Aunque no hay referencias documentales, el análisis de las relaciones estilísticas de la escultura permite datar su construcción entre mediados de los años 70 y finales de los 80 del siglo XII, basándose en Santa María de Piasca, el monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, el pórtico de la iglesia de Rebolledo de la Torre, y San Andrés de Arroyo, talleres con los cuales parece interrelacionarse.
Declarada Monumento Histórico-Artístico en 1951 y restaurada por la Dirección General de Bellas Artes en 1958, la iglesia consta de una única nave rematada por un presbiterio rectangular que antecede al ábside semicircular. El acceso se efectúa por una portada dispuesta en el muro sur, ricamente decorada con escenas variadas. De izquierda a derecha puede observarse: un guerrero con cota de maya luchando con un dragón, un combate entre centauros afrontados, serpientes aladas, el avaro, una representación de la extremaunción y el pasaje de la psicostasis. Mientras en el lado derecho se dispone la representación de las Tres Marías bajo arquillos ante el sepulcro vacío, seguidas una figura masculina que se dirige a un ángel vecino y a otra figura femenina, dos figuras que visten ropas talares, dos arpías afrontadas, dos personajes barbados entre elementos vegetales que sostienen un manojo de llaves, finalizando en un grupo de nueve personajes en actitudes diversas cuya identificación resulta compleja.
Junto a la portada se adosa la escalera de caracol que comunicaba con la espadaña, y que parece sugerir una función defensiva. Al exterior, un pasillo abovedado permite acceder al ábside, donde la escultura se concentra en canecillos de tipo geométrico, vegetales, animales y representaciones humanas, así como en capiteles decorados con grifos y arpías, entre otros elementos decorativos.
Al interior, el arco triunfal adornado por una hilera de dientes de sierra descansa sobre dos columnas adosadas que portan capiteles historiados: al lado del evangelio sansón desquijarando al león y al lado de la epístola dos grifos afrontados. Asimismo, estas no son las únicas tallas relevantes, destacando otros capiteles historiados y vegetales, como el capitel doble de la arquería dispuesta en el muro sur decorado con dos rodetes de hojas de acanto talladas a trépano y que forman una espiral con flores en el centro partiendo de un mismo tallo, sorprendente especialmente por su excelente estado de conservación y su fina de ejecución.
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