotan su tardía cronología, siendo probablemente realizada en la segunda mitad del siglo XIII. A la misma fase gótica que debió configurar esta nave norte se corresponde la no menos monumental espadaña que se alza sobre el hastial, de dos pisos de vanos apuntados y remate a piñón con campanil. A esta intervención gótica se sumó otra más tardía, quizás a finales del siglo XVI, que dotó a la nave meridional de sus actuales bóvedas de crucería estrellada y debe también ser la responsable de la bóveda del mismo tipo que cubre el segundo tramo de la norte, sobre todo en la nave principal y como puede comprobarse en la fotografía, en preocupante estado. Aunque el actual edificio debe su configuración a la intervención gótica señalada, mantuvo de la obra románica primitiva la portada, reutilizando y adaptando además varios capiteles, fragmentos de cornisa y canecillos, que pasamos a describir. El elemento más notable es la portada, abierta en el muro meridional y hoy semioculta por dos gruesos contrafuertes modernos. Se compone de arco de medio punto de arista matada por doble nacela y tres arquivoltas, la interior con triple hilera de tacos, la segunda lisa y la exterior con triple baquetón, rodeándose con chambrana de finas palmetas inscritas en clípeos. Apean los arcos en jambas escalonadas en las que -en lo visible- se acodilla una pareja de columnas, coronándose con imposta decorada, en el lado izquierdo del espectador con doble nacela escalonada y en el derecho con tallo zigzagueante del que brotan hojitas. El capitel de este último lado es vegetal, de buena factura, con hojas lisas rematadas en caulículos sobre las que se disponen carnosas hojas lobuladas de finos nervios y forma de abanico, con piñas en sus puntas y recurvadas en su base dando lugar a otras menores del mismo tipo. El diseño vegetal de esta cesta lo volvemos a encontrar, con distinto tratamiento, en la portada de Villaute. El deteriorado capitel del otro lado muestra la típica pareja de leones afrontados en el ángulo de la cesta, de colas que pasan entre sus cuartos traseros irguiéndose sobre el lomo. En el interior, y siguiendo un criterio utilitarista más que respetuoso, se reaprovecharon varios capiteles de la fábrica románica. Vegetales son los dos que soportan el arco triunfal de la nave sur, con anchas hojas lisas de nervio central muy pegadas a la cesta, con palmetas entre ellas y otras pinjantes en las puntas, y por su tamaño debían cumplir idéntico cometido en la obra primitiva. El del lado de la epístola aparece retallado para albergar la semicolumna sobre la que apean los nervios de la bóveda de crucería, que son recogidos, usándolos como ménsulas, por cuatro capiteles románicos reutilizados. Los cuatro aparecen labrados por dos de sus caras, lo cual, unido a sus dimensiones, nos hace sospechar fueran capiteles de ventana. Uno de ellos, junto a la semicolumna meridional del triunfal, se decora con los dos molinillos de acantos helicoidales que brotan de un tallo vomitado por un mascarón monstruoso, tema frecuente, probablemente introducido en la zona por el taller tardorrománico de Santa María de Aguilar de Campoo y que encontramos en Santa María de Piasca, Vallespinoso de Aguilar, Villanueva del Riopisuerga, Barrio de Santa María de Becerril del Carpio, ventana absidal de Bañuelos del Rudrón y, con un tratamiento muy similar, en Boada de Villadiego. El resto de los capiteles reutilizados nos muestran un león pasante sobre dos hojas avolutadas, tosca decoración de helechos con palmetas superiores pinjantes, hojas picudas superpuestas con pomas, otras de puntas rizadas, etc., todos de ruda factura y similares a lo habitual en la comarca. Lo mismo podríamos decir de la cornisa ajedrezada sobre canes ornados con hojas picudas acogiendo bolas, nacelas escalonadas y prótomos de animales que se reutilizaron en el alero de la obra bajomedieval. Conserva el templo un buen ejemplar de pila bautismal románica, de copa semiesférica interiormente avenerada y decorada al exterior con gruesos gallones, a dos tercios de altura recorridos por una cenefa con el consabido tallo ondulante en cuyos meandros se acomodan hojitas lobuladas, con un curioso escalonamiento en la embocadura. Mide la copa 117 cm de diámetro x 53 cm de altura, alzándose sobre un pie cilíndrico moldurado con boceles, de 47 cm de alto.