Identificador
50251_01_025n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 54' 15.08'' -1º 43' 41.08''
Idioma
Autor
Beatriz Hernández Carceller
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Tarazona
Municipio
Tarazona
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Claves
Descripción
El más importante testimonio del románico en Tarazona es la iglesia de la Magdalena, situada en el barrio alto de la ciudad, donde se ubicaba el núcleo medieval y cerca del palacio episcopal. La Magdalena fue construida en el siglo XIII y de aquella época se conserva a la vista su monumental cabecera de elegantes proporciones, así como tres tramos del muro del evangelio. El resto del templo es el resultado de reformas y adiciones posteriores, construidas en su mayor parte en ladrillo y mampuesto, que determinan una planta de tres naves, mayor y más alta la central que las laterales. El espacio, ligeramente irregular, se distribuye en seis tramos en el lado del Evangelio, siete en el central y cinco en la Epístola. El aspecto de este cuerpo de naves corresponde a las reformas realizadas en época moderna, de modo que la central está cubierta con bóveda de lunetos y las laterales con bóveda de arista. A los pies cuenta con una alta torre de planta rectangular y de tres cuerpos en hermoso estilo mudéjar. Vista desde el exterior, la cabecera parece constar de un único ábside central enmarcado por dos brazos rectos. Por el contrario, la primera impresión del interior nos presenta una capilla mayor de remate recto y un ábside semicircular encabezando la nave del evangelio. Sin embargo, lo que parece testero recto en la capilla mayor es simplemente un muro de cierre añadido para colocar delante el gran retablo mayor. En cuanto a los laterales, advertimos que se aplicó en este templo una solución poco frecuente en el románico aragonés, consistente en el diseño de ábsides embebidos en un muro recto, que cuenta con ejemplos semejantes en el románico hispano y europeo. De este modo, vistos desde la calle, los laterales aparecen rectos y no acusan su curvatura interior. El retablo mayor oculta la puerta que da entrada a la parte interior del ábside central, cuya anchura máxima es de 6,65 m. A los lados y por delante del muro de separación entre ábside y tramo recto, vemos dos fustes que debieron de soportar en tiempos un arco fajón. Dichos fustes están interrumpidos por una moldura volumétrica y sus superficies parecen repicadas. Se coronan con capiteles sencillos ornamentados con grandes hojas lisas apenas incisas, con diminutas piñas colgantes (en el meridional bajo volutas de muy escasa entidad). El semicilindro de la capilla mayor está recorrido por dos molduras horizontales intermedias: una marca la colocación de las ventanas y la otra señala la línea de imposta de la bóveda. La prolongación de estas molduras en el tramo recto por delante del ábside fue picada, pero ha quedado huella de la intervención. Una ventana, hoy cegada, iluminaba el interior absidal; se adorna con bocel continuo en el enmarque, propio de las construcciones tardorrománicas. En el espacio de separación entre ábsides, donde arrancan las arquerías de diferenciación de naves, se adosan sendas pilastras con capiteles con decoración de hojas grandes individualizadas, de triple lóbulo, de los que volveremos a tratar. El ábside del evangelio es el que mejor conserva a la vista el lenguaje románico. Consta en planta de ábside y tramo recto poco profundo delante, que se cubren respectivamente con bóveda de cuarto de esfera y de cañón apuntado. Mide 3,50 m de anchura en la embocadura. Se articula igualmente en altura mediante dos molduras horizontales, una marca la línea de imposta de la bóveda y la otra queda por debajo de la ventana. Conserva la columna meridional del arco de embocadura con capitel con piñas esquematizadas, similar a los del exterior del templo. Dispone de un vano en arco de medio punto con abocinamiento ubicado en el eje y otro semejante en el muro norte, sin exorno. En los muros laterales fueron añadidos con posterioridad arcosolios funerarios. En el ábside de la epístola, donde se ubica la actual sacristía cubierta con bóveda de crucería estrellada, una sarga gótica oculta el muro y la ventana clausurada. Presenta las mismas dimensiones y distribución de molduras que el anterior. Por el exterior, toda la cabecera se organiza mediante un zócalo rematado en moldura biselada, seguido de muros limpios cuya superficie apenas se ve interrumpida por las ventanas con abocinamiento externo y sin ornamentación. La cornisa apea en canecillos mayoritariamente lisos combinados en la parte central con algunos decorados mediante piñas. El ábside central quedaba articulado en tres paños por la presencia de dos haces de tres columnas, de los que sólo vemos en la actualidad uno, rematado en capiteles de escaso porte adornados igualmente con piñas. Los paramentos están ejecutados con sillar bien trabajado cuyas hiladas alternan entre los 22 y los 29 cm de altura. Tanto en el exterior como en el interior del ábside principal pueden apreciarse distintas marcas de cantero. La cabecera de la Magdalena posee, por tanto, elementos característicos de un románico tardío, como los haces de tres columnas que articulan el exterior del ábside central, que encontramos también en Mallén o Daroca. No obstante, conviene advertir que la ornamentación del capitel de la columna que soporta el comienzo de la arquería de separación de naves en el lado del evangelio incorpora motivos plenamente góticos, ya que esas hojas grandes e individualizadas, abiertas en tres lóbulos de terminación apuntada, son características del repertorio gótico clásico y alcanzaron especial difusión en obras del segundo tercio del siglo XIII. El resto del exorno incluye esquematizaciones geométricas y vegetales muy poco jugosas, que prueban una continuidad de fórmulas ornamentales ya casi agotadas. De igual modo, la moldura que interrumpe los fustes en medio de la cabecera (por su parte interior) se corresponde con una solución de ornamentación de este tipo de soportes, frecuente en el gótico clásico y poco frecuente en el románico hispano. En consecuencia, hemos de concluir que la edificación del templo tuvo lugar bien entrado el siglo XIII, de forma que la iglesia de la Magdalena constituye un típico ejemplo de románico inercial edificado en plena época de expansión del arte gótico.