Identificador
09453_04_009
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Villalbilla de Gumiel
Municipio
Villalbilla de Gumiel
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
DE LA IGLESIA PARROQUIAL de Santiago no tenemos referencia documental alguna, pero los restos arquitectónicos y escultóricos nos permiten afirmar que la primera fábrica estaba levantada hacia mediados del siglo XI y que con posterioridad sufrió una profunda reforma, en la segunda mitad del siglo XII. Hasta el año 1136 pertenece a la diócesis de Burgos y a partir de esa fecha pasa a depender de la de Osma. Es templo de planta basilical, de una sola nave, con muros de piedra sillería, de aparejo bastante regular, cubierta de madera, artesonado en la actualidad, pero bien pudo ser de parhilera. La torre, adosada al hastial, es de planta cuadrada y la base de trazas románicas. Incrustada en el muro sur está la portada, que tiene una arquivolta en arco de herradura enmarcado en alfiz que descarga sobre columnas. El ábside primero está completamente alterado, en la actualidad es recto, con bóveda de crucería, terceletes, y de una fábrica que nos hace pensar que fue realizada en el siglo XVI. Los muros de la iglesia han sido levantados casi tres metros respecto a su altura primitiva y los canecillos han quedado como testigos del volumen murario primero, por ello en la actualidad no cumplen la función sustentante. Los encontramos tanto en el muro norte como en el sur, y en este caso están cobijados bajo la pequeña galería adosada que cubre a la portada y que parece una obra reciente. Estos canes, tanto en el lado norte como en el sur, a veces muy deteriorados, son simples formas de nacelas, alguna quilla de barco o piezas geométricas formadas por cilindros, barrilillos, bolas, puntas de diamante, ajedrezado o nacelas escalonadas. Uno de los canecillos de la fachada meridional presenta el busto de un león en posición frontal: el animal tiene orejas pequeñas, en estado de alerta, ojos saltones, almendrados y bien enmarcados por los párpados, boca entreabierta y que muestra una poderosa dentadura, con los colmillos y los incisivos muy señalados. En otro de ellos es similar, pero ahora el león muestra también los cuartos delanteros: las patas tienen unas poderosas garras y las apoya en la base del canecillo, largo cuello que termina con la mandíbula del animal colocada en la base de la ménsula; tiene la boca completamente abierta, una poderosa dentadura, ojos almendrados, saltones, facciones bien modeladas y orejas en estado de alerta. Es un relieve medio, de labra bastante dura, de poca calidad de acabado y mal acomodado al espacio escultórico. Cabe mencionar también otro situado en el mismo lado, con dos hojas de acanto que parten de la zona inferior de la pieza, se elevan y terminan en la parte superior dobladas por su propio peso. Son completamente lisas, carnosas y divididas en dos labios por medio de una incisión de suave modelado. Están superpuestas unas sobre otras. Es un relieve casi medio, con los perfiles perfectamente marcados por medio de un tallado a bisel. Modelado cuidado de la superficie, bien acomodadas al espacio y de una realización cuidada y de calidad plástica. De similares características son otros tres canecillos. La portada está incrustada en el muro, enmarcada por alfiz, que al mismo tiempo parece que la está cobijando a la manera de un arco. En el espacio que hay entre la arquivolta y el alfiz recorre una cornisa que cobija varios altorrelieves. Consta de un sencillo guardapolvo decorado a base de ajedrezado de tres dados labrados a bisel y una arquivolta con doble motivo decorativo, en la parte superior ajedrezado de doble dado y en la inferior una sencilla ornamentación funicular de un tosca realización. Es un arco ligeramente peraltado y termina formando un arco de herradura no muy cerrado. Todo descarga sobre una línea de impostas corrida, labrada a bisel, dos columnas y el pilar muy pronunciado. El capitel izquierdo está ocupado por tres bustos humanos colocados de frente. Apoyan el cuello en el collarino y lo elevan. Tienen largas cabelleras que caen hacia la nuca, talladas a base de profundas incisiones realizadas a bisel, ojos saltones, almendrados y enmarcados por los párpados, pómulos angulosos y barbilla prominente. Es un relieve bajo, casi medio, de una labra dura, angulosa, a bisel, mal acomodado al espacio escultórico y de pocas calidades plásticas y compositivas. En la parte superior del capitel derecho vemos aparecer un reptil que coloca la cola en lo