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Capitel del interior

Identificador
34406_03_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 37' 1.28'' , -4º 21' 33.47''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de La Asunción

Localidad
Villabermudo
Municipio
Herrera de Pisuerga
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
SI ANALIZAMOS LA TIPOLOGÍA planimétrica actual del edificio -dado a conocer por José María Quadrado en el siglo XIX-, nos damos cuenta de que ésta responde a un esquema que podríamos considerar atípico dentro del románico rural palentino: dos naves, la principal rematada por ábside semicircular precedido de presbiterio, una estancia añadida a la nave lateral norte, capilla adosada al sur de la nave, atrio lateral (reformado en 1818), y torre adosada a la fachada oeste, a los pies de la iglesia. Originariamente la estructura presentaba una sola nave, pero en tiempos “todavía románicos”, según García Guinea, se le añadió una segunda al norte, respondiendo así a una tipología que -como indica Martín González- también encontramos en las iglesias palentinas de Quintanahernando y Manquillos. Tan solo a modo de hipótesis, podríamos estar ante un sencillo edificio de carácter monástico -con un gran número de accesos a casi todas sus dependencias o espacios que lo configuran- que por posteriores necesidades (tal vez aumento de la comunidad laica) hubo de ampliarse, añadiendo esta segunda nave allá por los siglos XIII-XIV. Por tanto no participa de la problemática que entrañan los templos erigidos desde sus comienzos con dos naves, como ocurre en edificios levantados ya en los inicios de nuestra Edad Media. Toda la fábrica original, así como la mayor parte de las construcciones añadidas, se erigió con aparejo de sillería de tamaño regular y bien escuadrado -con intrusiones de mampostería en los añadidos al muro norte de la nave lateral- que actualmente se conserva en bastante mal estado en alguna de sus partes, como es el caso del exterior de la cabecera. También de sillería, aunque más irregular y peor dispuesta, es la fábrica de la torre. Tan sólo la pequeña espadaña levantada sobre el arco toral rompe con esta uniformidad de materiales, ya que se construyó de ladrillo. Las dos naves presentan interiormente distintas realidades. La primitiva es diáfana, sin compartimentar, con cubierta plana que sustituye a la original probablemente abovedada. A sus pies presenta una escalera de acceso a un coro moderno superior. Bajo este coro alto un arco actualmente cegado debía de comunicar la torre con la nave. La nave románica se abre a la septentrional mediante dos arcos, uno de medio punto y otro carpanel y tan sólo dos pequeños vanos abocinados abiertos en el muro sur iluminan su interior. Uno de ellos -el que se sitúa sobre la portada que sustituye sin duda a la románica- pertenece a la primitiva construcción. Esta ventana de medio punto presenta al exterior una arquivolta y guardapolvo con capiteles soportados por columnas y cimacios esculpidos. La nave lateral adosada en su costado norte se cubre con una bóveda de cañón apuntado articulada en cinco tramos desiguales mediante cuatro arcos diafragma que reposan sobre pilares adosados. Ésta no aparece rematada al oriente por un ábside sino por un tramo recto tanto al interior como al exterior, aspecto remarcado por la menor anchura de este tramo y por su ingreso mediante un arco doblado apuntado. En ese lado se abre un pequeño ventanal y una puerta adintelada, ambos cegados hoy en día. Pero no es ésta la única puerta de acceso, ya que en el muro oeste y a los pies de esta estancia, se observa exteriormente un arco apuntado con chambrana y arquivolta sostenida por sus respectivos capiteles decorados y columnas sobre podium. Justamente encima de este arco y ligeramente descentrada a la izquierda se observa una ventana rectangular sencilla, sin abocinamiento. Al norte de esta nave lateral adosada se añadió otra estancia rectangular -con el mismo nivel de cubierta- dividida interiormente en dos espacios por medio de un estrecho muro. El tramo más pequeño comunica con la nave lateral mientras que al otro -de mayor tamaño- sólo se puede acceder desde el exterior. Todavía son visibles en su interior algunos de los pequeños, pero robustos, contrafuertes prismáticos que adosados al muro norte de la nave lateral servían para contrarrestar el empuje de la bóveda interna que la cubre. Originariamente serían visibles al exterior, pero al construirse esta nueva dependencia quedaron englobados en su interior. Presenta muchas reformas, destacando las cuatro ventanas cuadradas de estructura sencilla abiertas este siglo en el muro norte y la puerta -actualmente cegada- de arco de medio punto sin abocinamiento ni decoración escultórica que se abre en el muro este. También en el muro norte son visibles las huellas de una puerta de acceso, hoy cegada, de arco apuntado que posteriormente se rebajó mediante la imposición de una viga y rellenado de adobe en el