A LA ENTRADA DEL PUEBLO, junto a la carretera, se encuentra el cementerio de la localidad que aprovecha el solar y parte de los muros de la antigua iglesia de San Martín cuya pila bautismal se conserva actualmente en la parroquia. A mediados del siglo XIX se hallaba “casi destruida y cerrada al culto”, según refiere Madoz, y no tardaría mucho tiempo en derrumbarse definitivamente. En el lado occidental se localizan los vestigios más importantes de la vieja fábrica románica. Aquí se abría una portada -hoy cegada- de la que sólo queda el arranque de un arco y de dos arquivoltas que apoyan sobre columnillas simples y pareadas. A cada lado de la portada hay dos arcos ciegos apuntados decorados con puntas de diamante muy erosionadas y separados por una columna. En los capiteles no se percibe ninguna decoración mientras que en los cimacios de adivinan tacos y roleos. En el interior del recinto sólo quedan restos de un responsión con una semicolumna lo que hace pensar en la existencia de una antigua cubierta abovedada. Aunque la parquedad de los restos no permite muchas precisiones, la decoración y trazado de las arquerías parecen remitir a un momento tardío del estilo, probablemente a comienzos del siglo XIII.