alto y luego de arquear el cuerpo camina hacia la base del tambor. El cuerpo lo tiene cubierto de una tupida capa de pelo, ejecutado a base de mechones sueltos y de un acabado duro y tosco. Es un relieve bajo, realizado a bisel, de pocas calidades de labra y de composición. En el intradós del alfiz, colocado sobre una pequeña cornisa, hay dos altorrelieves que más parecen tallas exentas, colocados en ambas jambas ocupando toda la profundidad de la misma. En la izquierda un caballero va cabalgando y dirige sus pasos hacia el exterior. El animal tiene una larga cola que llega casi hasta las pezuñas, con un trabajo de las crines individualizado y bien conseguido. El caballero viste larga túnica que llega hasta los pies, pero no realiza un estudio de pliegues, sino que se reduce a marcar los perfiles. Tiene el brazo izquierdo extendido y con la mano izquierda sujeta un escudo largo, ovalado y puntiagudo que acaba cubriendo gran parte del cuerpo. Lo modela bien, logrando crear volumen pero sin un estudio minucioso y detallista de las diferentes partes del mismo. Tanto el caballo como el caballero están decapitados. Sobre la cornisa derecha, vemos un cuadrúpedo, seguramente un león, que se encarama sobre su presa, un hombre colocado en posición horizontal, yacente y a merced de las garras y de las fauces del enfurecido animal. Es casi una escultura exenta, de una labra dura, modelada y de un acabado poco detallista. Contigua a esta última pieza, en la jamba derecha, en la parte exterior y enmarcada en un espacio rectangular, vemos una escena que posiblemente sea una representación del Nacimiento de Cristo. La Virgen está acostada, cubre la cabeza con un paño y brial enmarcando el rostro, y entre las manos, en el regazo, acurruca al Niño. El avanzado estado de deterioro impide mayores precisiones. De pie y al lado de la Virgen vemos a un hombre en actitud contemplativa y pensativa, viste larga túnica y está colocado de perfil. Posiblemente se trate de San José. Es un relieve medio, casi alto, que modela los cuerpos para lograr volumen; el trabajo de pliegues queda reducido a incisiones paralelas y verticales y a veces levemente moldeadas como si de una decoración funicular se tratara, lo mismo que la columnilla que lo enmarca todo. Estamos ante una de las portadas más antiguas y en las que primero se ha tratado la escultura monumental y la escenificación del caballero y sobre el Nacimiento de Cristo. Dado que todas las características de la portada y de su relieve apuntan a una obra de mediados del siglo XI, el relieve que en ella vemos, las formas y los conceptos plásticos tienen unas deudas evidentes con el pasado prerrománico como ocurre en la ermita del Cristo de Reveche. A juzgar por los restos arquitectónicos que nos quedan, la iglesia románica se conserva en gran parte del actual templo, pues la nave actual conserva parte de su alzado. Si nos atenemos a la portada, parece que hubiera dos momentos diferentes: uno del siglo XI y el otro del XII, pero ya bastante avanzado el siglo. Entendemos que el proceso constructivo habido en este templo es bastante ilustrativo y pudiera ser similar en el cercano templo de Valdeande. Sobre el lugar de culto precedente, posiblemente de formas y tradición tardoantiguas levantado en la primera mitad del siglo X, se lleva a cabo una reforma con añadidos románicos pero respetando el alzado anterior, con la portada en un primer momento y más tarde la torre y posiblemente un nuevo ábside. En esta segunda reforma, la de mayor envergadura, se recoloca la portada anterior. Nos parece que la data de esta segunda etapa de obras románicas es ya de la segunda mitad del siglo XII. Luego de lo visto, desde el punto de vista del relieve, se puede afirmar que hay dos talleres muy diferenciados: uno el que trabaja en la portada y el otro el que realiza todo el conjunto de canecillos. El primer taller lo debemos situar hacia mediados o primera mitad del siglo XI. El tipo de relieve, la forma de labra y la concepción de la escena no presenta relación alguna con los grandes talleres de nuestra zona porque es anterior a todos ellos. El segundo ya parece del siglo XII, pero de la segunda mitad y forma parte del conjunto de talleres que trabajan en el valle del Esgueva, ligado a las iglesias de Espinosa de Cervera, Bahabón de Esgueva y a la ermita de Reveche principalmente. A los pies de la nave se halla la pila bautismal, una sencilla copa de 97 cm de altura y 93 cm de diámetro, con pie circular y cuerpo decorado a base de arquillos ciegos de medio punto.