Si seguimos nuestro rumbo por la CA-273 accedemos a Villanueva de la Nía, otro pueblo de nuestra ruta situado en la parte occidental de Valderredible. Su iglesia, con advocación a San Juan Bautista, corona un promontorio rocoso, dónde a su vez se asientan varias tumbas antropomorfas.
Sus orígenes, según el historiador García Guinea, se remontan al monasterio benedictino de San Juan de Alanía mencionado en el Cartulario de Oña, el mismo que otros autores ubican cerca de Sedano. En el año 1048 consta que dicho monasterio fue cedido al abad de Oña por el rey García Sánchez III y su esposa Estefanía, construyéndose la iglesia en el siglo XII sobre el antiguo monasterio, época de la que tan sólo se conserva el ábside y el presbiterio, ya que durante los siglos XVI y XVII las naves fueron objeto de una profunda remodelación.
La Iglesia posee al exterior una magnífica colección de canecillos figurados que sostienen toda su cornisa, y hacen de esta su principal atractivo. En el presbiterio sur es posible observar como una figura se lleva la mano a la boca en gesto de burla mientras que con la otra debió sostener un falo que está partido, junto a una mujer exhibicionista. En el ábside los canecillos se resumen a la presencia de animales, escenas circenses, músicos, campesinos, mujeres pariendo, hombres exhibicionistas, y parejas en actitud de difícil interpretación que anuncian lo que veremos en Cervatos.
El interior tampoco deja indiferente, y es que al igual que en otros templos ya mencionados, la escultura se concentra en los capiteles de la ventana absidial, donde se aprecian motivos vegetales, y a un misterioso hombre sentado. Mientras, en el arco triunfal los capiteles muestran leones y figuras, entre las que destaca de nuevo un hombre tocando un olifante con el sexo mutilado junto a una mujer exhibicionista que vuelve a llamar nuestra atención debido al lugar que ocupa en la línea de contemplación del altar.
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