espacio creado entre ella y el arco. Una línea de canecillos, que en un principio pudieron haberse ubicado en el muro norte de la nave lateral añadida y que en la actualidad se encuentra cubierta por esta nueva construcción, recorren exteriormente esta dependencia eclesial. Tal y como ya hemos señalado, la iglesia posee un único ábside de planta semicircular que interiormente se cubre con bóveda de horno, y un presbiterio cubierto con bóveda de cañón. Un arco triunfal doblado sustentado por una pareja de columnas da paso a la nave del templo. Exteriormente descarga sus fuerzas en dos semicolumnas -rematadas por canecillos y no por capiteles- que apoyan sobre sendos pedestales en forma de pilar cuadrado de considerable altura. Para Pérez Carmona (Arquitectura y escultura románicas en la provincia de Burgos, Burgos, 1974) este hecho es indicio de modernidad en edificios ro m ánicos burgaleses como Quintanarruz y Villacomparada de Rueda. Estas semicolumnas sirven como elemento articulador del paramento y también como contrafuertes, dividiendo verticalmente el tambor en tres paños. En cada intercolumnio se abre una ventana, probablemente de medio punto, que -como es el caso de la abierta en el lado sur- aparece cegada y reformada. En general, el muro y las columnas se conservan en un estado de degradación muy alarmante provocado por la construcción de distintas estancias que se adosaron al ábside (como el caso de la sacristía todavía existente cuando García Guinea redacta su estudio sobre el románico palentino). Unas obras de restauración adecentaron su aspecto en 1992. Como viene siendo normal, una hilera de canecillos decora el alero que recorre el perímetro exterior del ábside, mientras que el inferior se ve subrayado por un pequeño zócalo. En la actualidad no se conserva el muro del presbiterio, que fue derribado, en el caso del lado sur para abrir la capilla moderna y en el caso del lado norte para comunicar la nave con la lateral añadida. Varios aspectos nos permiten valorar la nave lateral posterior a la construcción románica: sobre el arco de medio punto abierto en el tramo presbiterial norte todavía son visibles los canecillos que en su momento aparecían en el exterior del muro de la nave primitiva, además el pilar sobre el que se apoya la columna del arco triunfal de ese mismo lado fue mutilado para poder abrir el arco que lo comunica con la nave lateral. La torre se ubica a los pies de la nave, no obstante si nos atenemos a las huellas todavía visibles en el muro este, es más que probable que ocupe el sitio que originalmente estaba destinado a la espadaña que presentaba dos arcos de medio punto y probablemente otro en un nivel superior. La actual torre tiene planta cuadrangular con dos accesos sencillos e idénticos -de arco de medio punto desde el exterior- uno en su lado sur y otro en el norte, cegado. Exteriormente se articula en tres niveles horizontales distintos mediante dos sencillas molduras. El primero -en cuyo lado oeste se abren dos pequeños ventanales a modo de saeteras- se levanta justamente hasta el nivel alcanzado por la línea de canecillos de la nave y es el de mayor alzada de los tres. El segundo se corresponde, en su muro este, con el tramo de la espadaña y presenta -en sus lados este y sur- una pequeña ventana cuadrada abocinada sin ningún tipo de decoración. Por último en el tercero, el de menor tamaño, se abren una serie de arcos de medio punto sin ningún tipo de decoración: dos en sus lados oeste y este y uno en el sur y en el norte. Culmina con la cubierta a cuatro aguas rematada por ocho pináculos macizos coronados por esferas. Sobre este arco triunfal se eleva una pequeña espadaña, con una única abertura de medio punto, que probablemente sustituiría a una anterior pues todavía se puede observar el nacimiento de la misma en sillería. En una primera campaña constructiva -hacia mediados del siglo XII- se alzó la nave principal, el ábside y quizás la espadaña, hoy en día integrada en el muro este de la torre. Hacia el siglo XIII, se realizaría la primera ampliación consistente en levantar la nave lateral y la torre-campanario, esta última rehecha en alguna de sus partes superiores. En un tercer momento, datable entre los siglos XIV-X V, la iglesia sufriría otra nueva ampliación, levantándose el cuerpo que se encuentra adosado al muro norte de la nave lateral. Además será cuando se comuniquen las dos naves (la presencia de un arco carpanel así lo hace suponer). Por último, en una cuarta etapa (siglos XVII-XVIII) se añaden, probablemente, la capilla del hastial sur de la nave en la que se encuentra la inscripción citada, el pórtico y la sacristía, hoy desaparecida, que se encontraba tras el ábside y que provocó el deterioro de los muros exteriores del mismo. Dado que a la iglesia se le añade una nave lateral en el transcurso de los siglos XIV-XV, podemos pensar casi con total seguridad que la fábrica principal de la misma fue concluida tiempo atrás lo que nos lleva a datar el conjunto después de