Mogadouro pertenece al distrito de Braganza en Portugal, haciendo frontera con España a lo largo del río Duero. El concejo se caracteriza por la diversidad del paisaje poco homogéneo y bravío que se sitúa entre los valles de los ríos Duero y Sabor. Su territorio está lleno de vida, donde la cultura del olivo, de la viña, de la almendra, del trigo y de los castañeros llenan sus valles, enriquecidos por la energía del ganado y de su comunidad. El territorio se caracteriza por un clima de oscilación de temperatura, con inviernos muy fríos y veranos calurosos, que origina que el paisaje tenga coloraciones distintas a lo largo del año. La poca población que aún permanece se dedica mayoritariamente a las actividades agrícolas y ganaderas que son las principales fuentes económicas del concejo.
Sus orígenes son aún discutibles, pero su territorio está repleto de huellas dejadas por las comunidades que pasaron por estas tierras. La ocupación más antigua conocida se remonta al IV milenio antes de Cristo. Destacándose la fuerte presencia de los romanos y de los musulmanes que seguramente dieron origen al nombre de la villa, la cual la llamaban “Macaduron”. Con la fundación del Condado Portucalense que proporcionó que la villa fuera castillada y entregada por D. Afonso Henriques (1109 (?) - 1185) a la Orden de los Templarios. Después, por decisión de D. Dinis (1261 -1325) la villa fue donada a la Orden de Cristo. La célebre familia de los Távoras tuvo un influyente papel en el concejo, siendo responsables de la construcción de un amplio Patrimonio que aún perdura en el paisaje mogadourense. Como ejemplos, la Iglesia de la Misericordia que en su interior contiene, en la capilla mayor, pintura mural con episodios del antiguo testamento y un techo artesonado con pasajes de la Crianza y Pasión de Cristo. También, el cenobio de San Francisco que alberga actualmente las instalaciones del ayuntamiento de Mogadouro, o el Monóptero de San Gonzalo que se localiza en la Quinta Nova en Penas Roias, que a pesar del camino de difícil acceso, vale la pena contemplar este oratorio tan peculiar en la Península Ibérica.
En su paisaje rural son raros los vestigios de arquitectura religiosa que podemos clasificar como realmente románicos, destacando las iglesias y las capillas en armonía con la naturaleza que las envuelven, y que enseñan soluciones de un románico tardío de gran resiliencia. Te invitamos a conocer este Patrimonio del nordeste transmontano portugués, vivenciando simultáneamente de su paisaje, de su gente, de sus tradiciones y de su fabulosa gastronomía. Atrévete a hacer en coche o caminando este viaje y deja que tus sensaciones se apoderen de ti.
Nuestro punto de partida es la iglesia de Santa María de Azinhoso (Mogadouro, Bragança) que se encuentra situada en el centro del pueblo rodeada por las viviendas vernáculas. Fue lugar de las más importantes peregrinaciones medievales, localizada al norte del Duero. No se sabe cuando empezó el culto mariano en Azinhoso ni cuando fue erguida la primera construcción en su devoción, pero es de considerar que la arquitectura de la iglesia representa un gótico rural imitando a los padrones decorativos del arte románico. Su alzado principal con campanario de tres cuerpos es más alto que su nave, donde pasa el lagrimal que es interrumpido por una pequeña abertura de iluminación. Delante del alzado se observa un muro que sirvió de apoyo a las columnas que sujetaban el tejado del alpendre. La cabecera es el resultado de las intervenciones que ocurrieron en el siglo XVIII, en el que curiosamente se aprovecharon los canecillos anteriores.
En su amplio interior está presente, en el retablo del lado de la Epístola, una imagen de la patrona, Nuestra Señora de la Natividad con el Niño Jesús sobre las rodillas tallada en madera, que se cree, por sus características iconografícas y compositivas, que su origen es medieval. Debajo de éste, se ubica el sepulcro de “Luís Eanes de Madureira” que está decorado con un fresco bajo la representación del Arcanjo S. Miguel pesando las Almas. En un cuerpo adyacente a la fachada norte, hay un pequeño museo de arte religioso que está bajo la responsabilidad de sus habitantes, los cuales te acompañan en esta pequeña visita, explicando sus creencias y tradiciones.
