En el término de Olmos de Ojeda se ubica el antiguo monasterio de Santa Eufemia de Cozuelos, del que hoy solo queda la iglesia siendo declarada en 1931 Monumento Nacional, un nombramiento más que merecido por la composición y decoración que posee la misma.
Sus orígenes se remontan al siglo X con un posible establecimiento eremítico, y por los numerosos hallazgos arqueológicos en la zona, todo parece atestiguar la presencia de un poblamiento romano en las cercanías de La Granja. Con todo ello, se trata del último monasterio conservado perteneciente a las comendadoras de la Orden de Santiago, datado de mediados del siglo X.
La iglesia de Santa Eufemia de Cozuelos es uno de los ejemplares más bellos del románico palentino, cuyo exterior trasluce su organización interna. El templo consta de una única nave con dos tramos que culminan en una cabecera de triple ábside semicircular, siendo mayor en altura y tamaño el central que los laterales, cubiertos todos ellos por bóvedas de cuarto de esfera. El tramo recto del presbiterio se cubre con una bóveda de crucería, mientras que los brazos del crucero con una bóveda de cañón apuntado. En el crucero se eleva una gran cúpula sostenida por cuatro arcos torales que efectúa la transición de la base cuadrada a su cúpula semiesférica mediante cuatro trompas decoradas con las esculturas de los evangelistas.
El edificio es el resultado de tres fases constructivas bien diferenciadas. La primera de estas, data de mediados del siglo XII y se corresponde con la cabecera, cuyo ábside consta de tres calles separadas por contrafuertes. En cada una de ellas se abre un vano de medio punto con un guardapolvos ajedrezado y capiteles decorados con motivos vegetales y animales, entre los que destacan leones afrontados o águilas afrontadas con las alas desplegadas.
La portada principal se haya en la cara sur de la nave y corresponde con el acceso al desaparecido claustro. Esta presenta una clara influencia del cercano monasterio de San Andrés de Arroyo, tanto en su composición de dos arquivoltas ligeramente apuntadas, así como en sus capiteles vegetales, entre los que destaca el capitel figurado con arpías afrontadas tocadas con gorro frigio.
Mención aparte merece la decoración escultórica de los capiteles del interior del templo, algunos ocupando su lugar original y otros expuestos en un costado del templo. En ellos predomina la ornamentación vegetal, sin embargo, algunos de ellos presentan escenas historiadas como Sansón desquijarando al león, las Tres Marías ante el Sepulcro vacío de Cristo y una escena de fallecimiento en la que el difunto se encuentra entre personajes con báculos y plañideras, con la mano de dios bendiciendo.
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