mediados del siglo XII o en fechas ligeramente posteriores. Otro problema es determinar el uso de las dependencias añadidas, como por ejemplo la nave lateral que en un principio no se comunicaba con la nave principal, sino que tan sólo tenía acceso desde el exterior. Ya que la iglesia se encuentra completamente rodeada por el entramado urbano, se hace de todo punto imposible una apreciación correcta de los restos arqueológicos que pudieran existir en su entorno. La Asunción de Villabermudo es un ejemplo típico de aquellos edificios en los que el paso del tiempo y la amalgama de estilos deja una huella arquitectónica tan compleja y variada que nos es muy difícil constatar su configuración original. En el interior del templo la decoración escultórica es muy escasa y se reduce fundamentalmente a la existente en los capiteles del arco triunfal, que presentan cimacio sin decorar. Uno de ellos -el del lado del evangelio- representa el tema de Daniel en el foso de los leones y el otro una figura de animal, probablemente un león, con las fauces abiertas y dos piñas, de talla tosca pero muy expresiva. Destacar también un relieve que se encuentra sobre el arco triunfal de la nave lateral añadida en el que se representa a Cristo en Majestad -sentado y en actitud de bendecir- dentro de una mandorla y rodeado por el Tetramorfos. El hieratismo de la figura de Cristo, la adecuación de los símbolos de los evangelistas al espacio en el que aparecen representados y la simplicidad en el tratamiento de los pliegues de las vestiduras hacen que consideremos esta pieza como original de época gótica (fines del siglo XIII) y procedente quizá del frente de un sarcófago. Una pieza de similares características se reaprovechó en el muro septentrional de Arenillas de San Pelayo. En cuanto al exterior, la escultura se localiza en tres lugares muy concretos: la ventana que actualmente se encuentra sobre el pórtico adosado al muro sur, en las líneas de canecillos del muro sur de la nave principal, muro norte de la dependencia añadida a la nave lateral y ábside, y en la portada abierta en el muro oeste de la nave lateral añadida. La ventana meridional presenta arquivoltas sencillas -con amplio bocel y media caña- sostenidas por un cimacio que se prolonga por el muro. Está decorada con un motivo de abilletado muy resaltado. Los capiteles presentan figuras antropomorfas de difícil interpretación (en el izquierdo aparece un personaje itifálico masculino entre dos leones y máscaras laterales superiores y en el derecho otro femenino que introduce sus manos entre las fauces de una máscara leonina similar a un capitel de Arenillas de San Pelayo). El estilo de estos recuerda muy certeramente a García Guinea los existentes en la iglesia palentina de San Vicente de Becerril del Carpio. En cuanto a los canecillos, verdadero muestrario de la cultura laica, podríamos agruparlos en distintos tipos: en forma de proa de nave y nacela sin esculpir, figuras humanas en posiciones obscenas, representaciones zoomórf icas y por último un grupo de canecillos decorados con sencillas hojas de acanto que cobijan esferas a modo de crochets. Por último hemos de hablar de la pequeña puerta que se abre a los pies de la nave lateral, de época ya muy tardía, de traza plenamente gótica aunque realizada por un maestro que, o bien posee un marcado carácter popular, o bien no ha sabido desligarse de la manera de hacer de los escultores de transición. De arco apuntado, presenta una a rquivolta que descansa sobre columnas con capiteles pobremente esculpidos -el de la izquierda con hojas de acanto culminadas con pequeños crochets y el de la derecha con una curiosa forma vegetal consistente en hojas formadas con puntas de diamante invertidas en diferentes franjas verticales y cimacio con motivo ornamental de billetes en forma de friso recorre toda la jamba por su parte superior-, desde el extradós de la chambrana hasta el intradós del arco de la puerta. Las basas son sencillas y están sobre pedestal. En conjunto las esculturas de Villabermudo siguen recordando a García Guinea “el foco románico que desde mediados del siglo XI penetró en Palencia” y que está vinculado a San Pedro de Cervatos (Cantabria), San Vicente de Becerril del Carpio y San Juan de Raicedo (Cantabria), aunque la datación podría acercarse más a mediados de siglo XII. Enríquez de Salamanca alude a la probable existencia -recogiendo a su vez noticias ofrecidas por Navarro- de una arcada románica existente detrás del retablo y de un sepulcro tras otro retablo del lado norte. Una detenida observación in situ p e rmite confirmar en efecto la existencia de una triple arquería ciega recorriendo el hemiciclo absidal, que sigue la tipología de Vallespinoso de Aguilar, Zorita del Páramo, Villanueva del Río o Santa María de Becerril del Carpio. De ésta sólo podemos apreciar un capitel totalmente irreconocible y deformado en el lado de la epístola. La pieza permanece completamente oculta por gruesas capas de pintura moderna imitando marmolino.