Considerando las múltiples intervenciones que la iglesia de la parroquia de Vila dos Sinos (Vilarinho dos Galegos, Mogadouro) sufrió, ésta aún preserva la traza medieval, que contiene a nivel arquitectónico un alzado principal pétreo, más alto que el cuerpo de la nave, con una portada de entrada de arco de medio punto, asentado en impostas que descansan sobre pilastras.
La nave no contiene vanos, siendo la iglesia iluminada por la única luz que entra por la capilla mayor, resultado de intervenciones posteriores. En su interior se conservan dos pilas de agua bendita que creemos que son de origen medieval.
También existen retablos coloridos e imágenes devocionales, destacándose el retablo dedicado a San Bartolomé, de devoción medieval, presente en el centro la imagen del Apóstol, representado con el diablo a sus pies. La imagen es ladeada por dos pinturas con episodios de su vida: a su derecha con su martirio donde es desollado vivo, y a su izquierda en el momento en el que Cristo baja al infierno, siendo San Bartolomé el único de los apóstoles que presenció este episodio.
En el pueblo fueron encontrados dos verracos de piedra, uno se encuentra actualmente junto a la iglesia y el otro está en el museo arqueológico de Mogadouro. Estos testimonios evidencian la ocupación de primitivas poblaciones que pasaron por estas tierras.
Procedemos nuestro viaje hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación de Algosinho (Peredo de Bemposta, Mogadouro).
Es muy importante comprender el territorio donde se sitúa este templo, porque en la iglesia de Algosinho el pavimento de la nave está más bajo que el alzado principal, por eso, cuando entramos por la puerta principal bajamos una pequeña escalera pétrea, donde en el lado del Evangelio existe un afloramiento rocoso. Junto a este afloramiento existe un conjunto de estelas romanas y piezas de la iglesia que sobraron en la reconstrucción que sucedió en las décadas de los años 60 y 70 del siglo XX.
Cuando entras, en lo primero que te fijas es en la capilla mayor muy iluminada, resultado de las intervenciones posteriores, que contrastan con la oscuridad de la nave. En las paredes laterales del arco triunfal hay dos pinturas murales, una de San Bartolomé y otra de Santa Catalina de Alejandría que pueden pertenecer a los siglos XV o XVI. En la capilla mayor destaca el retablo mayor de influencia manierista con episodios de la crianza de Cristo. Exteriormente se evidencian los contrafuertes, referente a los arcos-diafragma de medio punto y apuntados.
En la cornisa de las paredes laterales se observa una fila de canecillos con diferentes motivos: figurativos, antropomorfos, zoomorfos y geométricos, desde una mujer que enseña sus órganos sexuales hasta caretas humanas y de animales.
No es fácil llegar hasta las ruinas de la antigua capilla de San facundo (Urrós, Mogadouro), ya que existe un camino de monte bajo, por eso lo más aconsejable es que aparquen el coche y terminen su recorrido caminando. Cuando llegamos y observamos lo que sobrevivió de este templo después de tantos años, envuelto en la agreste naturaleza, nos quedamos asombrados. Sus paredes quedaron reducidas a la fachada principal y al arco de medio punto y apuntado de la capilla mayor. La iglesia era formada por una nave y una capilla mayor más baja y estrecha. En los alrededores encontramos lotes de piedras sueltas y algunas sepulturas.
Te invitamos a terminar este viaje en la Vila de Mogadouro para que puedas saborear la Posta à Mirandesa, los champiñones, la alheira, el pan y sus dulces, y deleitar la vista con el castillo del siglo XII y con la iglesia matriz de origen románico, a pesar de las intervenciones sufridas en los siglos XVI y XVII. Al mismo tiempo puedes contemplar el pequeño núcleo edificado envuelto en su ruralidad, buscando proporcionar una experiencia enriquecida por el interior de Portugal, sin olvidar que la historia de un país no solo es propia de los grandes centros urbanos, si no que todos los lugares, a pesar de ser menos conocidos, forman parte de la cultura e historia de un territorio.
Marta Ariana Fonseca Cordeiro Queirós
Fundación Santa María la Real